Con el Vaticano en plena preparación para el Cónclave que elegirá al próximo Papa encargado de suceder a Francisco, muchos de los cardenales llegados a Roma buscaron refugio en locales cercanos a la Basílica de San Pedro, donde se alimentaron en silencio y con prudencia, alejados de la multitud de visitantes. Allí probaron muchos de los mejores platos de la capital italiana y recorrieron sus calles.
A la espera del Cónclave, los cardenales se preparan con platos exquisitos y lugares de lujo en el Vaticano
En las vísperas de un nuevo Cónclave, los encargados de elegir al próximo Pontífice no pierden el tiempo. Pasean por la capital italiana y disfrutan de sus particularidades gastronómicas.
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Los cardenales disfrutan de la ciudad de Roma en las vísperas de un nuevo Cónclave.
El paseo gastronómico de los cardenales
Uno de los restaurantes más frecuentados en esta etapa fue Arlu, administrado por Federica Gianmaria, de 35 años, quien creció entre los pasillos del local y el trato habitual con prelados. “Vienen no solo porque se come bien, al menos eso espero, sino porque hemos creado una relación de confianza, como una familia”, aseguró.
Los platos preferidos de los comensales religiosos fueron los clásicos de la cocina romana. Eligieron recetas tradicionales como la pasta carbonara, hecha con guanciale, pecorino y huevo, la suave burrata o el célebre saltimbocca, preparado con filete de ternera y jamón curado, cuyo nombre significa “salta a la boca”.
En la misma zona, el restaurante familiar Il Papalino ofreció un ambiente reservado, ideal para las visitas eclesiásticas. Su encargada, Anna Maria Scialanga, de 55 años, explicó: “Los tenemos durante todo el año. Hay uno en particular que viene muy seguido, pero no puedo dar nombres porque la discreción es parte de la casa”.
Según Scialanga, los cardenales evitaron el salón central y se acomodaron en rincones más alejados. “Porque tienen que estar apartados”, comentó. También señaló que no realizaron pedidos lujosos: “Comen comida romana simple, pobre”. Entre los platos destacados mencionó la amatriciana, con pecorino, guanciale y tomate, la gricia, que prescinde del tomate, y nuevamente la carbonara. Entre los segundos platos predominaron el mondongo, el rabo de buey y el infaltable saltimbocca.
En otra vía del barrio, el dueño de la pizzería Marcantonio, Benito Cannizzaro, contó que el número de cardenales disminuyó tras la muerte del papa el pasado 21 de abril. “Hay demasiados periodistas y por eso no salen”, lamentó mientras atendía a un grupo de turistas frente al menú.
Los postres y helados favoritos de los cardenales
Una de las paradas dulces más queridas por los miembros del clero fue la heladería L’Arena del Gelato, decorada con imágenes de cardenales saboreando sus productos. En una de las fotos aparece el cardenal Thomas Christopher Collins, de Canadá, disfrutando un cucurucho. Según Rossella Longobardi, hermana del propietario Giuseppe, “Collins viene seguido, es amigo genuino de mi hermano”.
Longobardi indicó que durante los últimos trece años, muchos obispos y arzobispos cruzaron las puertas del local. Entre los más recientes estuvo el cardenal Leopoldo Brenes, de Nicaragua, quien pidió un helado de vainilla en vasito.
La especialidad de la casa es el “vaticono”, una crepe enrollada como cono, rellena de helado. Otro sabor popular es el de dulce de leche, creado en homenaje al fallecido papa Francisco, con base en el clásico sabor argentino de leche caramelizada.
Aunque el entorno vaticano se encuentra en un momento solemne por la transición de liderazgo en la Iglesia, los cardenales que participan en el cónclave conservaron una rutina sencilla y reservada, acompañada por los sabores auténticos de Roma y el afecto de los vecinos que los acogieron durante años.
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