19 de marzo 2020 - 10:42

¿Qué nos trajo de bueno el coronavirus en educación?

El coronavirus hizo de la tecnología una necesidad. Garantizar la continuidad pedagógica nos hizo reformular la educación inesperadamente.

El coronavirus hizo de la tecnología una necesidad

El coronavirus hizo de la tecnología una necesidad

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El coronavirus hizo de la tecnología una necesidad. Garantizar la continuidad pedagógica, a pesar de la suspensión de clases, nos hizo reformular la educación inesperadamente. De golpe, se pusieron en boca de todos términos como aula digital, plataformas y conectividad.

Docentes y padres trabajando en sintonía, tal vez como nunca antes, comprometidos en garantizar que los niños y jóvenes puedan seguir adelante, a pesar de no poder asistir a la escuela. Alumnos entusiasmados haciendo sus tareas a su propio ritmo y frente al desafío por autogestionarse.

El manejo del tiempo, la planificación, la organización, el poder priorizar, el pedir ayuda… todas habilidades más que importantes que los chicos están desarrollando en este momento y van a necesitar en su vida adulta. Padres acompañando esta tarea, viendo cómo aprenden sus hijos, qué los motiva, qué los frustra y actuando en consecuencia ¡Eso es la escuela transformada!

La novedad para algunos es tal vez que nos encontramos con el modo natural en que los chicos estudian: priorizando el soporte visual, el activarse frente a la novedad, mediada por la tecnología en este caso, y buscando sus propios recursos para lograr responder las consignas. La auto-disciplina toma un rol protagónico, que antes no tenía.

La mayoría de los alumnos cree que aprender debería ser sencillo y entretenido. Y la verdad es que, si bien el aprendizaje debe ser interesante, requiere de un esfuerzo por parte del alumno.

En relación a los docentes, también vemos cómo se ajustan a las circunstancias. Se sientan a planificar sus clases, logran pensar cuál es el mejor modo de llegar a los alumnos, cómo exponer un determinado tema, cómo lograr aprendizajes significativos y tienen la retroalimentación al instante cuando los alumnos presentan sus trabajos. Pueden chequear qué entendieron y qué no y a partir de esto generar nuevas instancias de explicación y aprendizaje. En muchos casos, para acompañarlos, deberán diseñar estrategias específicas que fortalezcan sus oportunidades de aprendizaje y desarrollo, y que les permita recorrer trayectorias diferentes.

Finalmente, el espacio es muy importante como lugar de encuentro, pero también hemos encontrado modos alternativos de estar juntos. Algunos docentes encontraron cómo juntarse con sus alumnos a partir de distintas plataformas como Zoom, Google Classroom y otras, y eso abre una nueva instancia para pensar clases distintas en diferentes lugares.

También, y esa es la parte más dura, nos marcó la distancia que en muchos lugares se tiene en relación a las necesidades del mundo actual. La mala o nula conectividad de algunos sitios, la falta de computadoras o algún dispositivo para lograr conexión, la distancia que tenemos los docentes con el manejo de la tecnología, la dificultad para armar una clase interesante que no sea copiar y pegar hojas de un libro y responder un cuestionario. Pero ahí también surgió la solidaridad y vimos cómo empresas y docentes comenzaban a subir contenido gratis a Internet o a impartir cursos también gratis para aprender a enseñar de manera virtual.

El coronavirus nos puso de cara a una situación inusitada. Es un desafío al que hay que dar respuesta. La educación lo hizo con mucho coraje y empuje, ahora hay que profundizar los desafíos que puso en evidencia. Esa es tarea de todos.

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