La devastación del nivel de la actividad económica, la licuación de los ingresos y la voladura del gasto público que concibió el gobierno, no aprovecha ni siquiera para alcanzar la peor inflación de abril 2023 de Alberto Fernández (8.4%). Es el mes de abril con más alta inflación de los últimos 22 años.
Inquieta la peor inflación de abril en 22 años
El plan y el ministro Luis Caputo podrían ingresar en zona peligro, dada la insostenibilidad social del ajuste fiscal.
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Alberto Fernández (abril): (2023-8.4%), (2022-6.05%), (2021-4.08%), (2020-1.50%)
Mauricio Macri (abril): (2019-3.44%), (2018-2.74%), (2017-2.66%), (2016-1.50%)
CFK (abril): (2015-0.74%), (2014-1.72%), (2013-0.96%), (2012-1.13%), (2011-1.00%)
El plan y el ministro podrían ingresar en zona peligro, dada la insostenibilidad social del ajuste fiscal.
En cambio, si la situación social lo soporta, la “inflación necrópolis” podría bajar en mayo y junio. Pero hay que entender que los sindicatos mantienen las expectativas de recuperación de salarios-sobre lo ocurrido-, y no sobre qué sucederá en el futuro. Así el traslado a precios de las empresas, que volverían a aumentar, consolidaría el círculo inflacionario vigoroso. A ello hay que sumarle las tarifas que fueron pisadas y el tipo de cambio que pareciera no aguantar el crawling peg de 2% mensual.
Milei y Caputo piensan seguir ajustando tarifas, combustibles y servicios, aunque quedó demostrado con Mauricio Macri, que así se empuja la inflación efectiva y las expectativas inflacionarias. En mayo aumentarán salarios, jubilaciones y planes sociales, además se añadirán los contratos de empresas con proveedores con actualizaciones. Al mismo tiempo, en forma inconsistente, dijimos que Caputo dio marcha atrás con la suba de las empresas de medicina prepaga y postergó los aumentos de tickets de colectivo y subterráneo en el AMBA, las tarifas de energía eléctrica, gas, y combustibles. Seguidamente, procurará forzar una mayor desaceleración en el corto plazo, postergando las “cortesías de precios relativos para amigos”, lo que enredará problemas con los beneficiarios y avivará una tasa de inflación esperada más alta en los próximos meses.
¿Cómo VAMOS?
La situación económica en general, se expresa a través de la tasa de crecimiento anual de la economía. El PBI sigue siendo la medida más significativa para saber cómo van las cosas. Tasas inferiores al 3% se consideran bajas, mientras que entre 3% y 5% son satisfactorias en periodos medios, las elevadas son mayores a 5%. Este año los cálculos promedios más optimistas confieren una caída de alrededor de 3%. Nuestras herramientas de predictibilidad-no es pronostico-estan viendo un desplome de 5%.
Jaques Billy dijo que, junto con el servicio militar obligatorio, la política económica es la coerción más poderosa que el Estado ejerce sobre los individuos. Pero también expresó que pensaba que la política económica, siempre sería un arte.
El gobierno está modificando todos los contornos y estructuras propias y ajenas con la inquebrantable voluntad de los hombres y mujeres que lo integran, con sus pasiones, las reacciones imprevisibles del presidente, más los caprichos periódicos de alguna corporación. Está claro que, por ahora, el arte le va ganado a la ciencia.
Decíamos al principio, que después de un brutal ajuste fiscal, el cierre de las cuentas al 31 de marzo y, la postrera licitación de abril, patentizan los límites de los supuestos logros en materia fiscal. Efectivamente, en marzo, el superávit fiscal fue de $ 277 mil millones, pero se logró con un aumento de la deuda flotante $ 406 mil millones, lo cual indica una innegable dificultad para sostener el resultado fiscal de una hacienda eficaz.
El superávit primario se va reduciendo mes a mes, los ingresos muestran caídas reales interanuales cada vez más acentuadas debido a una recesión feroz y un gasto público que no solo no cede, sino que además crece por la imprescindible y creciente actualización de las partidas presupuestarias. La mejora fiscal de 5.5% del PBI, fue explicada por componentes fugaces como la licuación en pesos en alrededor de 60%. Esa fase se agotó. La explosión inflacionaria que se auto infligió el gobierno en diciembre 2023, se explica en la mayoría de las partidas del gasto público y por la suba de la alícuota del impuesto país de 7.5% a 17.5% (+133%).
El supuestamente exitoso-superávit del primer trimestre-se obtuvo merced al impago o incumplimiento de los compromisos con las empresas energéticas por $ 1.1 billones, 29% del superávit primario de $3.8 billones y, a la casi la totalidad del superávit fiscal.
En la ulterior licitación de abril, el Tesoro escasamente consiguió renovar los vencimientos de deuda aun cuando el BCRA ofreció puts en 2 de los 4 títulos ofrecidos y emitió pesos para comprarle a los bancos bonos en los días previos a la licitación, algo más de $1.5 billones, así se demoró el cierre de la licitación para estimular la presentación de nuevos parroquianos.
Así las cosas, el ajuste se está disolviendo por la debilidad que presenta la recaudación y la mínima armonía del desplome “licuadora” del gasto real, ante la necesidad creciente de atención de las partidas del gasto, como la manutención de los ferrocarriles (a riesgo de nuevos accidentes que deriven en procesos judiciales/penales). Recuerde los funcionarios de Cristina Kirchner que fueron condenados a 8 años prisión por el accidente de Once.
El ritmo de desplome los ingresos se aceleran por la descomunal recesión, mientras el ritmo de caída del gasto público se modera por menor licuación. El gasto primario regresó acrecentado en marzo (+6%), mes contra mes en términos reales. Alrededor de 45% de la mejora fiscal de 5.5%. El otro 55% de la mejora fiscal de 5.5% del PBI del primer trimestre del año respondió a la licuación lisa y llana. El resto, es recorte del gasto de capital, de las transferencias a las provincias, de los subsidios económicos y de parte de otras partidas a decisiones de ajuste fiscal.
Asumiendo que no se cae el DNU que fija la nueva fórmula de movilidad, el ajuste de las cuentas públicas permanente sería 50% de lo realizado en el primer trimestre 2024. Habría entonces dos inadaptaciones: permanecería un ajuste fiscal importante por ejecutar para nivelar las cuentas fiscales, lo que conllevaría a conservar un horizonte muy bajo de provincias que reclamarán judicialmente las “limaduras” y, posiblemente, lograrían que prospere una sentencia.
Los apremios admitidos contribuyeron a descarriar el ejercicio gubernamental apartándolo de sus objetivos iniciales. Unas veces frenaron, otras aceleraron, porque provienen de grupos de presión variados, actores y defensores de intereses específicos. Estas coacciones se desplegaron a través de gestiones de lobistas y, hasta participaron estudios jurídicos de grandes empresas en la redacción del DNU. Hubo campañas de relaciones públicas, de prensa, inclusive ahora mismo hay intervenciones con conexiones parlamentarias. Esa diversidad de influencias y sus efectos, exteriorizan el saldo de “la libertad” a cualquier costo.
El gobierno sigue jugando a descubrir que con ajuste y recesión se desacelera la tasa de inflación, pero en realidad, recurre cada vez más a instrumentos intervencionistas dirigistas y estatistas “cero liberales”, para afianzar una economía de precios estables. Así, primero emuló a Guillermo Moreno cuando llamo a los supermercados, empresas de consumo masivo y refinadoras. Inmediatamente, detuvo los aumentos de las empresas de medicina prepaga mediante DNU y, ahora pospuso los aumentos que estaban acordados en el marco de la “corrección de precios relativos para amigos”, como tickets del transporte público en AMBA tarifas de luz y gas, colectivos, subte, prepagas y combustibles, que quedaron pospuestos con la explicación de estar logrando el superávit financiero.
Mientras tanto, Trabajo retrasa la homologación de los acuerdos de las paritarias del sector privado, cuando los aumentos superan la intolerancia discrecional de Caputo.
Con estos resultados y un mercado que creyó en el compromiso del ajuste, bajó el riesgo pais y subieron los activos financieros argentinos. Pero estos avances, no alcanzan, porque ni el FMI, ni los fondos privados de inversión, ni los bancos; le prestan un dólar a Milei-Caputo. Por esa razón, el cepo de Macri sigue vigente y no se va a levantar. La política dirigista de Macri y Alberto Fernández sigue vigente.
Pero hay más, en febrero 2024 la actividad cayó (-0.2%) comparado con el pésimo enero y, (-0.5%) sin tomar el aporte del agro, completando un bimestre para el olvido.
Caputo engolosinado con el “carry trade”, aun bajando la tasa a 40%, no piensa en ninguna otra cosa, es evidente por la inconsistencia de las medidas que toma para seguir “un día más”. Es que mediante la plena aplicación de la “bicicleta ”, los bancos locales con quienes trata su socio Bausili, superaron los 10.000 millones de dólares de ganancias devengadas, en parte realizadas.
No se puede sostener como éxito, un plan que bajaría la tasa de inflación a 4 veces la peor tasa de inflación de Macri (2019). No hay un plan de estabilización que alcance el éxito de Cristina Kirchner (20/25%) anual, con crecimiento del producto, empleo y salario, manteniendo feliz a la clase media. Es necesario comprender que hay hambre en la Argentina de 57% de pobres y, las finanzas personales de las familias de clase media no funcionan con “privación constante”. La clase media quiere: Ahorrar, 2. Invertir y, 3. Disfrutar. Estas tres cuestiones, son partes esenciales de una vida plena para la clase media.
Hay que entender, que, si de la recesión no se sale rápidamente, la clase media puede disparar el conflicto social. La recuperación traccionada por el solo repunte de las exportaciones netas no alcanza para esperar una mejora del consumo privado. El retraso del tipo de cambio real, es aceptado por todo el arco de macroecolobistas que apoyan solapadamente al gobierno, porque piensan igual que ellos y prefieren que Milei y Caputo se inmolen.
Aunque Juan Pazo-subsecretario de Economía- dijo: “Hay expectativa de apreciación cambiaria consistente, que dejará el tipo de cambio cerca del piso de $ 550 o $ 600. La tasa probablemente le gane al dólar y sea más conveniente invertir en pesos que esperar devaluación”, nadie se lo cree, ayer el dólar blue subió casi 3%, sobre todo porque como dijimos, la sostenibilidad del ajuste fiscal es endeble y probablemente inviable, desde el costado social.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros, @pablotigani
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