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Charlas de quincho
Una megafiesta provincial, el «VIP» de un recital con mezcla de panfleto político, dos cumpleaños y una reunión sindical fueron lo más saliente de las reuniones de esta semana. En una capital cuyana coincidieron políticos y empresarios, y un dirigente industrial hizo duras «recomendaciones» al Presidente. En el onomástico de un escritor-diplomático se comentaron las aparentes causas de un pugilato entre jueces, y se habló de tres políticos con divorcios contenciosos que les saldrían carísimos. Menos divertido, un funcionario en apuros hizo lo posible para celebrar en vísperas de días decisivos para su carrera. Lo rodearon sus colaboradores más inmediatos. Veamos.
Avanzaron varios sobre el concurso mencionando a un hombre del actual gobierno, economista, pero el promotor del evento advirtió que en su terceto no incluía a este personaje. Más dudas y sorpresas en el alud de convocados, de los ex gobernadores Horacio Massaccesi, Ramón Puerta, Carlos Grosso y José María Vernet, a otros ex, esta vez legisladores, como Pascual Rampi, Héctor Maya, Julio César Aráoz, Héctor Lence o Diego Guelar. No faltaron clásicos como Moisés Ikonicoff o Humberto Bonanata, también gente de este diario, empresarios como Jorge Jalil, Abdo Menem o Eduardo Figueroa (hermano de Pepe, ambos santiagueños), o un espectro de observadores como Vicente Massot, Rosendo Fraga, Antonio Carrizo, Rodolfo Iribarne, Edgar Mainhard, Ignacio Bracht, el diplomático Manuel Benítez de Castro, Eduardo Alvarez (fiscal de la Cámara del Trabajo y novelista) y hasta un arriesgado kirchnerista como Darío Díaz: coraje por compartir la mesa y por suponer que, al día siguiente, nada le pasará en el trabajo. Buena diversión además en el festejo gracias a Guillermo Cherashny, quien a cada rato se levantaba la remera y mostraba sus nuevos pectorales, de plástico claro, prometiendo que en días nomás continuará en sus añadidos de siliconas, reservándose los nuevos agregados a operaciones en bíceps y pantorrillas. Algo más que precursor masculino en esta materia.
Pensaban en el largo plazo, sin duda, de ahí que prescindieran de Jorge Taiana como ministro. Es que, en esa expectativa lejana, algunos sospechan que Taiana bien podría ser candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires si es que le dan bien los números de las encuestas. ¿O acaso Buenos Aires ya está definido como Córdoba? Seguro que no, se escuchó en una de las mesas, y pasaron a enumerar los aspirantes a ocupar el sillón de Felipe Solá en 2007. Repaso general sobre nombres como Aníbal Fernández, Florencio Randazzo, José Pampuro, Alberto Balestrini y, la novedad -al menos para los oriundos del sector diplomático-, de Taiana. Nadie habló de Cristina de Kirchner, casi por falta de atrevimiento. Ni siquiera cuando algunas nominaciones se fueron haciendo papilla por causas diversas (unos por lentos, Balestrini, otros por demasiado veloces, Fernández y Randazzo), singularmente se preservaban las menos expuestas, como la de dos de los más obedientes a Kirchner. Ya había pasado la picada, empezaban con el lomo strogonoff con arroz o, si preferían contagiarse de fiebre aviaria, se podía optar por un pollo con tortilla de papas.
Pero seguía la incógnita por el concurso de divorciados debido a que el propulsor hablaba de graves discusiones por fuertes sumas a la hora de repartir por la controvertidadivisión.
Se podían explicar esos montos en algunos casos, no tanto en otros. Y el mentor de la competencia agregaba: dos se separaron hace poco, el otro hace mucho pero no se había divorciado y ahora se quiere volver a casar.
Catarata de nombres y, por fin, silencio de radio: mejor no abundar en la materia ni proseguir con los acertijos, a ver si el cumpleaños terminaba, aunque fuera gracioso, como si se tratara de una reunión en la que se denunciaban travesuras, las mismas por las que habían claudicado más de uno de los asistentes.
También sobró el anecdotario; lo mejor, un recuerdo de Massaccesi: «Una vez vino Kirchner a pedirme que hiciéramos una fórmula presidencial común, patagónica, a lo cual yo me negué. Le dije: 'No hay fórmulas de tres porque vos, seguro, venís con Cristina de acompañante'».
Mientras, la gente del Litoral explicaba que los piqueteros de Gualeguaychú difícilmente aceptarán los pedidos para levantar los cortes de ruta: son gente de clase media y alta, por la falta de estado han construido liderazgos por «horas-ruta» (es decir, la cantidad de horas que pasan en los cortes), se han generado relaciones entre ellos y, como tienen afición -como los porteños- por las consignas de conciencia, no será sencillo convencerlos sin argumentos sólidos. Parecía un retrato de los lugares afectados mientras algún que otro desorbitado sostenía que la escalada con el Uruguay no va a cesar y, por el contrario, hasta se profundizará ya que habrá acusaciones al país vecino por contribuir con asistencia a los británicos (lo que está prohibido, según la OEA, y hasta ahora la Argentina siempre pasó por alto). Otros, en cambio, hablaban de que se resolvería a medias el conflicto y que, finalmente, no sería improbable que algunas inversiones de las papeleras también se trasladen a la Argentina, a la zona del conflicto (idea que, alguna vez, parece que acuñó el ex ministro Roberto Lavagna).
• De postre hubo un budín con helado -más de uno, al despedirse, se divirtió llevándose un regalo del cumpleañero pues en la entrada se había dispuesto una mesa al respecto- al tiempo que muchos discurrían sobre el episodio del oportunista que, haciéndose pasar por el ex senador Augusto Alasino, les pidió dinero a varios legisladores. Se comentaba que el episodio se descubrió por una casualidad y que el timador -un preso detenido en Concordia que utilizaba a una mujer de mensajera- ya había perpetrado esa estafa por teléfono con Raúl Alfonsín, dos días antes de que lo descubrieran. En ese momento, el radical no quiso comprobar si el pedido era auténtico; imaginó que sí por el problema de salud de su mujer.
Lo mismo les pasó a los otros, vino a comprobarse una solidaridad en la Cámara alta que algunos desconocían. Igual que otros ignoraban la curiosidad de que la novia de Aníbal Ibarra, Muriel Balbi, pasa los fines de semana en la casa de sus padres, en Despeñaderos (Córdoba), predio que años atrás perteneció al dirigente del FIP Jorge Abelardo Ramos, el «colorado», según confiaba su hijo Víctor, ex interventor en el Inadi.
Por oleadas llegaron invitados desde el jueves a Mendoza, unos para jinetear, otros para cenar en lo de Mallman, con invitaciones diversas, entre las que sobresalían las del empresario periodístico Daniel Vila. El hervor, claro, se vivió el sábado al mediodía en el Hyatt, antes del carrusel de la noche, con empanadas y sándwiches, en el palco oficial de Cobos, acompañado por sus colegas de Río Negro (Miguel Saiz), del Chaco (Roy Nikkich) y el expansivo de San Juan, José Luis Gioja. Pero había otras presencias: de Daniel Scioli al ¿transitorio o definitivo? jefe de Gobierno Jorge Telerman, del canciller Jorge Taiana con 25 embajadores y, por supuesto, Bordón, quien no paraba de comentar a sus amigos:
• Las relaciones con Venezuela no las maneja la Cancillería, sino el ministro Julio De Vido. El dato no es nuevo, y la distancia hace estragos sobre el material informativo de Bordón: De Vido también maneja otras relaciones, al menos instruye al propio canciller a través de un asesor personal llamado Hook. Con De Vido jamás van a contener a Hugo Chávez como se le prometió a Washington, siguió diciendo. Parece no saber que, desde la Casa de Gobierno, se le ordenó a la Cancillería votar en toda instancia mundial siguiendo a los Estados Unidos (aun en aquellas situaciones donde la Argentina ya había sentado doctrina).
También fue crítico con De Vido porque quiere relacionarse en Washington -tiene un viaje previsto impulsado por el Council of the Americas- y allí hay que visitar a los CEO en sus lugares de trabajo, no conversar con relacionistas públicos en las grandes reuniones. Se equivoca en pensar que De Vido quiere ser embajador en Washington, como él; más bien cumple una iniciativa que le ordenó Kirchner.
• Pero eso no contaba en el lobby del hotel, donde además del núcleo oficial, se veía a Mirtha Legrand, su hija Marcela Tinayre, su yerno Marcos Gastaldi, Teté Coustarot (envuelta en un floreado hippie infrecuente en ella), Karina Rabolini (ampolladas sus manos de montar a caballo), Mauricio Macri estimulando al radical Iglesias, empresarios del vino (Carlos Pulenta), otros petroleros (Alejandro Bulgheroni, de quien se admira su cancha de golf, 18 hoyos, en Rocha, a minutos de Punta del Este), del seguro (Norberto Cipollatti, Sancor). También hubo comida en bodegas Peñaflor y, al día siguiente, almuerzo en la estancia San Isidro de los Vila.
En el lobby, además de menudencias sociales, se comentaba el incidente boxístico en la Cámara del Crimen, donde dos jueces se trenzaron tan violentamente que uno fue rescatado en camilla. Hablaban al vuelo de Ameghino, Barbarosch y hasta de otro magistrado expulsado, Muratorio.
Nadie sabía bien de lo que se trataba, pero se infería que era sobre cuestiones económicas no saldadas. Es lógico, algunos magistrados ganan poco. Otros, menos informados, contaban su paso por River -penoso para salir a quienes se ubicaron en el campo- en el concierto de U2, ese grupo que llevó la misma cantidad de gente que los Rolling Stones, pero que fueron premiados con una distinción menor a la de sus colegas (no los hicieron caballeros). Y eso que los recibió el propio Kirchner.
No todas las voces fueron tan afectuosas con el Presidente como la de Bono Vox: José Poquet, titular de la UIA mendocina, le envió un mensaje a Kirchner: «Que sea más democrático, que deje de ser dictador, que cuando quiera gastar plata le pida permiso al Congreso y que respete las instituciones», otra música, pero sobre todo, otra letra.
• Unos hablaban musicalmente a favor, otros se quejaban por haber concurrido. Valió, sin embargo, la experiencia en el VIP de encontrarse con el tenista Guillermo Coria -abrumando con la toma de fotografías desde su celular, motivando la broma que si se dedicara con el mismo esfuerzo al saque, tendría menos problemas con el ranking-, el titular del Banco Central, Martín Redrado, una lista de actrices y modelos, más el oficialismo de Oscar Parrilli, Miguel Núñez y Pepe Albistur, sin disminuir a dos secretarias imperdibles del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien sólo se apega a la música nacional y a los Súper Ratones, los Ratones Paranoicos o los Paranoicos. Scioli comentaba que él había observado -y se hizo observar, claro- el tema de la seguridad en River, tanto en un recital como en otro. No comentó la tranquilidad del público de U2 con la violencia de los fanáticos de los Stones, quienes para seguir con la moda de estos tiempos rompieron cientos de automóviles -si podían, también los robaban- porque no tenían entradas y no los dejaban colar. La Policía y la Justicia, claro, entienden el resentimiento de esos jóvenes, tal vez hasta los lleven a un psicólogo si los obligan a capturarlos.
• Cena en el Gran Caruso de Puerto Madero con sindicalistas del Sur, petroleros privados -quiere decir, fuertemente alejados de lo que fue el SUPE de Diego Ibáñez y Antonio «Coco» Cassia-, cercanos al corazón de Kirchner. Quienes los imaginan en las inmediaciones del secretario de la CGT, Hugo Moyano, también se equivocan: creen que el dirigente camionero ya cobró demasiado de este gobierno. Dato importante, ya que Moyano, con el ministro Julio De Vido, considera que este núcleo sindical está cerca de ellos. Y este bloque -según cuentan- tiene su propio proyecto: destituir al neuquino José Ferreyra en la Federación que los agrupa (habrá una asamblea al respecto en mayo) y también voltear al Carlos Tomada del Ministerio de Trabajo, al que entienden justamente vinculado con Ferreyra. Si hasta disponen de un nombre para el reemplazo: Jerónimo García, subsecretario de Trabajo en Chubut, íntimo del propio Kirchner porque intervino en los conflictos de las pesqueras, un tema (como se sabe) de la más estricta sensibilidad presidencial. Con lo de Tomada juegan con otra información: saben que Kirchner, más de una vez, ha dicho que su ministro es bueno como abogado laboralista pero no exactamente como ministro.
Interesaba, mientras pasaban las pastas, la opinión de los gremialistas sobre la posible venta de YPF ( empresa que nunca cambió de denominación a pesar de haberse integrado a Repsol), título y primicia de este diario el viernes pasado. Al margen de que entienden que al Presidente le gusta la idea -y tal vez se las confesó- también sostienen que hace más de tres meses, desde la propia compañía empezó a trascender que comenzarían a vender acciones de YPF en exclusividad, las cuales siempre han sido atractivas porque han pagado dividendos. Sobre ese bloque accionario se interesa el santacruceño, a través de ENARSA, operación a la cual se suma Petrobras, en mayor medida Pedevesa y se le reserva un lugar, aunque sea simbólico, a Bolivia. El retorno de las empresas nacionales y regionales, obvio.
• Quien no conoce al kirchnerista dirigente Segovia se sorprenderá de que provenga del Chaco (está en Caleta Olivia desde los 20 años), de ahí su propio apelativo, y que ha sido pastor evangélico (al igual que Moyano) pero que mantiene sólidas relaciones con una parte de la Iglesia Católica más bien identificada con Comunione e Liberazione, sector de derecha que hizo ingresar en el gobierno de Berlusconi al ministro de Cultura Rocco Buttiglioni.
Hombre atento a estas cuestiones, Segovia reconoce que en la mediación del cura de Cañadón Seco él tuvo mucho que ver: finalmente, había que apartar al párroco de Las Heras, cercano a los alborotadores que terminaron matando al policía Sayago.
• También Aníbal Ibarra, como Asís, tuvo su cumpleaños. En este caso, 48, con pocos amigos y un asado mustio en un predio de los médicos municipales donde, todavía, pisa con fuerza aquel que fue ministro de Fernando de la Rúa, Héctor Lombardo, quien anunció con bombos y platillos que un sobre llegado desde EE.UU. a una vecina de Parque Patricios contenía ántrax. Eran días de paranoia antiterrorista, pero nunca hubo evidencia cierta de que Bin Laden se interesara por atacar Parque Patricios. El sindicalismo, aun entre profesionales, nunca termina. Cumpleaños raro, antes de su autoconvocatoria en Plaza de Mayo para que lo apoyen a volver a la Intendencia, llamando personajes para invitarlos a hablar desde el palco. Fracasó con Arturo Bonín, un actor que alegó la grabación de un programa; también con Héctor Gámez, titular de Vélez, quien dijo que ya había firmado la solicitada. Tuvo suerte con Estela Carlotto, quien no falta a este tipo de iniciativas oficialistas, ya que también concurrirá en París, invitada, a disertar en la Maison de l'Amerique latine.
Pero no estuvo mal el acto: «Juntamos más gente que Néstor (Kirchner) en el Congreso», presumían, y algunos adherentes se fueron a celebrar en «Sobre Tablas». Más adherentes de Alberto Fernández que de Ibarra, claro, ya que se hacen llamar «Congreso» y mantienen, hasta nuevo aviso, la candidatura del jefe de Gabinete para jefe de Gobierno en 2007. Vittel thoné, pollo al oreganato, para personajes como Claudio Ferreño (subsecretario de Coordinación), el sindicalista Alejandro Amor, varios docentes de la Universidad de Buenos Aires, «borocotizados» como Juan Pablo Schiavi, Julio Balbi (remanente del felipismo bonaerense), Donato Sapaccavento (secretario de Seguridad),Federico Peña, Mauricio Mazón y hasta Ricardo Morato, auditor de «Canal 7».
Ya no se consagran a Ibarra, aunque lo defienden, apelan a inventar un candidato propio (Ibarra se considera un ser prestado) y saben, reconocen, que «el peronismo no alcanza» (el de ellos, según las encuestas). Antes del flan, habló Miguel Talento, hubo loas al conductor del grupo y también una confesión en la mesa: «Es hora de dejar nuestras miserias de lado, no ser más sectarios y convocar a otros bloques». Ahora falta saber cómo hará Fernández para alinear adhesiones grupales si Kirchner no le da tiempo para nada.
• Vamos a terminar con una actualización de un chiste clásico, aquel que dice que hay tres pruebas de que Jesucristo era judío (trabajaba en el negocio de su padre, vivió con su madre hasta los 33 años; estaba seguro de que su madre era virgen, y su madre estaba segura de que él era Dios), otras tantas que era irlandés (nunca se casó; nunca mantuvo un trabajo estable; su último deseo fue un trago), etc. Ahora surgieron diez pruebas de que Jesucristo podría haber sido argentino:
1. No pagaba impuestos.
2. Era bueno con las prostitutas.
3. Nunca tenía un peso en el bolsillo.
4. Estaba rodeado de pobres y cada día eran más.
5. Siempre tenía una explicación para todo.
6. Hizo aparecer vino en una fiesta donde sólo había agua.
7. En la última cena con sus amigos no pagó la cuenta.
8. Fue condenado y el verdadero ladrón fue perdonado.
9. Lo enterraron sin hacerle una autopsia.
10. Sus familiares fueron a visitar su tumba y ya no estaba.
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