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''Quisimos servir en letras nuestro culto por el vino''
Esa «irrefrenable evolución, ese extraordinario despliegue» califica lo logrado por Familia Zuccardi en apenas 26 años. «En 1981 la empresa como Zuccardi no existía. Se llamaba La Agrícola, teníamos una finca y una bodega muy pequeña. A partir de entonces fuimos creciendo, pasamos de vender vino en damajuana a tener una marca internacional que hoy está en 32 países. A ser pioneros en la Ruta del Vino de Mendoza, en actividades para turistas y hasta tener el libro 'Vino para contarnos' junto a los objetos que ofrecemos en la boutique de nuestra bodega», comenta Ana Amitrano, que conduce la Gerencia Comercial del mercado nacional de la bodega Familia Zuccardi.
«Vino para contarnos» no es el libro promocional de una empresa ni un libro de ensayos ni un conjunto de textos inéditos de escritores poco conocidos, amigos de los editores, sino una antología de poemas y relatos donde se han reunido desde clásicos contemporáneos como Borges, Neruda y García Márquez hasta prestigiosos narradores recientes, como Angeles Mastretta, Efraín Medina Reyes y Edmundo Paz Soldán.
Ana Amitrano: Creemos que el vino es un arte y en la literatura el vino siempre está presente, no como protagonista sino «como parte de». Le planteamos a la editorial Planeta reunir una antología de grandes escritores que tuvieran un poema o un cuento donde participara el vino. La selección fue realmente ardua, tuvimos que dejar muchos textos de muy buenos a extraordinarios de lado. Luego nos propusimos que estuviera listo para presentarlo en la Feria del Libro, y lo logramos.
A.A.: Porque había mucho para expresar. El vino está al alcance de todos, sobre todo para los argentinos. Es fácil de encontrar, es fácil de tomar, es un rito familiar y entre amigos los encuentros pueden partir de un «¿nos juntamos a tomar un vino?». No hay que salir a tomarlo afuera, está en la casa. Pensamos que algo de eso tenía que estar en los poemas y los relatos elegidos. Pero los textos de los grandes siempre superan las propias fantasías. El libro se abre con Borges diciendo: «En el bronce de Homero resplandece tu nombre / negro vino que alegras el corazón del hombre». El vino forma parte de la identidad y la cultura argentinas, y nosotros quisimos hacer nuestro aporte.
A.A.: En 2001, cuando inauguramos una pequeña cava, veíamos que no ofrecíamos condiciones para atender a algunos turistas y comenzamos a pensar que había que armar cosas que ya estaban en el mundo; las rutas del vino, las visitas a bodegas. Nos dijimos: tenemos que armarnos para lo que se viene. Ese año fundamos nuestro primer espacio con personal especializado para recibir turistas. Nos dimos cuenta de la demanda y seguimos creciendo. En 2002 hicimos una pequeña tienda para el turismo, con accesorios para los vinos. En 2003 un pequeño restorán, que en 2004 tuvimos que convertir en un restorán con 70 cubiertos. Y después fuimos agregando actividades, porque nos dimos cuenta de que la Ruta del Vino era un éxito pero que los visitantes a la cuarta bodega que veían ya se aburrían, todas son más o menos iguales.
P.: ¿Cómo surgieron las actividades que inventaron?
A.A.: Cuando uno viaja como turista quiere ser partícipe de algo, no sólo espectador. Recordando esto empezamos con una serie de programas. El primero fue: «Vení a cosechar». Invitamos a la gente a tener un momento de vendimia con nosotros. Un momento bastante lúdico, con degustación de vino, disfrutando quesos y después de un rico almuerzo. Ese programa anduvo muy muy bien. Después largamos: «Vení a podar», «Vení a cocinar», «Vení a recorrer en bici los viñedos». Buscamos que la gente no sólo venga a conocernos, sino que participe de una actividad y se lleve una emoción. Actualmente esas emociones se las pueden llevar en forma de botellas, en los accesorios, en los gadgets y, ahora, en las páginas de un libro.
P.: ¿Cómo ve el boom de los visitantes extranjeros?
A.A.: ¡Bienvenido el boom turístico! De visitantes extranjeros y de visitantes argentinos. Mendoza la tuvo clara desde el comienzo, lo vio venir y lo esperó. Por todo lo que conté, la explosión del turismo a nosotros nos encontró preparados. Cuando el boom llegó ya teníamos infraestructura, ya teníamos la gente especializada, ya estaba el restorán, que en 2001 abrimos con unas pocas personas y hoy lo atienden 33.
P.: Sostiene que Mendoza supo anticiparse...
A.A.: Antes no teníamos buena hotelería, hoy la tenemos. Y tenemos buena gastronomía. Se puede tener, ofrecer, un destino muy barato, pero si no se tienen servicios, y buenos servicios, no sirve. Mendoza ha hecho un esfuerzo y hoy estamos en condiciones de ser un destino apetecible para el mundo. A nuestra bodega llegan 50 por ciento de visitantes argentinos y 50 por ciento de extranjeros. Entre los extranjeros hay muchísimos brasileños, ingleses, estadounidenses, europeos. El año pasado vinieron muchos latinoamericanos: mexicanos, peruanos, venezolanos, colombianos, y reiteradamente chilenos y brasileños. Muchos viajeros provienen de países donde el vino comienza a expandirse como producto de consumo, donde no había el hábito de beber vino, y ahora están en proceso de aprendizaje. Vienen a Mendoza a conocer la mágica alquimia que producen nuestros viñedos, a empaparse de esta maravilla, de esta poética pasión que ofrece el vino y que los grandes escritores han sabido registrar magníficamente.
Entrevista de Máximo Soto
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