19 de enero 2007 - 00:00

Viaje a una tierra soñada por magnates

Viaje a una tierra soñada por magnates
Si no fuera por unos pocos camellos y algunas túnicas blancas que se ven apenas como pequeñas pinceladas, resultaría difícil identificar a Dubai con una ciudad de Oriente Medio. Es sin lugar a dudas el punto del planeta que mayores fantasías despierta. Ya sea por su paradigmático hotel Burj Al-Arab «7 estrellas» con forma de vela de barco suspendida sobre la costa del Golfo Pérsico o por el impactante conjunto de islas artificiales, este emirato árabe se yergue hoy como el destino elegido por magnates de todas partes del mundo y turistas de la más variada procedencia.
El otro símbolo de Dubai es el hotel Royal Mirage, que abre una puerta al país de las mil y una noches y permite disfrutar de la legendaria hospitalidad local. Inspirado en las fortalezas árabes, el exterior oculta la belleza de la impresionante decoración interior, un rasgo distintivo de los casi 200 hoteles que completan la variada oferta de alojamiento. 

La aventura en Dubai comienza en el aeropuerto, de imponente lujo y dimensiones exorbitantes, como todas las construcciones que ocupan este diminuto territorio, comparable en tamaño a la provincia de Entre Ríos. Aunque la lengua oficial es el árabe, el uso del idioma es otro símbolo de la mutación cultural que ha sufrido este país: 80% de la población habla también el inglés y el porcentaje restante, urdú y persa.

Aquí todo tiene el sello de ser «lo más grande del mundo». Centros comerciales, edificios, hoteles y autopistas intentan superar las marcas universales con extravagancia y cierto grado, por qué no, de excentricismo. Por ejemplo, actualmente se construye el complejo Burj Dubai, una torre que tendrá 800 metros de altura y que, una vez finalizada, en 2008, desplazará de la cima a Taipei 101 y a las Petronas de Kuala Lumpur, diseñadas por el argentino César Pelli.

El coloso de Dubai incluirá shopping mall, hotel, departamentos, oficinas, centro de entretenimientos, restoranes y galería comercial de 600.000 metros cuadrados.

Los Emiratos Arabes Unidos son adeptos a batir récords. Ya lo demostraron desafiando incluso los designios de la geografía y de la naturaleza al levantar en pleno desierto un centro de esquí. No es la única metamorfosis que sufrió este suelo rico en petróleo (concentra casi 10% de las reservas mundiales de crudo), atravesado, a lo largo y a lo ancho, por modernas autopistas y enormes superficies verdes, producto de sofisticados sistemas de riego artificial en constante funcionamiento. Ni qué hablar, entonces, de la mayor isla artificial del mundo, Palm Jumeirah, que se integra a otras tres de similares dimensiones: El Mundo, Jebel Ali y Deira. Sus constructores ya las catalogan como la «Octava Maravilla del Mundo».

Al final de su construcción, las Islas Palmera abarcarán cien hoteles de lujo, 10.000 villas con playa privada y 5.000 departamentos costeros. Fueron diseñadas en el contexto de un plan que busca diversificar la economía de Dubai, previendo el agotamiento de las reservas de petróleo que, en el peor de los casos, podría ocurrir en cien años. Desde allí busca competir entonces con Singapur y Hong Kong y sobrepasar a Las Vegas como centro de diversión. El complejo de estas islas artificiales se ha convertido ya en una colonia de multimillonarios que llegan también hasta aquí atraídos por las ventajas financieras del emirato. Entre los residentes ocasionales se encuentran el jugador de fútbol David Beckham y el cantante Rod Stewart.

En ascenso

El jeque Mohammed bin Raal Maktoum, príncipe heredero de los Emiratos Arabes Unidos, es quien dirige el ascenso de Dubai hasta el destacado puesto que ocupa hoy en el mundo. En 2005 abrió sus puertas la Bolsa de Dubai. El dinero del petróleo de toda la región ha ayudado a dar vida al proyecto. También ha contribuido el hecho de que el emirato no recaude impuestos ni tenga unas regulaciones tan agresivas sobre las empresas como las de algunas Bolsas occidentales. Los grandes bancos y los organismos de inversión están apresurándose a establecer oficinas en el distrito financiero de Dubai.

Como corresponde a un lugar que aspira a ser un agente de la globalización, Dubai -segundo emirato en importancia después de Abu Dhabi, la capital de estos siete pequeños reinos- atrae a miles de inmigrantes de Oriente Medio, Asia y Europa. Aproximadamente 80% de los pobladores del emirato son expatriados. La mano de obra procede de lugares como Bangladesh, Sri Lanka y los territorios palestinos.

Mercados

Para conocer Dubai hay que hacerse a la idea de dividir la estadía en dos: una para el asombro que produce tanto lujo y modernismo y otra para descubrir el corazón de esta sociedad musulmana que aún late entre la clase humilde, dedicada íntegramente a la actividad comercial y los servicios.

La tradición está presente en pequeñas porciones de la ciudad, localizadas especialmente en tres mercados: el del oro, el de las especias y el de las telas. Allí pueden hacerse algunas compras interesantes como, por ejemplo, azafrán en hebras a muy bajo precio, dátiles (en sus más diversas versiones), canela en rama y por metro, y mezclas de tabacos aromatizados para fumar en los tradicionales narguilis. Artesanías típicas, casi ninguna.

Apenas algunas miniaturas en madera como camellos o barcos de pesca, indudablemente dos símbolos de la vida dubaití, se pueden conseguir en la Heritage Village. A todos estos mercados se llega luego de atravesar en «abras», pequeñas barcazas de madera, la denominada «cala», un brazo del Golfo con aire a los canales de Venecia coronado por rascacielos que llevan el sello de grandes firmas como Rolex, Samsung, JVC, Mercedes-Benz o BMW.

Otro punto interesante es la zona de comercios de electrónica, donde se pueden encontrar productos de alta tecnología libres de impuestos. Eso sí: hay que estar muy atento al precio final, al que se llega luego de un largo aunque gentil regateo, como no podía ser de otra manera en una sociedad históricamente dedicada al intercambio de productos. Por eso no hay que confundirse: la economía de los Emiratos Arabes no sólo depende del petróleo, como se cree, sino de la actividad comercial, quizás el único rasgo de tradición que conservan.

Sociedad

El ciudadano dubaití sólo descansa durante el Ramadán, período de oración que depende de la fase lunar y que habitualmente se conmemora en los últimos días de octubre. Con apenas 910 mil habitantes, desde su independencia amistosa de Gran Bretaña en 1971, la Federación de Emiratos Arabes Unidos ha logrado convertirse en la sociedad más tolerante con otras culturas de Oriente Medio. Por ejemplo, la vestimenta y el rol de la mujer en la política han comenzado a dar un salto cualitativo respecto de otros Estados, como los vecinos Arabia Saudita o el reino de Omán. Las mujeres guardan, sin embargo, cierto recato ante los hombres, custodiando bajo el negro de túnicas (abayas) y velos el don de enamorar. «El velo se lleva para evitar que un hombre que no es el marido se sienta seducido», defiende con convicción Sheila, una estudiante de 23 años que caminaba serena bajo el manto negro a orillas del Golfo, frente a la zona del distrito financiero de Dubai, y que aceptó responder la pregunta de ésta y de otros cronistas que le salieron al paso. Otros rasgos que identifican tanto al dubaití como al resto de los habitantes de los Emiratos es la gentileza y la cordialidad. Estas cualidades están presentes muy especialmente en el sector turístico, empresario y comercial.

Playas

Puede que parezca raro, pero las playas del Golfo Pérsico son comparables a las de cualquier punto paradisíaco del Mar Caribe, con aguas cálidas, transparentes y arenas claras. No por casualidad casi la totalidad de los emprendimientos hoteleros de lujo está situada a orillas de este mar, conocido más por su codiciado tesoro petrolero que por sus maravillosas costas. Tampoco en la zona de playas hay limitaciones en cuanto a vestimenta y concurrencia femenina, pero es recomendable, de todos modos, no practicar algunas costumbres occidentales como topless, ya que pueden ofender al habitante local. El otro dato para tener en cuenta es que, debido a la impresionante expansión hotelera que se registra, el acceso público a las playas es limitado a pequeñas extensiones, pero no por ello menos bellas y limpias.

Religión

El sincretismo religioso no existe aquí ni en ninguna parte de los Emiratos Arabes. La religión oficial es el islam y hay cerca de 700 mezquitas distribuidas en todo el territorio. La más grande, aún en construcción, está en Abu Dhabi y fue concebida para alojar los restos de la gobernante familia real. En lo cotidiano, el llamado a la oración es parte del rito. Cuando cae el sol, cerca de las 6 de la tarde, el bullicio de Dubai se interrumpe por el monocorde sonido que se difunde en paralelo en los altoparlantes de las mezquitas. Todo se detiene y hombres y mujeres dedican media hora a honrar con sus plegarias a Mahoma.

Pasear en Camello y jugar al golf

Los amantes del golf pueden practicarlo en el Emirates Golf Club, que alberga el prestigioso torneo de la PGA Desert Classic, o en el Dubai Creek Golf. Los deportes acuáticos se realizan en las playas de los principales hoteles y clubes privados. También se puede disfrutar de un almuerzo o una cena en un crucero en el océano o en la bahía. Los safaris en 4x4 son una buena manera de descubrir la belleza del desierto y, al final del día, disfrutar de un buffet en un campamento del desierto, donde no faltan tiendas beduinas, un paseo en camello, una odalisca, tatuajes con henna ni la posibilidad de tomarse una fotografía luciendo atuendos típicos.

DATOS UTILES

  • Actualmente se llega desde Buenos Aires por British Airways con escala en Londres, en un viaje que dura casi 28 horas. Este año, la aerolínea Emirates planea poner en servicio vuelos directos desde Dubai hacia la Argentina.
  • Es necesario obtener visa, que se tramita en la representación diplomática de los Emiratos en Buenos Aires.
  • La moneda es el dirham (dh), que mantiene cierta paridad con el dólar americano. Un dólar es aproximadamente 3,80 dirham.

  • El clima de Dubai es seco y subtropical, y las precipitaciones son muy escasas. Entre los meses de junio y setiembre las temperaturas alcanzan los 45 grados durante el día y tiene altos niveles de humedad. La temporada con mejores temperaturas es la que va de diciembre a marzo.
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