El excanciller Omar Paganini analizó la estrategia de política exterior del gobierno actual, deslizando algunas críticas al ministro de Relaciones Exteriores, Mario Lubetkin, y apuntando contra el acercamiento de Uruguay al BRICS.
Omar Paganini: "Uruguay no tiene nada para ganar acercándose al BRICS"
El excanciller conversó con Ámbito acerca de la estrategia actual en política exterior, la incertidumbre a nivel global, el lanzamiento de su libro y su futuro en la política.
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El canciller Omar Paganini se refirió a la política de comercio exterior del Uruguay en entrevista con Ámbito.
Tras publicar hace algunas semanas el libro “Democracia y libertad para un mundo en crisis. Entre Trump, Xi Jinping, revolución tecnológica y polarización política”, que tiene el prólogo del expresidente Luis Lacalle Pou, Paganini se prestó a una entrevista con Ámbito donde definió a “la libertad, la democracia y el pragmatismo” como los tres conceptos que guiaron la política exterior que lo tuvo como protagonista.
El libro coloca conceptos en el centro que son libertad y democracia y habla de mundo en crisis. ¿Son esos conceptos los que están en crisis o qué es lo que está en crisis?
- Los conceptos no pueden estar en crisis, porque los conceptos son de los momentos y las épocas. Lo que está en crisis son las prácticas, sobre todo a nivel de la institucionalidad democrática. En muchos lados del mundo, no solo lo dan las encuestas, estamos viendo prácticas donde de alguna manera la polarización de la opinión pública y de los sistemas políticos lleva a mecanismos que no son de separación de poderes, donde el Poder Ejecutivo acumula mucho poder y quiere avasallar.
Además, muchos países que no son democráticos y hoy son importantes en el mundo también pesan a nivel de organismos internacionales, entonces estamos viendo que de alguna manera la clásica democracia liberal está sufriendo y alguna gente que está cansada, que está asustada por los cambios, también busca liderazgos más fuertes con sus grises y sus negociaciones.
En el libro usted de alguna manera valora el hecho de pensar fuera de los radicalismos, ¿eso es una característica del Uruguay?
- En efecto, el Uruguay no es un país afecto a los radicalismos. Tuvimos épocas de polarización que terminaron muy mal con la dictadura y hoy vemos como todos los partidos buscan volcarse al centro, ser moderados. La campaña electoral fue eso, ya lo vimos. En política exterior, puede pasar que en alguna etapa fuimos un poco más para un lado, un poco más para el otro.
Creo que en este contexto al Uruguay le sirve y le conviene siempre plantearse en el campo de la racionalidad, de las reglas de juego estables, de pedirle al mundo que el orden internacional sea más basado en reglas. Le conviene por sus intereses como país, por su prestigio como país defensor del imperio de la ley y de las reglas de juego y también porque podemos hacer una voz que, en este mundo complejo, se sume a lo razonable y genere alianzas razonables.
Creo que, por ejemplo, el acuerdo de la Unión Europea con Mercosur es una oportunidad de generar un mundo basado en reglas, en lo que tiene que ver con lo económico, que en el mundo se están rompiendo. Pero, si generamos ese acuerdo, tenemos un amplio mercado que puede dar estabilidad a las reglas comerciales. Lo mismo si pudiéramos avanzar con el Transpacífico. En fin, creo que al país le conviene, pero además representa su esencia el defender las reglas de juegos estables, los mecanismos de negociación para evitar conflictos, el comercio libre basado en reglas. En fin, todo lo que históricamente hemos llevado y que yo diría que puede ser llamado moderado, pero sobre todo es racional y buscando esquivar los conflictos de poder y las imposiciones por parte de las potencias.
¿Cree que la política exterior del Uruguay ha sido y continúa siendo pragmática?
- En lo comercial hemos sido pragmáticos y tenemos que seguir siendo pragmáticos. El comercio para el Uruguay es fundamental, porque es un mercado pequeño. Tiene que comerciar internacionalmente, abrirse al mundo lo más posible y, en un mundo como este, hay que ser pragmático, hay que buscar todos los espacios que se pueda para comerciar. Cuando empezamos a confundir o a medir las decisiones de política comercial con principios más ideológicos, nos equivocamos.
¿Eso nos acerca o aleja de tener una política de Estado en materia de política exterior?
- Lo que pasa es que yo todavía la política exterior de este gobierno actual no la estoy viendo tan en esta clave. El tema es que todavía no lo han desplegado del todo. Por ejemplo, yo creo que había que seguir avanzando en el Acuerdo Transpacífico y ellos lo han enfriado. Este grupo de países, que son justamente 12 y bien diferentes en torno al Pacífico. Es un acuerdo basado en reglas, un acuerdo que daría estabilidad y que da una señal fuerte. En cambio, se han acercado al BRICS, que no es un acuerdo de tipo comercial. El BRICS es una suma de países que tienen más bien un planteo político y Uruguay ahí no tiene mucho para ganar alineándose políticamente con alguno de los bloques.
Por estas cosas, creo que no podemos hablar de política de Estado. Me parece que las señales que se han dado tienen más de acercamiento a un bloque que de pragmatismo, pero todavía no me da para juzgarlo en forma completa porque estamos recién en los primeros meses de la política exterior de este gobierno.
Tampoco me parece demasiado prudente acercarse a la Celac, que es un tema que ya hemos discutido. Es una concertación política, no es un acuerdo económico de los países de América Latina y del Caribe, donde está Venezuela, donde está Cuba, está Nicaragua y donde tanto Honduras como Colombia han puesto un énfasis mucho más ideológico. Tampoco creo que nos ayude subirnos a ese tipo de acuerdos.
Uruguay además tiene que coexistir, históricamente no nos queda más remedio. Como Brasil y Argentina, que son nuestros principales referentes porque los tenemos al lado y son mayores que nosotros, tienen posiciones políticas bastante diferentes, tenemos que tratar de mantener independencia y de ser razonables y no dar señales de que estamos de un lado y no del otro. No tenemos mucho para ganar con todo eso, así que de momento yo diría política de Estado no es lo que parece emerger.
Si tuviera que decirme la palabra guía que definió la política exterior del gobierno del cual usted fue protagonista, ¿cuál fue?
- La libertad y la democracia. También el pragmatismo.
La situación de Uruguay en medio de la guerra comercial
¿Cómo evalúa la situación global tras los últimos cambios en materia comercial?
- El mundo progresó mucho, comenzando con la ronda Uruguay del GATT, que terminó con la creación de la OMC en el 94-95. Hubo que generar reglas para un comercio lo más estable posible, reglas más compartidas con todos los países que se van asociando a la OMC y mecanismos también de solución de controversias supranacionales. Eso fue muy positivo para muchísimos países, incluyendo Uruguay, porque te permite comerciar no solamente por acuerdos bilaterales que te dan cuotas o te pueden bajar aranceles puntualmente, sino ya generar reglas más uniformes.
Todo el mundo creció mucho en esa época porque el comercio internacional agrega valor. Por eso también siempre está la lucha de los países agrícolas de que los dejaran entrar en los mercados desarrollados. Justamente era uno de los grandes debes de la OMC. Fue toda una época muy positiva.
Ahora estamos viendo lo contrario. Estamos viendo cómo todas esas reglas se arrasaron, algunas ya hace algunos años, otras mucho más recientemente con este entusiasmo por usar los aranceles como herramienta de la política exterior y de la comercial. Que claramente para este mundo, que está organizado en torno a cadenas de valor que son internacionales, es negativo.
Podrá parecerle a los Estados Unidos que por esa vía va a lograr equilibrar sus cuentas, va a lograr radicar inversiones, pero en el mediano plazo las cadenas de valor van a ser menos competitivas, va a haber mayores costos y el mundo se va a enlentecer. Y los países que no son potencias, como nosotros, vamos a sufrir.
Habrá oportunidades, porque tendremos un arancel para entrar a Estados Unidos menor que algún país o mayor que el otro, pero las oportunidades van a ser en un contexto de un mundo complejo y además con una gran incertidumbre de cómo al final terminan siendo las reglas de juego. Y la incertidumbre lo único que hace es demorar en decisiones de inversión y decisiones de crecimiento, por lo cual el libro también cuestiona este nuevo puje arancelario como herramienta comercial.
Las razones del libro y su futuro en la política
¿Qué fue lo que lo motivó a escribir un libro?
- Yo soy ingeniero de formación, después hice una maestría en dirección de empresas, trabajé en la actividad privada, a nivel industrial y a nivel empresarial y después estuve en la academia, en la Universidad Católica del Uruguay muchos años, y después invitado por el presidente Lacalle Pou, me sumé a su gobierno y todo esto fue para mí una trayectoria de mucho aprendizaje, de muchas cosas diferentes, que de alguna manera se van engarzando y van formando un panorama.
Y me vi un poco en la obligación o en el impulso, de tratar de poner esto en común y tratar de aportar a la reflexión colectiva, no es un libro sobre el Uruguay, es un libro sobre los valores y los principios de cómo funcionan las sociedades modernas y también de los desafíos que hoy hay, que son muchos, con la emergencia de los populismos, por un lado, con la crisis de las reglas de comercio exterior, por otro, y me pareció que podía aportar al debate, no sólo en Uruguay, sino incluso a nivel más amplio, poder poner los pensamientos de uno en forma ordenada.
Es un libro para el gran público, no es un libro académico para eruditos, incluso al principio hay algunos capítulos sobre fundamentos de la democracia liberal y de la economía de mercado que lo fui incluyendo porque me pareció importante arrancar con los fundamentos y seguir hasta el presente. Y creo que puede ser un aporte incluso para las nuevas generaciones que tal vez no conozcan algunas cosas que los que estuvimos en la época de la apertura democrática y la lucha contra la dictadura nos parecen evidentes.
¿A qué se dedica hoy?
- No estoy en la actividad pública, estoy en actividad privada asesorando algunas empresas en temas de conducción general, de directorios y también desarrollo de algunos negocios, sobre todo vinculados al campo de la energía y en el exterior del país.
¿La política es parte del pasado o no?
- Bueno, no. Yo sigo en contacto con el equipo de Lacalle Pou y nos reunimos cada tanto. Veremos qué pasa de aquí en adelante.
Lacalle Pou es una figura con mucho futuro político, ¿podría volver a acompañarlo?
- Él tiene que decidirse primero y después tienen que pasar muchas cosas. Yo estoy disponible, por supuesto, dependiendo de las circunstancias, que habrá que ver cuáles son entonces. Falta mucho todavía.
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