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Un fallo saca virtualmente a Lula de la carrera presidencial
• UN TRIBUNAL DE SEGUNDA INSTANCIA RATIFICÓ LA CONDENA POR CORRUPCIÓN
La sentencia lo priva de sus derechos electorales en virtud de una ley que había promulgado él mismo en 2010. Habrá apelaciones, pero, más allá de encuestas, su postulación resulta a esta altura inviable.
Uno de los abogados de Lula, José Roberto Batochio, dijo que el exmandatario todavía no puede ser considerado "ficha sucia" porque "la decisión no transitó en juzgado. Este juicio no terminó". Se aferró así al imposible "embargo del embargo" o, acaso, a la idea de plantear también la inconstucionalidad de esa norma.
Por plausible que pueda resultar la impugnación de una ley que quita derechos políticos a un ciudadano que, a falta de condena firme, todavía debe ser considerado inocente, ese planteo podría resultar políticamente inviable para Lula. Primero, porque él mismo promulgó la ley. Segundo, porque el Partido de los Trabajadores la defendió férreamente durante su tránsito en el Congreso. Tercero, porque la misma, al ser una ley complementaria, fue aprobada con una mayoría agravada, diferente a la de una ley simple, lo que la blinda en su legitimidad política. Y cuarto, porque surgió de una iniciativa popular que recibió 1,6 millón de firmas, lo que refuerza esa legitimidad también en el plano social.
¿Por qué Lula cedió en 2010 a semejante despliegue de "populismo judicial", según el cual un concepto moral termina valiendo más que la Constitución? Porque venía golpeado por el escándalo del "mensalão", un esquema de financiación ilegal de la política que fue precursor del más grave "petrolão". Debió entonces sobreactuar para imponer como su sucesora a Dilma Rousseff. Hace ya mucho tiempo que las denuncias de corrupción condicionan los pasos del exmandatario.
Desde entonces, ya son miles los candidatos de todos los niveles que resultaron excluidos de elecciones sin que nunca se haya revisado esa norma. El plazo final para la inscripción de las candudaturas finaliza el 15 de agosto y la última palabra la tendrá el Tribunal Superior Electoral. Pero si es posible imaginarse que el Supremo le evite la cárcel inmediata a Lula (y a decenas de políticos ya encerrados o camino de estarlo), pensar que este termine resultando candidato entra ya en el terreno de las quimeras.
Acaso la campaña que estamos viendo, con un Lula primero en todas las encuestas y recorriendo todo Brasil (encontrando tanto multitudes que lo aman como detractores que lo reciben con huevos e insultos), solo sea el preludio de su verdadero objetivo: preparar el terreno para una nueva "Dilma", ya sea salida del PT o, más en general, del movimiento de izquierda brasileña.
¿Será este Lula crepuscular capaz de hacerlo de nuevo?
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