Primero el cuento de hadas. Priscilla Beaulieu tenía 14 años cuando se enganchó con Elvis Presley, de 23. Poco después ella terminó en Graceland, la mansión de Elvis, que ya era el rey del rock’n’roll y que, como un auténtico caballero sureño, la amó y la mantuvo pero no consumó el matrimonio hasta que ella alcanzó la mayoría de edad. Así dicen. Casi exactamente nueve meses después nació Lisa Marie. El cuento de hadas termina apenas seis años más tarde, cuando ella decide pedir el divorcio.
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A “Priscilla” le faltó dramatismo
¿Razones? Sentirse como un adorno hogareño mientras el hombre vive mayormente afuera, en su mundo, rodeado de tentaciones. Eso suena incómodo, por más que él sea muy lindo, famoso, seductor y proveedor de primera línea y ella sea la envidia de las demás mujeres. Bueno, la envidia todavía sigue. Hay quienes la pintan como una zorra mentirosa y libidinosa desde chiquita, con mezquinos intereses pecuniarios, abortos, amantes, mal gusto y hasta mal aliento. Le recriminan que ya divorciada siga usando el apellido de casada, y que en las entrevistas descubra los pies de barro del ídolo, con aparente ánimo de venganza. Pero también hay quienes ahora la pintan como una virgencita inocente, víctima de un pedófilo, un egocéntrico que la confinó a una turbia jaula de oro, depredador sexual y machista manejador indigno del mínimo recuerdo cariñoso. En algo coinciden, y es en enojarse cada vez que ella dice que quisiera ser enterrada en Graceland, junto a él, cuando se muera. Olvidan, o prefieren olvidar, que allí también descansan su segundo nieto, su hija, que murió en enero último, y sus ilusiones y alegrías de juventud.
“Priscilla” se basa en su libro de memorias “Elvis and me”, publicado en 1985, que ya dio lugar a una miniserie en 1988. Forzosamente, la película dura mucho menos, así que deja afuera unas cuantas anécdotas ilustrativas, pero lo que muestra es suficiente, y está bien expuesto, para placer de las feministas y fastidio de las admiradoras del rey. Se juntan en el resultado la mirada de la viuda, ya de 78 años, y la visión de la directora, Sofía Coppola, de 53, que dice lo suyo sin mayores exabruptos ni discursos explícitos. Le faltaría, es cierto, más fuerza dramática, lo que en parte se compensa con la creación de climas, la ambientación cuidadosa y algo asfixiante, los peinados ridículos y la actuación de Cailee Spaeny, acaso en el papel de su vida. No está mal Jacob Elordi, tratando de imitar lo inalcanzable. Dicho sea de paso, tras el divorcio, y el debido arreglo económico y financiero, Priscilla Presley tuvo otra pareja, un hijo, cuatro nietos y diversas apariciones en programas televisivos y películas.
“Priscilla” (id, 2023, EEUU); Dir.: S. Coppola; Int.: C. Spaeny, J. Elordi,
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