Bután, paraíso de Stiglitz
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• Su población asciende a 2 millones de personas y no tiene inmigrantes. Su lengua oficial se denomina Dzongkha. 75% de la población profesa la religión budista.
• El gobierno es una monarquía, y su jefe de Estado, King Jigme Singye Wangchuck, reina desde julio de 1972. Dos datos interesantes son: no tiene una constitución, y cada familia dispone de un voto a nivel de municipio.
Los datos económicos sobre el Reino son:
• Producto Nacional Bruto (PNB): u$s 2.900 millones, ajustado por poder de paridad de compra (PPP). Esto es, ocupa el lugar 167º en el ranking mundial.
• El PNB per cápita es de u$s 1.100, lo que lo ubica en la posición 189º en el ranking mundial.
• Su moneda se denomina Ngultrum. Estos datos parecen bastante pobres, pero como dice el Nobel de Economía, lo que importa es el Gross National Happiness, pues «los admiro por ese eslogan de que hay algo más que el Producto Bruto».
Por ejemplo:
• Analfabetismo: 57,8% del total de la población, pero alcanza a 71.9% entre las mujeres.
• Expectativa de vida al nacer: 52,4 años.
• Tasa de mortalidad: 12,94 muertes cada 1.000 habitantes, lo que ubica al Reino en el puesto 43º a nivel mundial. La mortalidad infantil no se queda atrás: 100,4 cada 1.000 nacimientos, ubicándose dentro de una de las más altas mundiales.
Conclusión:
1. Mi recuerdo y lectura de Stiglitz llegó hasta el trabajo que le valió el Nobel (decisiones con información asimétrica, entre otros, en mercados financieros). Trabajo admirable por cierto.
2. El nuevo Stiglitz admira al Reino de Bután porque maximiza el Gross National Happiness. Seguramente llegó a esa conclusión sin mirar un solo dato de Bután, ya que un país en el cual 3 de cada cuatro mujeres son analfabetas y se muere el 10% de los chicos al nacer no es un ejemplo a imitar.
3. Esto demuestra que las afirmaciones que hace el profesor Stiglitz no se basan en analizar datos en forma profesional sino en preconceptos que algunos de sus seguidores «compran» sin mirar detalles.
4. Por eso, para que los argentinos podamos ser más felices, le sugiero al nuevo Stiglitz que vaya a dar conferencias al Reino de Bután, país al que admira simplemente por un eslogan y no por la calidad de vida de sus habitantes.
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