Riad - En medio de un clima de creciente tensión regional, los gobiernos de dos de las principales potencias rivales del golfo Pérsico, la monarquía de Arabia Saudita y la teocracia de Irán, advirtieron ayer que no temen una nueva guerra y que están listos para librarla.
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Amenazas de guerra actualizan la tensión Arabia Saudita-Irán
La monarquía sunita y la república teocrática chiita son enconados enemigos regionales. La primera tiene el respaldo de Washington.
“Arabia Saudita no busca la guerra, pero responderá con firmeza ante cualquier amenaza. No permitiremos que Irán lleve a cabo actos hostiles contra el reino. El reino responderá con toda la fuerza y firmeza si la otra parte elige la guerra”, aseguró el canciller saudita Adel al Yubeir en Riad.
Irán, por su parte, también intentó hacer un difícil equilibrio entre la moderación y la amenaza, pero identificó como su enemigo a Estados Unidos, el principal aliado internacional de la monarquía saudita.
“Nosotros no buscamos la guerra, pero tampoco la tememos. Esta es la diferencia con los estadounidenses”, advirtió Hossein Salami, comandante en jefe del cuerpo de élite de Irán, los Guardianes de la Revolución, en una ceremonia militar difundida por la televisión estatal.
“La filosofía de los estadounidenses es saquear naciones y allanar el camino a la esclavitud moderna y el dominio unilateral. Esa filosofía política genera guerra, no poder”, agregó.
En tanto, el propio Trump se sumó a la polémica internacional al afirmar por Twitter que “si Irán quiere pelear, ese será el fin oficial de Irán”.
La tensión empezó a crecer en la región cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio un giro de 180 grados a la política que había tenido su antecesor, Barack Obama, hacia Irán, y abandonó un acuerdo nuclear multilateral y volvió a imponer sanciones unilaterales a la República Islámica.
Desde entonces, las advertencias y las amenazas han sido constantes, pero hace unos días, la tensión alcanzó un nuevo pico cuando el Pentágono envió un portaaviones y bombarderos B-52 al golfo Pérsico para enfrentar potenciales amenazas iraníes, detectadas por la inteligencia norteamericana.
Poco después, Arabia Saudita denunció un ataque contra dos estaciones de bombeo de petróleo de la compañía estatal Aramco cerca de la costa de Emiratos Árabes Unidos e inmediatamente acusó a Irán.
El ataque finalmente fue asumido por el movimiento rebelde huti, al que Arabia Saudita bombardea hace ya cuatro años en Yemen y al que acusa de ser un títere de Teherán. Los hutíes son chiitas como Irán.
Las amenazas de Arabia Saudita e Irán coinciden con la víspera de la reunión del Comité Ministerial Conjunto de Supervisión encargado de verificar el compromiso pactado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) -de la cual tanto Riad como Teherán son miembros- y otros diez productores independientes, entre ellos Rusia.
La reunión contará con representantes de ambas potencias rivales y se realizará en Yeda, Arabia Saudita.
Agencias Télam y AFP
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