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arteBA, puerta de acceso de la fotografía a las colecciones

Jorge Miño, S/T; Serie: Puesta en escena. Fotografía digital.
Se produce así el triunfo de lo que Jean-Françoise Chevrier denomina el «formato cuadro», un tipo de presentación espectacular que hace que los coleccionistas no extrañen la pintura. Pero en realidad, ese formato monumental pertenece por derecho propio a la fotografía, como puede verse en las vallas publicitarias. El canadiense Jeff Wall pone de manifiesto esta doble pertenencia de la fotografía contemporánea en sus enormes tomas que citan al mismo tiempo a la historia del arte y a las gigantografías destinadas a los espacios públicos.
Incertidumbre
En manos de los artistas, la fotografía es uno de los medios más adecuados para investigar el mundo mediatizado en el que vivimos. En sus obras se manifiestan reflexiones sobre la naturaleza incierta de la realidad representada, la manipulación ideológica de los medios de comunicación, el documento social y la identidad individual y colectiva.
Sus recursos son ilimitados, como lo son las aproximaciones contemporáneas al medio fotográfico. Entre el registro frío y la parodia, entre la declaración política y la mirada intimista se despliega un espectro de producciones que invitan al pensamiento y el goce visual, el debate y la contemplación. Como el resto de los medios artísticos actuales, la fotografía se resiste a las definiciones y a las clasificaciones. Ya no suscribe a géneros ni a procedimientos de creación basados en métodos estructurados o fórmulas. De hecho, la habilidad técnica, base para toda apreciación de la fotografía hasta mediados de la década de 1950, se ha vuelto relativa en la obra de los autores que favorecen la preeminencia de la idea visual por encima de su realización material.
La llegada de la tecnología digital produjo una conmoción en el terreno de la creación fotográfica. Pero ésta resultó ser completamente diferente de la esperada. Si bien es cierto que los dispositivos digitales ha banalizado el acto de la producción fotográfica hasta transformarlo en un gesto desprovisto misterio, como contrapartida han enfatizado el valor de la producción analógica en vías de extinción. El anuncio del fin de la fabricación de los rollos de película y las cámaras mecánicas cayó como un balde de agua fría sobre los artistas que se resistieron -y muchos todavía lo hacen- al pasaje hacia lo digital. Pero al mismo tiempo determinó que la producción analógica anterior pase a ser un bien limitado y escaso, atesorable e histórico. Es decir, un bien con un valor de mercado elevado. Ahora no resulta nada extraño que el precio de una fotografía de principios del siglo veinte como la de Steichen haya alcanzado la cifra que la transformó en la más cara de la historia.
Walter Benjamin sostuvo que una de las características básicas de la fotografía era su reproducción ilimitada. Pero no tuvo en cuenta que los materiales que intervienen en el proceso fotográfico iban a alcanzar un límite. Hoy ese límite establece nuevos parámetros de originalidad y unicidad, reconduciendo la experiencia perceptiva de la imagen fotográfica hacia la de la pictórica, justamente aquella que era su oponente en el pensamiento del filósofo alemán.
Sin embargo, el valor de una fotografía no se circunscribe a la escasez de sus apariciones. Como en todo medio artístico, intervienen las evaluaciones críticas, históricas y estéticas, y también, de manera determinante, la valoración de su autor. El nombre del artista sigue siendo un dato relevante más allá incluso de las propiedades materiales de sus obras. Por eso ningún artista contemporáneo le teme a la fotografía digital. Su fantasma disolvente ha sido exorcizado por la consolidación del arte fotográfico como un ámbito sustentado en una historia, una crítica, unas instituciones y muy especialmente, en unos artistas reconocibles, cuyas obras son hoy los ejes de una historia del arte ampliada.
Todo este impulso ha hecho de la fotografía un arte de ferias. Al especificarse las claves de su valor, su circulación comparte los espacios de todas las producciones artísticas contemporáneas. Y aunque su entrada al museo y a la historia del arte es indiscutible, todavía le queda un camino por recorrer al interior de las colecciones privadas, sobre todo en nuestro país. Un camino que se va acortando en la inauguración de cada nueva feria.
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