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Cristina y Arancedo destraban a solas el nuevo Código Civil
Ya se aceptaron cambios en maternidad sustituta, adopción y comienzo de la vida
Tras el baño de santidad romana comenzaron a escucharse definiciones impensadas hace sólo un mes. Como la de Diana Conti que, en su rol de presidente pro témpore de la comisión que debería debatir el proyecto en el Congreso , profetizó que habrá cambios: "El nuevo Código Civil y Comercial no será de un partido o de un espacio político determinado: será de este Congreso", dijo la semana pasada en una reunión de esa comisión convocada casi al sólo efecto de anunciar urbi et orbi que habrá cambios al proyecto. Abrió así la recepción de propuestas.
Minutos después Conti descolocó a los presentes: "Hemos trabajado en algunas reformas. Se van a sorprender". ¿De qué hablaba?
En primer lugar se sabe que más allá de las posiciones distintas que planteó la oposición y lo que piensen RicardoLorenzetti, presidente de la Corte Suprema, Elena Highton de Nolasco y Aida Kemelmajer (los tres redactores de la reforma y unificación de los códigos Civil y Comercial), la posición de la Iglesia frente a algunos de esos cambios es lo que terminó de complicar el debate.
En Roma el tema revivió y estuvo presente, por lo menos en la reunión entre Cristina de Kirchner y el presidente de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo.
Y continúa en Buenos Aires con un pulido del proyecto original que se discute entre la propia Presidente y Arancedo.
Fue el efecto "Francisco", entonces, el que producirá esas sorpresas de las que habla Conti y que incluyen eliminar del escenario la creación de la figura del alquiler de vientres, legalmente conocido como maternidad sustituta (hoy imposible para el derechos argentino ya que no permite distinguir la maternidad genética de la madre portante); tambien habrá cambios en otro punto esencial de la reforma como es la fijación de los criterios para definir el momento del comienzo de la vida y por lo tanto de la persona y en el nuevo régimen de adopción, tema en el que existe acuerdo entre casi todos los bloques para introducir cambios.
En general, aparece como un código más "moderado" en sus cambios que el anunciado por Cristina de Kirchner en el Museo de la Casa Rosada y que llegó al Congreso con modificaciones importantes en relación con lo escrito por la comisión especial de jueces y juristas.
Hay un tema de la reforma, que no fue incluido por esos jueces en el proyecto, que cambió de sentido en los últimos meses y no por la presión de la Iglesia o el efecto del nuevo papa argentino sobre el Gobierno: la posibilidad de cancelar en pesos deudas contraidas en dólares entre particulares.
El artículo 765 tal como lo redactó la Casa Rosada abandonó la posibilidad de exigir la cancelación de obligaciones en dólar billete, cuando así se hubiera pactado, y que Lorenzetti, Highton y Kemelmajer habían mantenido. Ese artículo explica que "la obligación es de dar dinero si el deudor debe cierta cantidad de moneda, determinada o determinable, al momento de la constitución de la obligación. Si por el acto por el que se ha constituido la obligación, se estipuló dar moneda que no sea de curso legal en la República, la obligación debe considerarse como de dar cantidades de cosas y el deudor podrá liberarse dando el equivalente en moneda de curso legal".
Está claro que el debate sobre pesificación no se dio hace 9 meses cuando el impacto del cepo al dólar sobre el mercado cambiario es sensiblemente menor que el actual. Hoy es imposible pensar en pagos en dólares dentro del país cuando la opción de adquirirlos legalmente no existe para otra cosa que no sea viajes. Por lo tanto el Gobierno se moverá en este debate con mucha más tranquilidad habilitando en la reforma la nueva modalidad producto de la realidad que avanzó sobre los contratos.
La semana pasada se le informó a la oposición, en esa reunión en el Congreso, que en abril podrán conocer el dictamen del kirchnerismo. Los demás bloques deberán presentar sus propuestas de cambio, pero por ahora parece que miran de afuera un partido que juegan otros; un clásico de hace años. Ricardo Gil Lavedra, por lo pronto, sigue sosteniendo que la UCR va con dictamen propio.
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