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Cupones bursátiles
Como que la elección de la fecha en homenaje a los agentes bursátiles coincide con la primera página -en 1854- que se escribió con las operaciones que dieron efectivo inicio a nuestra Bolsa de Comercio.
También solemos hacer reverdecer que en la fundación de la Bolsa actual participa-ron «comisionistas» (que así se los llamaba) provenientes del primer intento en el país de poseer una entidad bursátil: la Bolsa Mercantil, frustrado proyecto de Bernardino Rivadavia del que -al poco tiempo- sólo quedaron los agentes que habían sido designados.
Y que no dejaron de portar la llama -atravesando el período de Rosas y los tiempos difíciles que allí se dieron, forjando la casi leyenda que fue «El camoatí»-.
Metamorfosis
Los «comisionistas» for-maron luego la que fue la primera cámara adherida a la Bolsa de Comercio. Y hasta llegar a 1929 -el 5 de marzo- cuando consiguen instaurar el Mercado de Títulos y Cambios que, posteriormente, resultara la cuna para la fundación del Mercado de Valores de Buenos Aires.
Junto con empresas e inversores, resultan partes de la trilogía básica del sistema para que se origine diariamente el «hacer mercado». Y convirtiendo inversiones de largo plazo en otras de inmediata liquidez (su misión principal).
En otro 7 de diciembre nos complace recordar los aspectos esenciales de los que hoy son «agentes y sociedades de Bolsa» que -además- constituye el agradecimiento a tantos profesionales que hemos conocido y de quienes hemos aprendido no sólo a interpretar, sino a mantener viva la pasión por el sistema bursátil. Y si algo debiéramos resaltar de una larga etapa, en paralelo con ellos, es cómo han variado tanto las formas y los instrumentos sin que se haya perdido el espíritu central de la profesión.
De qué modo fue bajando el promedio de edad de los agentes, en qué medida ha variado el ritmo que imprimen. Y, vale decirlo, la preparación superior que hoy poseen, compensando experiencia, arte de operar e instinto de sus antecesores. De «la chapa y la tiza» a las terminales: siempre un eslabón imprescindible. ¡Feliz día!
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