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Desahogo colectivo en México contra el atroz dominio de los narcos
Millones de mexicanos siguieron ayer el festejo en las calles. En la Macroplaza de Monterrey se congregaron las familias para ver un impactante espectáculo. La violencia de los narcos se hizo sentir, pero no impidió las celebraciones centrales.
El «viva México» fue repetido desde humildes vendedores de tortillas (comida popular a base de harina de maíz) hasta el presidente Felipe Calderón, que ayer volvió a usar la fórmula al revivir en Dolores (centro) la proclama original con la cual el cura Manuel Hidalgo llamó a la insurrección contra la corona española.
«Sí, ha sido un desahogo. Los propios gobiernos nos pidieron quedarnos en casa y ver el espectáculo por televisión. Pero es un momento difícil y teníamos que estar aquí. Lo necesitábamos», afirmó Daniel Vázquez en la plaza del Zócalo de México DF, colmada por más de 60.000 personas.
Son muchos meses los que el crimen organizado lleva cometiendo atrocidades casi a diario que impactaron en el ánimo del país, además de fracturar su imagen exterior. Pero las ceremonias del bicentenario lograron vencer el escepticismo que se apoderó de muchos mexicanos y llevaron a millones a las calles para presenciar los conciertos y desfiles, así como la parada militar de ayer, en la que participaron ejércitos de 17 países.
Las celebraciones contaron con tropas de España, Estados Unidos, la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Perú y Venezuela, entre otros. La presencia de 600 militares extranjeros causó sorpresa a miles de mexicanos que se apostaron a lo largo del recorrido de 8 kilómetros y que por primera vez veían ondear en un desfile patrio banderas de otras naciones y uniformes variados.
Las celebraciones se repitieron en varias ciudades del país, como en Monterrey.
La desconfianza, que la hubo, había sido alimentada por las imágenes de horror que cotidianamente se instalan en los noticieros y las primeras planas de los diarios. Pero también por el antecedente inmediato de 2008, cuando una ceremonia de la independencia culminó en tragedia en Morelia (oeste), donde la explosión de dos granadas mató a ocho personas y dejó un centenar de heridos.
Este año, además, los mexicanos vieron cómo las organizaciones criminales amplían su repertorio de terror con la explosión de coches bomba y la matanza de 72 inmigrantes.
«Tenía temor, sobre todo por mi mujer y mis hijos. Pero no podemos vivir con miedo porque eso es admitir que ellos están ganando. Hay que tomar precauciones pero no tener miedo», explicó Juan Cervantes, que asistió con su familia desde Guanajuato, unos 400 kilómetros al norte.
Pese a la fiesta, muchos aceptan que hace tiempo que no ven razones para celebrar. «¿Qué pasa con todos los pobres que hay y con los que tienen agua en su casa (de las inundaciones en el sur y el este del país)? Todo lo que se ha gastado aquí debería haber ido para ellos. ¿Te imaginas lo que les importa ahora el bicentenario?», cuestionó Gregorio Espinosa, de 74 años. Conciertos, desfile y un espectáculo pirotécnico de luz y de sonido fueron parte del programa de celebración, que tuvo una factura de u$s 40 millones y que, sin embargo, decepcionó a los más exigentes. Ocurre que en México la celebración de la independencia suele vivirse todos los años como una festividad popular.
«Esperábamos más de esta fiesta, por lo que nos habían anunciado y por lo que se gastaron», sostuvo Alberto Núñez.
A otros el festejo sí los dejó satisfechos, como a Gerardo Sánchez, quien consideró que «los fuegos artificiales estuvieron bien. Las actuaciones también, pero sobre todo la seguridad, me pareció muy dura».
Agencias AFP y DPA


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