19 de marzo 2013 - 00:00

El mensaje de Francisco: la revolución del amor, la justicia y la austeridad

El papa Francisco, cuando aún era el cardenal Jorge Bergoglio, reunido con el gobernador Capitanich, en el Chaco, el 25 de marzo de 2010.
El papa Francisco, cuando aún era el cardenal Jorge Bergoglio, reunido con el gobernador Capitanich, en el Chaco, el 25 de marzo de 2010.
La República Argentina hoy con la consagración de Su Santidad Francisco vive un momento de júbilo y de enorme trascendencia mundial en virtud de haber aportado el hombre más importante de su historia a la humanidad: simple y llanamente el vicario de Cristo.

No habrá ni ahora, ni nunca ni en los años por venir tamaña personalidad de magnitud y alcance mundial nacido en suelo argentino.

La trascendencia del papa Francisco no se da únicamente por ser el primer argentino, latinoamericano o americano ungido por la gracia de Dios y el Espíritu Santo en la máxima autoridad de la Santa Iglesia Católica sino por las circunstancias especiales y el contexto internacional que caracterizan a su papado.

No cabe la menor duda de que el principal problema de la humanidad es precisamente la injusticia social internacional, y la elección de su nombre en homenaje a Francisco de Asís implica una opción preferencial por los pobres.

El mensaje prístino de caminar, construir y confesar con la cruz y la sangre de Cristo transmite el mensaje más revolucionario de nuestro tiempo, es la revolución del ser. Es la revolución de la sencillez y de la humildad. Es la revolución del amor y de la justicia. Es la revolución de la austeridad y la vocación de servicio.

El liderazgo mundial hoy es motivo de discusión. Y el estilo de liderazgo debe inexorablemente conjugar la combinación de tres atributos: ética, estética y poética.

La ética de la convicción y de la responsabilidad. La estética como continente de la ética y expresión esencial de la gestualidad (pago la cuenta del hotel, voy en el mismo colectivo que los demás, pido al pueblo de Dios que ore por mí). La poética, con la claridad conceptual del lenguaje para transmitir conocimiento, pero también empatía colectiva que se traduzca en conciencia popular.

En definitiva, los primeros pasos de Francisco fueron claros y explícitos: un pastor con aptitud y actitud para construir liderazgo espiritual de alcance planetario.

De 7.000 millones de personas en el mundo, 1.200 millones profesan la fe católica, cerca de 2.200 millones de personas son cristianas, sumando protestantes y ortodoxos.

El rol de Francisco es al mismo tiempo liderazgo espiritual y capacidad para construir un diálogo interreligioso amplio que tumbe barreras para orar por un solo Dios que nos ama y nos protege. Es propiciar la paz universal y la hermandad entre los pueblos. Es impulsar nuestros valores para terminar con la guerra y la injusticia social.

Es al mismo tiempo una tarea pastoral y política en el más amplio sentido de la palabra.

El Colegio Cardenalicio iluminado por el Espíritu Santo ungió a nuestro Papa con una decisión estratégica que encierra en sí misma ciertas conclusiones preliminares:

a) Premiar con la designación de un papa no europeo al continente de mayor número de fieles, lo cual implica reconocer la impronta y la tarea pastoral desplegada.

b) Redefinir un nuevo mapa mundial de la espiritualidad con un cambio dinámico de la agenda pastoral para llegar más inmediatamente a los fieles, de un modo directo y franco, aceptando que la fe es sinónimo de esperanza y los pobres del mundo su referencia universal.

c) Limitar el número de años de ejercicio del pontificado eligiendo personas de mayor edad, pero con la plenitud de la formación y

la experiencia necesaria para promover cambios rápidos, estructurales y radicales que terminen con el estancamiento de la Iglesia en su relación con los fieles del universo.

d) Promover desde esta nueva elección una nueva organización de la Santa Iglesia Católica más moderna, más participativa y más descentralizada.

Esta agenda compleja por las expectativas y las necesidades deberá configurarse con un nuevo diseño de representación de cardenales y obispos y diócesis en el mundo, alentando vocaciones y promoviendo un espíritu evangelizador y misionero y quizá la convocatoria a un nuevo Concilio implicará la ampliación de nuevos actores (Cardenales) para la toma de decisiones estratégicas de alcance mundial.

Que estas expectativas, sin lugar a dudas, iluminen a nuestro Pontífice para que su plenitud de pastor implique la edificación de una Iglesia para nuestros pobres y desposeídos de la Tierra.



(*) Gobernador del Chaco y vicepresidente del PJ

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