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Festivo retorno de Händel al Colón con notable “Rinaldo”
Es un hecho para celebrar el que el Teatro Colón haya incluido en su temporada un título importante dentro del catálogo de Georg Friedrich HTMndel: «Rinaldo» (1711), que marcó el inicio de la carrera londinense del compositor. Increíblemente, sólo cuenta como antecedentes en sus temporadas líricas oficiales «Giulio Cesare» en 1968 y «Serse» en 1971, ambas con dirección de Karl Richter; quizá sea el inicio de una presencia recurrente en el Colón de las obras del «caro sassone», como lo es en otros grandes teatros del mundo.
Otro acierto fue haber dejado la realización musical en manos de un especialista como Martin Haselböck, quien ya nos había visitado junto a su ensamble Musica Angelica. Se optó por una solución de menor costo del que hubiera constituido la contratación de una orquesta con instrumentos de época: requerir la participación de músicos de la Estable y reunir un continuo de especialistas argentinos (dos claves, archilaúdes, guitarra barroca y teorba) más tres flautas dulces invitadas, con un resultado homogéneo y altamente satisfactorio. En los solos instrumentales se destacaron Rubén Albornoz (oboe), Freddy Varela Montero (violín), Mercedes Blanco Mengoni (flauta dulce) y Norberto Broggini a cargo la espléndida y muy difícil parte de clave del aria «Vo far guerra» en la que HTMndel mismo deslumbraba al público de Londres.
El cuadro de cantantes fue casi inmejorable, tanto por la calidad de sus integrantes como por el hecho de que prácticamente todos son especialistas en este repertorio. El papel titular dio al contratenor tucumano Franco Fagioli una oportunidad perfecta para lucir coloratura, rango vocal holgado, sabiduría y creatividad en las variaciones y expresividad, cualidades que de haber estado acompañadas por una mayor claridad en la articulación de las vocales habrían hecho de su Rinaldo una composición antológica. Otra argentina de carrera internacional, Verónica Cangemi, fue una Almirena sobresaliente en todo aspecto, y exquisita en la muy transitada «Lascia chio pianga».
Compenetrada con el papel de Armida, la letona Inessa Galante llevó a cabo una labor notable, aunque su tendencia a precipitar los valores breves la llevó a incurrir en desfases. Con la belleza vocal, la inteligencia del canto y el compromiso dramático que lo caracterizan, Víctor Torres (la única voz grave del reparto) fue un Argante memorable. Daniel Taylor brilló como Goffredo, junto a dos jóvenes colegas de cuerda argentinos: Damián Ramírez, sorprendente Eustazio, y Lucas Villalba, un Mago muy correcto. Las sirenas de Marisú Pavón y Oriana Favaro y el Heraldo de Gabriel Centeno completaron adecuadamente el elenco.
El carácter de versión concierto resta algo del encanto a esta «ópera mágica»; un par de efectos de sonido y los desplazamientos de los cantantes intentan suplir en parte tal circunstancia, pero no se advierte una dirección clara en este sentido y además la necesidad de mirar la partitura los ata casi constantemente; aun así el estreno argentino de «Rinaldo» en el Colón resulta una experiencia que vale la pena vivir con los ojos y los oídos bien abiertos.
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