20 de abril 2011 - 00:00

Fidel Castro le entregó el PC a Raúl y empieza dolorosa reforma

Fidel Castro se presentó ayer en público en la jornada de cierre del VI Congreso del Partido Comunista Cubano. No habló y le cedió el centro de la escena a Raúl, quien encara el difícil desafío de evitar el colapso de la economía dirigida de la isla.
Fidel Castro se presentó ayer en público en la jornada de cierre del VI Congreso del Partido Comunista Cubano. No habló y le cedió el centro de la escena a Raúl, quien encara el difícil desafío de evitar el colapso de la economía dirigida de la isla.
La Habana - Fidel Castro renunció ayer a su último cargo oficial y entronizó a su hermano Raúl como máximo responsable del Partido Comunista de Cuba (PCC), desde donde buscará imponer un plan de apertura económica que es visto como la última oportunidad para evitar el colapso de la economía nacional.

El PCC cerró ayer su VI Congreso, que oficializó la sustitución de Fidel Castro por su hermano como primer secretario de la organización, con lo que se completó formalmente el traspaso de poderes iniciado en 2006 cuando el líder de la Revolución delegó sus cargos al caer enfermo.

Para la segunda secretaría de la organización, la que Raúl Castro había ocupado hasta ahora en el partido, el PCC designó a José Ramón Machado Ventura, el primer vicepresidente del país e «histórico» de la Revolución que se afianza como número dos del régimen. Este dirigente tiene 80 años, por lo que aún está por verse hasta qué punto Raúl Castro podrá cumplir su promesa de renovar la conducción partidaria, llena en la actualidad de cuadros vetustos.

En el nuevo comité central del PCC -máximo órgano entre congresos-, que cuenta con 115 miembros, aumentó la cuota racial y la femenina, aunque se mantienen buena parte de los «históricos» de la Revolución. Lo mismo ocurre en el buró político, que pasará de 24 a 15 miembros pero sólo tres de ellos son nuevos: el resto son veteranos de la «vieja guardia» y militares.

Evaluación

En cualquier caso, el PCC celebrará el 28 de enero próximo una Conferencia Nacional para evaluar el trabajo del Partido y determinar «las transformaciones necesarias dentro de la organización».

La proclamación de Raúl Castro, de 79 años, como jefe de los comunistas cubanos se produjo en presencia de un Fidel Castro (84) que en las últimas semanas, e incluso ayer mismo, insistió en que había renunciado a todos sus cargos hace casi cinco años y que nunca pretendió volver a ejercerlos. Con todo, los documentos del PCC lo mantenían hasta este Congreso como su máxima autoridad, lo que ayer fue formalizado.

Con las riendas del partido en sus manos Raúl Castro asume, según dijo, su «última tarea» con la misión principal de seguir perfeccionando el socialismo «y no permitir jamás el regreso del régimen capitalista» a la isla.

También dedicó parte de su discurso a su hermano -quien no habló en el acto de clausura- para resaltar que «Fidel es Fidel» y que «no precisa de cargo alguno para ocupar siempre un lugar cimero en la Historia, en el presente y en el futuro de la nación cubana».

«Mientras tenga fuerzas para hacerlo, y afortunadamente se encuentra en la plenitud de su pensamiento político, desde su modesta condición de militante del partido y soldado de las ideas continuará portando la lucha revolucionaria y los propósitos más nobles de la humanidad», afirmó.

Además de sus decisiones orgánicas, el VI Congreso comunista cubano había aprobado en la víspera el plan de reformas económicas planteado para superar la crisis que arrastra el país.

El plan económico emprendido por el nuevo líder del PCC plantea una apertura a la iniciativa privada, que para los críticos con el régimen es «muy limitada y tardía». Con todo, otros observadores destacan que el proyecto de «actualización económica» incluye la ampliación del trabajo privado por cuenta propia, la posibilidad de tomar empleados, un recorte de un millón de empleos en el Estado, más autonomía a la gestión de las empresas públicas y la eliminación de subsidios en educación y salud, entre otros.

Estas medidas parecen ir en la dirección del «modelo chino», una posibilidad de la que se venía hablando hace años.

Ayer el gobernante expresó su convencimiento de que Cuba se encuentra entre «un reducido número de países» que cuentan con condiciones para transformar su modelo y salir de la crisis sin traumas sociales. También advirtió que la actualización económica «no es milagro que pueda lograrse de la noche a la mañana» y que el despliegue del plan de reformas será gradual a lo largo del próximo quinquenio.

«El principal enemigo que enfrentamos y enfrentaremos serán nuestras propias deficiencias», dijo Raúl Castro, quien reiteró que se harán los cambios y rectificaciones que hagan falta sin poner en riesgo la unidad de Cuba en torno a su Revolución.

Agencias EFE, Reuters, AFP, DPA y ANSA

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