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La hora de gloria del gran renovador de la derecha
El dirigente «tory», que afronta la complicada tarea de gobernar con el apoyo de una formación en principio bastante más progresista que la suya, se presentó al electorado como el hombre que logró modernizar el anquilosado Partido Conservador para transformarlo en una verdadera alternativa de gobierno.
Aunque ideológicamente siempre se ha mostrado más bien ambiguo, ha defendido un conservadurismo «compasivo» para distanciarse del neoliberalismo feroz de sus antecesores y de la etiqueta de «Nasty Party» (partido malvado) que se ganaron los «tories» tras los años más duros del thatcherismo (1979-1990).
En su esfuerzo por reinventar su partido, relegado a la oposición durante trece años, Cameron lo depuró de sus elementos más reaccionarios y parece haber neutralizado -al menos por el momento- las diversas corrientes internas enfrentadas en asuntos como la relación con las minorías o la Unión Europea (UE).
Tarea exigente
Ahora que ha llegado al poder, se enfrenta a la exigente tarea de mantener la unión dentro de su formación al tiempo que complace a sus socios liberaldemócratas (ver nota aparte).
Cameron se define a sí mismo y a sus ideas a partir de su experiencia como «hombre de familia».
En un reciente artículo en The Daily Telegraph, defendió su crianza acomodada y reveló que sus padres le habían inculcado el «optimismo» y enseñado que «la vida es algo más que hacer dinero».
Cameron no se crió en un ambiente político, sino que fue un viaje a la antigua Unión Soviética en 1985 lo que lo hizo «cuestionarse el mundo», tras lo cual desarrolló valores que aún conserva, como que «el Estado es tu sirviente, nunca tu dueño».
De su correligionaria Margaret Thatcher admira «la fuerza de sus convicciones» para enfrentarse, entre otros, a los sindicatos que, en su opinión, impedían avanzar al Reino Unido.
Sin embargo, a diferencia de «la dama de hierro» -hija de un tendero y entre los primeros líderes «tories» sin pedigrí-, Cameron debe luchar contra su imagen de elitista alejado de la realidad.
Nacido en Londres el 9 de octubre de 1966 en una familia de financistas con raíces nobles, David Donald William Cameron se educó en los mejores centros del país, entre ellos Eton (1979-1984), donde estudia tradicionalmente la realeza, y en la universidad de Oxford (1985-1988), en la que se licenció en Filosofía, Política y Economía.
En su época universitaria conoció al actual alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, en el polémico y exclusivo Bullingdon Club.
Su primer trabajo fue en 1988 en el Departamento de Investigación del Partido Conservador, donde fue promocionado hasta convertirse en parte del equipo del entonces primer ministro británico, John Major.
En 1996 se casó con Samantha, también de familia aristocrática, con la que ha tenido tres hijos: Ivan -fallecido el año pasado a los 6 años-, Nancy, de 6 años, y Arthur, de 4. Ahora espera el cuarto.
Entre 1994 y 2001 trabajó como director de comunicaciones para la cadena de televisión Carlton, puesto desde el cual se enemistó con varios periodistas británicos, uno de los cuales, Ian King (de The Sun), lo describió como «un individuo venenoso y resbaladizo».
Tras presentarse sin éxito a las elecciones en 1997, en 2001 consiguió su primer escaño parlamentario por la circunscripción de Witney -un feudo conservador-, tras lo que fue ascendido en 2005 a portavoz de Educación de la oposición bajo el liderazgo de Michael Howard.
Después de ser director de coordinación política en la campaña electoral de mayo de ese año, presentó su candidatura para liderar el Partido Conservador, cargo que asumió en diciembre de 2005 tras imponerse en votación a varios de sus colegas.
Su excelente oratoria y su mejor memoria -que le permite hacer discursos enteros sin notas-, y su imagen de conservador moderado y sensato le permitieron devolver a los «tories» a la primera línea política y, ahora, a Downing Street.
Agencia EFE
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