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La sorprendente marcha de “El Mito”
"Las armas no alimentan la violencia, las flores no traen la paz", proclama entre los puestos del mercado, con los pulgares hacia arriba y una gran sonrisa este legislador que ocupa un escaño en la Cámara desde hace 27 años.
Y no se niega a ninguna "selfie", en particular con mujeres, con las que trata de congraciarse después de sus declaraciones misóginas. De hecho, un 43% de las mujeres dice que no lo votaría jamás.
También genera un fuerte rechazo en las comunidades negra y LGBT por sus propósitos racistas y homófobos; ha dicho por ejemplo que preferiría ver a un hijo suyo "muerto en un accidente antes de que sea homosexual".
"Que las encuestas le den casi un 20% a Bolsonaro es una verdadera vergüenza", afirma el académico Ruy Fausto, autor de "Caminos de la izquierda: elementos para una reconstrucción".
"No va a ganar, pero basta con ver este tipo de voto para comprender que el país está mal", agrega.
Con 8,5 millones de seguidores en Facebook, Twitter e Instagram, Bolsonaro tiene una fuerza de ataque muy superior a la de cualquier otro de los doce candidatos.
Tiene un gran poder de atracción entre los jóvenes nacidos después de la dictadura: un 60% de sus seguidores tiene menos de 34 años. Católico, corteja también a las iglesias evangélicas.
Este heraldo de la ley y el orden atrae también a los pobres, a la clase media y a intelectuales.
Para combatir la violencia en Brasil, que el año pasado alcanzó el récord de casi 64.000 homicidios, Bolsonaro propuso flexibilizar las leyes sobre el porte de armas para los "buenos ciudadanos".
"Si alguna vez alguno de nosotros, civil o militar es atacado y toma represalias con 20 disparos, debería ser condecorado y no condenado", dijo en Madureira.
Bolsonaro encontró a su vicepresidente: el general de reserva Antonio Hamilton Mourao, quien afirmó en 2017 que si la situación política continuaba deteriorándose, el Ejército se vería obligado a "imponer una solución" en Brasil.
El candidato anunció que, de ser elegido, daría seis ministerios a los generales. "También quiere darle a la Policía Federal un mayor papel en la lucha contra el crimen organizado", dijo David Fleischer, profesor emérito de ciencias políticas de la Universidad de Brasilia.
Aun así, debería resultarle difícil constituir una mayoría para gobernar.
Las elecciones brasileñas están en una etapa tan impredecible que la hipótesis de un presidente de ultraderecha ya no parece descabellada.
"Hay pocas posibilidades de que sea elegido", dijo David Fleischer. Pero "depende de quién esté liderando en la segunda ronda": Marina Silva (ecologista), Ciro Gomes (centro izquierda) o Geraldo Alckmin (centro derecha).
Aquellos a quienes el progreso de Bolsonaro hace temblar, se aferran a la esperanza de que su fortaleza en los sondeos se debilite con el inicio este fin de semana de la campaña por radio y televisión.
Esos espacios se atribuyen proporcionalmente a las bancadas legislativas y la del Partido Social Liberal (PSL) de Bolsonaro dispondrá de anuncios de apenas 8 segundos. Alckmin, en cambio, gracias a sus alianzas, podrá explayarse durante 5,32 minutos.
Agencia AFP |
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