1 de noviembre 2010 - 13:56

Los caranchos vuelan muy bajo

Los caranchos vuelan muy bajo
La sorpresiva muerte del ex presidente Néstor Kirchner dejó a los argentinos perplejos y anonadados. Desapareció el constructor y motor de la política argentina de los últimos años. Cada uno de sus gestos y acciones tenía su correlato en el escenario de la realidad cotidiana de nuestro país.

A pesar de su delicado estado de salud de los últimos tiempos, ni los más avezados analistas políticos previeron un país sin su presencia física, sin su impronta personal. No sólo en ello fallaron los gurúes de la política, sino también en la reacción de la gente y el respaldo que le dio en el último adiós.

Muchos de los que no compartían las políticas y, fundamentalmente, las formas del ex presidente se emocionaron viendo a todos esos jóvenes que se convocaron boca a boca, o por sus redes sociales, y que le hicieron de guardia de honor durante la despedida en la Casa Rosada. Fue Felipe Solá quien realizó la más perfecta descripción de lo acontecido estos días, cuando sorprendido por la presencia de la gente y emulando aquella frase de Perón acerca de que la única verdad es la realidad, dijo: «El que muere rodeado del pueblo por algo será, es así, es la verdad».

Sin embargo, cuando aún no se habían realizado las exequias de Kirchner, en una actitud deplorable, algunos comenzaron a sembrar insistentemente el rumor de cambios en el gabinete, tratando de esmerilar la imagen de la Presidente y de algunos ministros. Estas actitudes se contraponen a lo que expresó la voluntad popular en las últimas horas, y a la madurez democrática demostrada por la oposición política, que públicamente se comprometió a apoyar a la presidente de la Nación en esta difícil coyuntura.

Las agallas de las clases dirigentes se ven en los tiempos turbulentos. Éste es el momento en que es menester cerrar filas alrededor de las instituciones, donde debe primar el diálogo entre los referentes políticos; ése es el mejor antídoto para que los caranchos que sobrevuelan la realidad argentina no puedan apoyar sus garras sobre ella.

Es imperioso, también, que acompañando a esa clase dirigente todos los argentinos adoptemos un compromiso responsable; esto no debe traducirse en uniformidad de ideas, sino todo lo contrario, en un crisol de ellas. Ése es el gran desafío de los próximos tiempos: terminar con los enfrentamientos y confrontaciones y poder construir en el respeto y en la diversidad, sin necesidad de que los caranchos nos marquen la agenda ni el destino.



* CEO de Ámbito Financiero

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