26 de octubre 2015 - 00:00

Murió Maureen O’Hara, una gigante irlandesa

Ya en silla de ruedas, Maureen O’Hara recibe un Oscar a la trayectoria de manos de Clint Eastwood y Liam Neeson.
Ya en silla de ruedas, Maureen O’Hara recibe un Oscar a la trayectoria de manos de Clint Eastwood y Liam Neeson.
Pelirroja de ojos verdes, expresión firme y labios decididos, Maureen O'Hara fue la gitana Esmeralda en la mejor versión de "El jorobado de Notre Dame", la compañera ideal de William Cody en la mejor versión de "Buffalo Bill", la maestra antinazi de "Esta tierra es mia", la orgullosa Mary Kate de "El hombre quieto", niñera moderna, profesora divertida, mujer secreta, sultana decidida, princesa, condesa, hija de mosquetero, Lady Godiva, dama en pleno Oeste, reina del technicolor, y casi por último, después de larga ausencia, la temida madre del gordo John Candy en la comedia "Tú, mi mamá y yo".

Fue la rival de Katharine Hepburn, Deborah Kerr y Gene Tierney, la pareja inquietante de hombres como Henry Fonda, Adolphe Menjou, Walter Pidgeon, Tyrone Power, Joel McCrea, Errol Flynn, Anthony Quinn, Brian Keith, y sobre todo el hoy olvidado John Payne y el mítico John Wayne. Con Payne hizo "Honor a las armas", "Conflicto sentimental", el clásico navideño "Miracle on 34th. Street" y "Tripoli". Con Wayne, "Rio Grande", "El hombre quieto", "Alas de aguila" (las tres dirigidas por John Ford), "Hombre de verdad" y "Gigante entre los hombres".

Nació en agosto de 1920 como Maureen FitzSimons en un suburbio de Dublin llamado Ranelagh, hija de una contralto y un futbolista. De niña destacó en deportes y teatro, ganó premios, y apareció como partiquina en dos películas. La vio el gran Charles Laughton, la contrató, le cambió el apellido, y juntos hicieron "La posada maldita" (Alfred Hitchcock, pero medio fallida) y luego, ya en Hollywood, "El jorobado de Notre Dame" (William Dieterle) y "Esta tierra es mía" (maestro Jean Renoir). A esa altura también la vio John Ford, irlandés como ella. Juntos volvieron a su tierra, primero de mentira, en "¡Qué verde era mi valle!", y años después de verdad, para los bellísimos exteriores de "El hombre quieto". Con la primera empezó la gloria, con la segunda se afirmó el mito.

Del resto, cabe consignar un hijo, nietos, bisnietos y tres matrimonios, el tercero con Charles Blair, piloto de pruebas y civil, pionero de vuelos transatlánticos y polares que llegó a general de reserva. Con él salió de Hollywood y se instaló en St. Croix, Islas Vírgenes, donde ambos regentearon una empresa de hidroaviones, hasta la muerte de él en un accidente aéreo en 1978. Ella siguió en la empresa durante algunos años, convirtiéndose en la primera mujer que condujo una empresa aérea, y sólo volvió para acompañar los últimos días de su amigo John Wayne ("yo lo hice sexy", bromeaba).

Después fue alternando entre su mansión en las colinas irlandesas y el hogar de su nieto en las Montañas Rocosas, y aceptó hacer tres telefilms. El último, en el 2000, "The Last Dance". En 2004 presentó "Tis Herself. An Autobiography". Y el año pasado, ya en silla de ruedas, recibió el Oscar a la Trayectoria, de manos de Clint Eastwood y Liam Neeson. Antes la habían galardonado las Academias Británica y de Irlanda, entre otras.

Dicen que el viernes se durmió escuchando la música de su película preferida, "El hombre quieto". Y que, por eso, es como si hubiera muerto en su Innisfree de sueños, y no en Boise, Idaho. Puede ser. Ahora descansará en el Cementerio Nacional de Arlington, junto a su esposo.

Paraná Sendrós

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