3 de agosto 2010 - 00:00

“No es bueno saltar etapas en el arte”

Daniela Herrero: «Me hacía falta parar un poco, tomar conciencia de qué quería con claridad en mi carrera artística».
Daniela Herrero: «Me hacía falta parar un poco, tomar conciencia de qué quería con claridad en mi carrera artística».
Daniela Herrera era tan pequeña cuando empezó que ni siquiera está segura de querer recordarlo. A los 11 años ya cantaba blues y baladas rockeras en los encuentros familiares; a los 14 debutó frente al público en Oliverio Allways, el pub que había entonces en el subsuelo el hotel Bauen. Fue precisamente en aquellos shows que nació la relación con una discográfica transnacional. Y así llegó su primer álbum, simplemente titulado «Daniela Herrero», que fue editado en el año 2000.

«Aquel debut en el ruedo grande de manera tan prematura, me jugó al mismo tiempo a favor y en contra», dice Herrero, que sigue siendo muy joven (nació en 1985), apenas iniciada el diálogo con este diario. «Traté de llevarlo lo mejor que pude, pero ahora, visto con cierta distancia, creo que no está bueno saltar etapas, tener tanta exposición con tan poca edad. Si pudiera elegirlo de nuevo, no lo repetiría».

Desde entonces, la cantante ha transitado un camino de mucha exposición pública, otros dos álbumes producidos y editados por el mismo sello («No voy a mentirte» de 2003 y «El espejo» de 2006), un recorrido por estilos musicales como el blues, el rock y el pop. Algo, sin embargo, la llevó a detenerse y no grabar nuevos discos, hasta el reciente «Altavoz», con catorce temas casi íntegramente propios -las letras sí lo son siempre-, que presentará en vivo el próximo 11 de agosto en La Trastienda.

Periodista: ¿Eso de que no repetiría una exposición pública tan prematura significa que es un mito eso del «juego» adolescente que se disfruta plenamente?

Daniela Herrero: Todo lo que digo, es desde la perspectiva del tiempo. En ese momento me gustaba, claro. Me decepcionó, en principio, cuando tuve que dejar de lado a mis músicos, con quienes hicimos el primer demo, bajo la supervisión de Zeta Bosio, en el estudio El Pie. Pero después fue toda una aventura grabar aquel primer disco en Madrid, bajo la dirección de Alejo Stivel y con la participación de músicos muy importantes como, por ejemplo, Fernando Lupano o Fernando Samalea, que en ese tiempo tocaban con Charly García.

P.: ¿Cuán consciente era del lugar que empezaba a ocupar?

D.H.: Me parece que muy poco. Y por eso, a la vez que me divertía, por mi propia inmadurez y la inexperiencia que eso conlleva, me daba cuenta de que yo no podía dirigir mi vida. Pero bueno, así sucedieron las cosas y ahora todo resulta en una experiencia que me es valiosa.

P.: ¿Qué la llevó a esta larga impasse en su carrera musical?

D.H.: Me hacía falta parar un poco, tomar conciencia de qué quería con claridad. De algún modo, esto que siento como un camino nuevo, o en todo caso mucho más personal, arrancó con el disco anterior, «El espejo». Pero ahora, me parece que soy mucho más dueña de la situación y, desde las letras de las canciones en adelante, yo tuve que ver absolutamente con todo lo que resultó.

P.: «Altavoz» fue hecho con una agencia local y, de algún modo, funciona como una producción independiente. ¿Tiene que ver con eso su comentario?

D.H.: Quiero aclarar para que no queden dudas, que no estoy en contra de la industria y que, por supuesto, soy parte de ella. La diferencia ahora es que ya no siento que tengo que lidiar con esa industria sino que puedo asociarme y trabajar sin someterme a ninguna presión.

P.: ¿El cambio hacia un sonido más rockero va en la misma dirección?

D.H.: Mi música es el rock nacional. Charly, Spinetta, Pedro Aznar. Son los músicos que escuchaba mi viejo y con los que me crié. Creo entonces que las canciones me salen en ese lenguaje que está entre el rock y el pop; aunque en algunos temas sobresalga un sonido más rockero que fuimos trabajando con el director y productor del disco, Rodrigo Crespo. Fue un álbum grabado con mucho placer y creo que se nota. Lo hicimos en vivo, o sea registrando todos los instrumentos juntos. Las voces las pusimos siempre de madrugada y varias veces logramos momentos mágicos. Y ahí está para que digan qué les parece. Sé que podría haber grabado un disco de canciones pegadizas que, quizá, fuera mucho más comercial. Preferí hacerlo así, y me parece que es un buen trabajo.

P.: ¿Nunca pensó en cambiar de profesión en este tiempo?

D.H.:
La verdad es que no. Aunque no tengo una buena formación, porque apenas estudié un poco de guitarra y de piano, siempre supe que quería ser cantante. Tengo una abuela pianista clásica, a la que le gustaría que yo cantara boleros, y un padre muy melómano. La música está en mi vida y ojalá pueda seguir estando. Por ahora, quiero presentar «Altavoz» en La Trastienda, después haré otros shows por las provincias del Norte y, en el futuro, seguir haciendo muchos otros discos.

Entrevista de Ricardo Salton

Dejá tu comentario