Tres documentales independientes, muy distintos entre sí, evidencian la riqueza del género en nuestro cine, pero también ciertas limitaciones.
Con una figura del ajedrez, "La jugada del peón" alude al accionar de pequeños productores rurales, vecinos de pueblos cercanos a sembrados de soja, y ecologistas, frente a las grandes empresas acopiadoras y vendedoras de semillas transgénicas que imponen un herbicida bastante cuestionado. Desarrollando abundante material de archivo, la obra quiere abarcar demasiados aspectos, peca de extensa y a veces también de maliciosa (por ejemplo, alguien dice que la Sociedad Rural da espacio a un propagandista del glifosato, pero sólo vemos al sujeto haciendo su propaganda en la Feria del Libro, que alquila un espacio a la Sociedad Rural). Antológico, en cambio, el hallazgo de una charla en la televisión inglesa, donde un vocero asegura: "No creo que el glifosato en la Argentina sea causa de cáncer. Se puede beber un vaso grande y no hace daño", pero cuando el reportero le ofrece un vaso responde: "Con mucho gusto. Bueno, en realidad no. No realmente. No soy estúpido".
Por su parte, "Cuerpos de letra" interesa por su tema y su rodaje: el seguimiento de los jóvenes que por las noches hacen enormes pintadas políticas en los paredones de la General Paz, a veces cruzando de un borde a otro con riesgo de su vida, o arriesgando también el encuentro con pintores de algún otro sector. El oficio, la organización (en negro), y también la vida cotidiana de esos muchachos quedan aquí registrados. Acaso hay una metáfora en el vuelo cotidiano de una avioneta de propaganda. Quizá también hubiera convenido un mayor pulido de la estructura narrativa. La avioneta da vueltas y la película también.
Más humilde y con el discutible método de la mera observación directa, "Victoria" sigue a una sola persona, la cantante y docente Victoria Morán, pero en ella representa la dedicación y el esfuerzo de tantas mujeres talentosas que quieren desarrollar una carrera a pesar de las demasiadas dificultades. Triunfará, finalmente, en su propósito de grabar su segundo disco, pero la lucha se hace cansadora. No tanto la película, porque dura poco y se oyen buenos temas de Homero Manzi, Eduardo Falú y Ela O' Farrill. Además Morán cultiva el recuerdo de Nelly Omar, y en parte sigue su senda.
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