19 de marzo 2018 - 23:22

¿Se viene la crisis?: más vale prevenir que curar

¿Se viene la crisis?: más vale prevenir que curar
En enero de 2006, con motivo del uso de las reservas internacionales para pagarle al FMI, publiqué un artículo advirtiendo que era muy mala idea desprenderse de más de u$s9.000 millones que podían ser útiles cuando estallara la burbuja que se estaba gestando entonces. Hoy siento que estoy viviendo un déjà vu; ya que a nivel internacional se están dando las mismas condiciones que llevaron a la crisis de 2007-8. Por eso, mi perseverancia en advertir al actual Gobierno que debe tomar medidas para enfrentar esta contingencia, que la mayoría considera tremendista, al igual que entonces. En 2006, los políticos, analistas e inversores narcotizados por los excesos de financiamiento que generaban crecimiento y las ganancias artificiales sin techo pregonaban, modificando la frase de Francis Fukuyama: "El fin de las crisis". Ese fue el título del siguiente artículo que publiqué explicando, no solo que eso no tenía sentido, sino por qué consideraba que se estaba incubando una nueva crisis dando los argumentos que comento a continuación.

Desde 2001, debido a los temores de una crisis tras el acto terrorista contra las Torres Gemelas, la Reserva Federal bajó fuertemente la tasa de interés de referencia. Para que eso suceda, compra Bonos del Tesoro de los EE.UU. emitiendo dólares y aumentando el crédito. El problema es que la gente demanda préstamos para gastar o invertir, no para guardar los dólares en el bolsillo; por lo que esto tiende a generar una pérdida de valor de la moneda.

En aquella época en EE.UU., como indicador de inflación se seguía el IPC Núcleo, que era la canasta total de consumo menos la energía y los alimentos que se consideran más volátiles. Lo malo es que esto implicaba tomar una brújula sesgada. China y otros países de Asía habían empezado a implementar reglas de juego de mercado en sus economías; lo que provocó un fuerte crecimiento de sus economías. Cuando alguien pobre tiene más capacidad de gasto, justamente aplica mayor proporción de sus nuevos ingresos a alimentos y energía, así que la demanda de estos y, por ende su precio, suben fuerte. Ahora, en EE.UU., ante el aumento de los valores de ambos componentes de su canasta, tuvieron que restringir el consumo en el resto y, por lo tanto, sus precios tendieron a subir muy poco. Esos eran justo los que relevaba el IPC Núcleo, subestimando la inflación.

Si la Reserva Federal y los analistas del mundo hubieran mirado el IPC total o los precios de los activos, hubieran notado que se estaba inflando una burbuja. Si bien su presidente Alan Greenspan se dio cuenta de la "exuberancia irracional de los precios", tendió a subir muy despacio la tasa de interés; por lo que corría de atrás a la de mercado presionada por el crecimiento económico, lo que lo obligaba a seguir emitiendo liquidez e inflando la burbuja hasta que estalló.

Hoy pasa exactamente lo mismo. La Reserva Federal viene sosteniendo bajas tasas de interés desde 2009 y ha estado inflando una nueva burbuja. Esta vez no se nota en los precios al consumidor, porque la crisis de 2007-8 generó una reacción mundial hacia un mayor ahorro y a bajar el endeudamiento; ya que ése fue el origen asumido de dicho traspié. Por ende, los excesos de liquidez no han estado yendo al gasto, sino a la inversión y sobre activos de deuda escasos; por lo que se observa que hoy los precios de los activos financieros, aún quitado el impacto de la inflación, están muy por encima de cuando explotó la anterior crisis. De hecho, incluso en el mercado inmobiliario de los EE.UU. que fue al que se le adjudicó la debacle, en algunos indicadores muestra valores, sin inflación, por encima de los de 2007, cuando todos saben que "Quien se quema con leche ve una vaca y llora".

Cabe aclarar que la crisis de 2007-8, no fue "culpa de las hipotecas", sino que se dirigió la mayor parte de la liquidez excedente porque se generó una posibilidad de ganancias extraordinarias al aliviar las condiciones para tomar créditos de las personas y darles la garantía de dos entidades semiestatales como eran Freddy Mac y Fannie Mae. Solo estalló más rápido la burbuja que más se infló; pero había burbujas en todo el mundo. Esto pasa porque cuando la Reserva Federal decide excederse en la provisión de liquidez, esta actitud se generaliza a todos los bancos centrales; ya que hay una idea equivocada de que una baja del tipo de cambio es mala para la economía del país. Es decir, si la Reserva Federal emite excesivamente y deprecia su moneda, los otros bancos centrales del mundo tratan de evitar que baje en sus mercados comprando dólares emitiendo sus propias monedas e incentivando sus propias burbujas.

Si alguien preguntara si necesariamente estallará la burbuja, quizás no si la Reserva Federal pudiera subir la tasa un poco más ágilmente para intentar desinflarla. Tampoco, sabemos cuándo explotará si la Fed no hace los deberes, pero las probabilidades de una crisis internacional empezarán a incrementarse desde mediados de año y no demoraría más de 2 años en producirse. ¿Dónde estallará la primera burbuja? Nadie lo sabe; pero automáticamente empezará un estallido en cadena.

Este gobierno heredó un Estado y un Banco Central casi quebrados. Debido al gradualismo elegido como estrategia han logrado un muy lento y acotado avance en términos de mejorar su solvencia. Por lo tanto, no hay ninguna posibilidad de que puedan aguantar el corte del crédito que implicaría una crisis mundial. Por eso, hoy que hay excesos de liquidez el Gobierno debería abocarse a generar una red de seguridad financiera con créditos contingentes (a usar si se da una debacle internacional) que podrían ser provistos por organismos internacionales, bancos centrales de países desarrollados y bancos comerciales, cubriendo las necesidades de financiamiento de por lo menos un año. Habrá que pagar por estos préstamos; pero cabe recordar el dicho "Un banquero te presta el paraguas solo cuando hay sol". Si estalla una crisis, seremos uno de los primeros países a los que les desaparecerá el crédito. Entonces, será tarde y los costos para los argentinos enormes.

Economista de Libertad y Progreso

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