4 de abril 2011 - 00:00

Suma de talentos para homenajear a Cortázar

«Un tal Julio». S. Kovadloff (textos, relato), M. Moguilevsky (clarinetes, armónica, piano) y C. Lerner (piano, acordeón, percusión). (Clásica y Moderna; todos los viernes).

El extraño trío que conforman Marcelo Moguilevsky, César Lerner y Santiago Kovadloff tiene ya una larga historia. Hace mucho tiempo los unió la música klezmer: más adelante, fueron los textos de Fernando Pessoa y Jorge Luis Borges. De modo que este acercamiento actual hacia la obra y el espíritu de Julio Cortazar no sólo no sorprende sino que viene a reafirmar un trabajo que ha ido madurando con los años.

El planteo tiene mucho de teatral desde una postura que parece chocar con los vertiginosos y tecnológicos tiempos actuales. Kovadloff, con voz grave y dicción actoral «entromete» palabras del autor homenajeado, entre músicas escritas y tocadas,con piano, acordeón, clarinete, percusión, etc., por Moguilevsky y Lerner, dos músicos tan talentosos como originales en su discurso sonoro. Puede ser un fragmento de las «Historias de Cronopios y de Famas», «Final del juego», «La vuelta al día en ochenta mundos», «El perseguidor» o «Rayuela». También un brillante y personal texto de Cristina Peri Rossi -amiga y en algún momento también amante de Cortázar- o el excelente «Un tal Julio» cargado de anécdotas y recuerdos personales, del propio Kovadloff. Por debajo, habrá una habanera, o un vals vienés, o piezas que remiten más a los géneros centroeuropeos que al folklore latinoamericano o al jazz que amaba el escritor. Pero, en cualquier caso, la ecuación se cumple siempre. Porque esas músicas juegan un papel incidental que sólo pretende resaltar las virtudes de las palabras; los músicos que las interpretan están entre los más importante que tenemos por estas latitudes; el filófoso/»disseur» maneja con soltura el relato y sabe llevarnos del humor de la disparatada «Hay que ser realmente un idiota» o «En el Opera Café» a la emoción desgarrada de «Rocamadour», de la desolación de «Hablan Johnny» y «Bruno» al poético erotismo de «Toco tu boca», el monumental capítulo 7 de esa obra maestra que es «Rayuela».

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