7 de abril 2011 - 00:00

Una imparable catarata de gags escatológicos estilo Farrelly

En la comedia de enredos maritales «Pase libre», los autores de «Loco por Mary» parecen haber querido superarse a sí mismos en lo que respecta a humor «descarriado», y lo logran con creces.
En la comedia de enredos maritales «Pase libre», los autores de «Loco por Mary» parecen haber querido superarse a sí mismos en lo que respecta a humor «descarriado», y lo logran con creces.
«Pase Libre» (Hall Pass, EE.UU., 2011, habl. en inglés). Dir.: Bob y Peter Farrelly. Int.: O. Wilson, J. Sudeikis, C. Applegate, J. Fischer, R. Jenkins, N. Whelan.

A la manera de las viejas comedias hollywoodenses de enredos maritales, pero con el estilo de humor escatológico heavy que los caracteriza, desde clásicos como «Loco por Mary», los hermanos Farrelly logran que «Pase Libre» sea no sólo una pelicula terriblemente graciosa, sino también una sustanciosa visión sobre el desgaste conyugal y la ilimitada estupidez masculina y, un poco menos, también femenina.

Owen Wilson cumple una excelente actuación como uno de los maridos con «pase libre» de sus mujeres cansadas de que se la pasen mirando a otros, sobre todo porque él se especializa en papeles de ganador y no de patético babosos como éste, que sólo es superado por su amigo interpretado por Jason Sudeikis. Los apuntes sobre las tonterías de sus personajes, si bien a veces se pasan de rosca, están llenos de gags hilarantes, y la estructura narrativa dividiendo la semana de libertad día por dáa ayuda a mantener parejo el ritmo de chistes para que el asunto no decaiga, ya que, finalmente, una comedia de este tipo siempre depende de la eficacia de cada uno de los gags, lo que siempre es difícil.

En todo caso, aquí los golpes de humor son constantes y más que eficaces, con climax que provocan permanentes carcajadas, exactamente lo que un espectador pretende de una buena comedia.

Eso sí, hay que repetir que el sentido del humor descarriado de los Farrelly llega a niveles de guarradas inusitados, como si trataran de superarse a sí mismos. Lo más creativo es su descripción de comportamientos eróticos, como el «falso cunnilingus», que no se le deben haber ocurrido nunca ni a la sexóloga del canal Cosmopolitan.

La única queja es la falta de actores secundarios que estén a a la altura del dúo protagónico, aunque se puede destacar la gracia y belleza de Christina Applegate y la breve aparición de Richard Jenkins como el experto en mujeres más descarnado y sórdido que jamás se haya visto en la pantalla grande.

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