Para el mundo del arte, en especial para esa clase de alto poder adquisitivo llamados “los coleccionistas”, hay algo peor que el daño que pueden sufrir sus bienes al ser trasladados, o el deterioro natural, o los robos, o las catástrofes climáticas. De acuerdo con un informe publicado por la aseguradora internacional Chubb, y que reprodujo el medio especializado ARTnews, las peores pesadillas de un coleccionista son hoy el fraude y la procedencia de una obra.
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EE.UU.: el mayor temor delcoleccionista de arte es el fraude

La encuesta fue efectuada en un campo de 800 coleccionistas estadounidenses. Aunque la mayoría dijo coleccionar obras de arte y objetos de valor por placer, hubo un significativo 38% que dijo que lo hacía como inversión. Y de todos ellos, el 87% afirmó que lo que más les preocupaba era ser víctima de un fraude al efectuar una compra. “Si lo haces como una inversión, uno de los mayores riesgos que ves es: ¿he tomado la decisión correcta? ¿Fue una inversión acertada?, dijo a ARTnews Ana Robic, presidenta de la División de Servicios de Riesgos Personales de Chubb. Ejemplos recientes de fraudes, robos y repatriaciones de obras de arte de gran repercusión fueron la incautación de la estatua de bronce sin cabeza en el Museo de Arte de Cleveland, el robo de la estatua del Indio Herido en el Museo Chrysler; la devolución por el Museo Metropolitano de Arte de 16 piezas a Camboya y Tailandia, la exposición de la Galería de Arte de Vancouver de diez bocetos al óleo falsos del Grupo de los Siete, el escándalo del Museo Británico por sus 2.000 piezas desaparecidas y la incautación de más de 1.000 piezas falsamente atribuidas al artista Norval Morrisseau. Aunque las pólizas de seguro de Chubb pueden pagar los honorarios legales asociados y la defensa de la obra, sus pólizas no ofrecen protección contra el fraude en sí. Si se descubre que una obra es falsa o robada y es objeto de repatriación, esa pérdida pasa a ser responsabilidad exclusiva del coleccionista.
Un caso notable de esto son 25 obras atribuidas a Jean-Michel Basquiat que fueron incautadas por el FBI en junio de 2022 mientras se exponían en el Museo de Arte de Orlando tras una investigación de varios años sobre su autenticidad. Los propietarios de los cuadros y el entonces director del museo, Aaron De Groft, insistieron en que las obras eran cuadros auténticos de Basquiat, pero un antiguo subastador se declaró culpable el año pasado de fabricar y vender las obras falsas. En agosto de 2022, el museo también presentó una demanda contra Groft, que renunció poco después del FBI, y el grupo de propietarios, alegando “importantes daños financieros y de reputación”. Las costas judiciales para el museo podrían alcanzar los 600.000 dólares, y el juicio está previsto para agosto de 2025.
Uno de los casos más resonantes de fraude en el mundo del gran arte pudo verse, hace algunos años, en el documental “Made you look: A true story of fake art”, donde se exponía el sorprendente caso de la Galería Knoedler de Nueva York, de 165 años de trayectoria, donde colgaban aproximadamente 80 pinturas de Rothko (una que se vendió a u$s80 millones), Warhol, Motherwell, De Kooning, Lee Krasner, Franz Kline y otros maestros contemporáneos, todas ellas falsas. Su venta posterior dio como resultado un tendal de víctimas además del cierre de la galería, por supuesto.
Robic no deja de recordar a los coleccionistas que compren a fuentes acreditadas, soliciten documentación sobre la procedencia y consulten a expertos externos, como conservadores forenses. “Intentamos evitar que esto ocurra”, afirma. En realidad, es mucho más probable que se produzcan daños en las obras de arte durante los viajes y el transporte, a través de préstamos a museos o envíos a casas de subastas o galerías, y que den lugar a reclamos al seguro. Según Robic, incidentes como el derrame de copas de vino tinto o la introducción de un cuchillo o tenedor en un cuadro durante un cóctel son motivos habituales de reclamos de restauración y reparación. Las obras de arte pesadas y frágiles que se cuelgan de forma incorrecta también pueden ocasionar “daños considerables” si no se refuerzan las paredes o no se siguen correctamente las instrucciones de los artistas.
“Resulta sorprendente la cantidad de gente que sigue sin darle importancia a estas cosas”, afirma Robic. “Y luego se producen pérdidas por colgar mal o por la degradación de las piezas con el paso del tiempo, cuando se caen al cabo de uno o dos años porque no se inspeccionaron ni controlaron”.
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