21 de noviembre 2023 - 00:00

“España recién se pone a revisar su crisis del XIX”

Diálogo con los tres guionistas que ganaron el Premio Planeta como “Carmen Mola”.

carmen mola. Mercero, Díaz y Martínez, tras un seudónimo femenino.
carmen mola. Mercero, Díaz y Martínez, tras un seudónimo femenino.

“Carmen Mola” era la famosa autora española de policiales hasta que, al ganar el Premio Planeta de un millón de euros con la novela histórica, “La Bestia” fueron a retirarlo los guionistas de televisión Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, que se escondían detrás de ese pseudónimo. Ahora con “El Infierno” su segunda novela histórica, visitaron Buenos Aires para presentarla, y dialogamos con ellos.

Periodista: ¿Qué llevó a que Carmen Mola hiciera crecer en sus novelas la cantidad de intrigas y de géneros, yendo del policial actual en la serie de la inspectora Elena Blanco a mezclar novela histórica con thriller, terror gótico y folletín romántico en “El Infierno”?

Antonio Mercero: Tiene que ver con que en la escritura de las novelas seamos tres. Eso nos hace evitar la autocomplacencia, uno de los enemigos del escritor. Una vez que encuentra un territorio, se siente cómodo y empieza a cosechar el consabido éxito, ahí se queda. El otro es la pereza. Todos los escritores cohabitan con ella. Nosotros la combatimos fácil, si uno cae ahí el otro le da una sacudida para que se despabile. A la autocomplacencia la combatimos incursionando en otros géneros. Desafiándonos. En “La Bestia”, novela histórica, costumbrista, galdosiana, hay picaditas de terror gótico, entre otras cosas. En “El Infierno” incursionamos en el folletín decimonónico, los giros de los amores imposibles, el triángulo pasional, la revolución que separa a los protagonistas, el viaje que los distancia, la esclavitud en la Cuba colonial, más un enigma creciente que lleva al terror y lo fantástico. Hay hasta un western. El mundo de los ingenios azucareros, en el oriente de la isla, nos lleva al realismo. Hay gente que escapa de la esclavitud y se fuga a los montes, y hay partidas que salen a cazarlos por recompensas. Eso fue real. Eso hace a la historia más intensa y abigarrada, y a la vez vuelve más ciertos los folletinescos amores de Mauro y Elena, que son como parientes de los Marius y Cosette de “Los Miserables”.

P.: A partir del Premio Planeta que ganaron con “La Bestia”, ¿decidieron sumarse a quienes usan la novela histórica para revisar el siglo XIX?

Jorge Díaz: Para nosotros, españoles, el siglo XIX es un drama abierto. Se empieza siendo un imperio y se termina como un país de segunda. Es una crisis de cien años que en los últimos tiempos por fin nos ha apetecido revisar. Nos invaden los franceses, tenemos la guerra carlista, las guerras de independencia, que las perdemos todas. Recordarlo fue encontrar un lugar para ambientar una novela. En realidad, lo que nos preocupaba, más que la historia de España, era el desafío de escribir hoy un folletín, después de todo donde lo pusiéramos era secundario.

P.: ¿Cuántos infiernos hay en “El Infierno”; además de la explotación, el esclavismo y encontrar al demonio en Cuba?

Agustín Martínez: El primero está en ese manuscrito que se llama El Infierno, y que va salteando a lo largo de la novela. Es un homenaje a los manuscritos hallados de las novelas fantásticas y de terror del siglo XIX. Cuenta de un ingenio azucarero al oriente de Cuba que es un infierno y su dueño no se sabe si es una presencia sobrenatural o un ser humano. Hay otros infiernos: la desigualdad, la esclavitud de africanos, chinos (que se suicidan porque no se asimilan y no aceptan su condición) y gallegos engañados. Está también el infierno del amor, el forzado, el no correspondido, el correspondido pero que no se puede materializar.

P.: ¿La experiencia de guionistas les posibilitó escribir un best seller por año, ya llevan seis?

Antonio Mercero: Hace 25 años que estamos en el mundo del guión. Eso nos da muchos reflejos, un funcionamiento en equipo muy dinámico, estar acostumbrados a la exigencia de los plazos de entrega, saber resolver los escollos creativos de manera verosímil. Tener claro el momento del debate, del dilema, de la duda, y el de resolver y ejecutar. Eso está en el ADN del guionista. Conseguir un best seller es lo dice el mercado. El proyecto de Carmen Mola fue trasladar el trabajo del mundo del guión a la literatura.

P: ¿Cómo logró Carmen Mola publicar a la vez en las dos más grandes editoriales españolas, en una policiales, en la otra novela histórica?

J.D.: Pues, porque no sabíamos que no se podía hacer. Empezamos con tres policiales con Alfaguara, la serie de la inspectora Elena Blanco. Nos demostró que podíamos hacer thrillers de actualidad. Luego, todo coincidió con el confinamiento. Estábamos escribiendo “Las madres” y temíamos que quedara antigua antes de salir a la venta. Queríamos escribir algo nuevo, diferente. Así surgió “La Bestia”. Al terminarla nos dijimos esto es muy para Planeta, y justo estaba el Premio, y lo enviamos. Entonces nos dijimos: si lo ganamos decimos quienes somos, y hay veces que los planes salen. Mola se estaba volviendo famosa y nos estábamos perdiendo el saber del éxito. La vanidad es una consejera muy mala, egoísta y exigente. Después nos dimos cuenta que a nadie le interesaba quien fuera Mola, que fuéramos nosotros. A partir de ahí las novelas policiales van a Alfaguara, las históricas Planeta. Las editoriales no van contigo si no vendes, pero si vendes…

P.: Las novelas policiales ya se han convertido en series de televisión.

Antonio Mercero: Las dos primeras, “La novia gitana” y “La red púrpura”. Ahora se está trabajando en el guión de “La nena”. Nosotros colaboramos como en las dos primeras, en la tercera dejamos que otros lo hagan.

P.: ¿Qué están escribiendo ahora?

Antonio Mercero: “Las madres” que tiene un final en suspenso, y la gente quiere saber qué pasa a continuación, nos exigen una pronta resolución, y van a tener que esperar, mantenemos el ritmo de una novela por año.

J.D.: Amplío. Al final de “Las madres” uno de nuestros personajes ha desaparecido. Llegamos hasta ahí y no pensamos más. Cuando en las presentaciones nos preguntan, decimos que lo estamos buscando, pero que aún no lo encontramos.

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