29 de febrero 2008 - 00:00

Más soportes digitales compiten con el libro

Más soportes digitales compiten con el libro
Madrid (EFE) - La «muerte» del libro impreso se parece cada vez más al cuento del pastor mentiroso, que de tanto anunciarlo cuando sea verdad nadie lo creerá, pero la reciente aparición de nuevos aparatos digitales de lectura hace que algunos ya hablen de lo «inevitable».

Sin embargo, frente a esos pesimistas y defensores acérrimos de la era digital, hay quienes consideran que el libro sobrevivirá -eso sí, transformado-, al tiempo que surgirán nuevos soportes e incluso nuevos géneros literarios.

Ya se profetizó la muerte del libro cuando nació, en el siglo IX, y especialmente a finales del XIX con la aparición de los periódicos, pero ahí sigue y el número de ejemplares que se edita cada año se ha duplicado en las dos últimas décadas. Este es uno de los datos con lo que defiende la vigencia del libro en papel el ex presidente del Consejo Superior de Bibliotecas de Francia, Michel Melot, uno de los expertos internacionales que de forma más vehemente defiende su continuidad y que asegura que es «inalcanzable» en lo que se refiere al «placer» que añade a la lectura.

Melot resaltó que a pesar de los recurrentes augurios negativos, el crecimiento de la producción editorial «continúa», pero hay «una crisis en lo que se refiere a un exceso de producción». «Hay demasiados libros para el lector y pocos autores, lo que se traduce en dificultades económicas para las editoras y los libreros. Pero siempre habrá una necesidad de libros», explicó Melot, que ha escrito numerosos artículos y pronunciado conferencias sobre este tema, que también ha plasmado en «Livre».

El libro en papel es «irremplazable» desde el punto de vista pedagógico y como elemento principal del placer que supone la literatura, que necesita de «estabilidad, de lugares cerrados y protegidos para disfrutar de esa lectura», de pasar páginas y no de pantallas, agregó. «No conozco a nadie que se haya leído un libro entero en una pantalla», afirmó

Melot, que también hizo hincapié en que «todas las tentativas que se han hecho hasta ahora para tener un libro electrónico han fracasado», porque «no es un sistema económico ni práctico».

Sí habrá sin embargo avances y cambios, que puede provocar la aparición de nuevos géneros literarios, de extensión muy corta, o incluso de una «vuelta a la poesía». En el extremo opuesto están los representantes de la librería virtual Amazom, que acaba de lanzar al mercado el último ingenio electrónico que pretende acabar con el libro impreso y revolucionar el mundo literario, el «Kindle», que está agotado en estos momentos y la compañía no facilita el número de unidades vendidas.

Kindle cuesta 399 dólares, permite almacenar hasta 200 libros, elegir entre una oferta de 100.000 títulos (en su inmensa mayoría en inglés) y tiene conexión inalámbrica a Internet. En un punto intermedio están los que han decidido aprovechar las ventajas que el soporte electrónico tiene para la difusión de la literatura, como hace la página web en español «Dosdoce.com», creada hace casi cuatro años y que considera que Internet y los nuevos medios suponen un enriquecimiento cultural.

El editor de esta página web -con un 40% de visitantes de Latinoamérica-, Javier Celaya, dijo que la muerte del libro se producirá aunque «no será inmediata ni a corto plazo» y llegará un momento en el que «leeremos y escribiremos en pantalla más que en papel impreso». «El papel es una tecnología del siglo pasado» para las nuevas generaciones y el avance del soporte electrónico es imparable en las editoriales, que, aunque tarde, «se han dado cuenta de que no hay marcha atrás».

Además, los nuevos soportes, como Kindle o como el Sony-Reader -que acaba de firmar un acuerdo con la cadena de librerías Borders para que digitalice 25.000 libros-han abaratado sus precios y se pueden conseguir novedades por 8 euros, lo que responde a una de las principales quejas de los lectores.

En general el avance de los nuevos contenidos y formatos es imparable, con novelas que se actualizan a diario por sms o wikinovelas en las que los lectores pueden colaborar, sin olvidar los blogs, en los que el intercambio de textos literarios no cesa de crecer.

Pero mientras todos estos cambios se afianzan, ahí sigue el libro impreso, a pesar de que Marshall McLuhan profetizó su muerte dándole además una fecha precisa, 1980.

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