La galería Ruth Benzacar presentó “Cuentos inconclusos” de Liliana Porter, una nueva serie de obras donde se expresa una violencia que, en la Argentina actual -incluso, en el mundo actual-, adquiere una dimensión ligada a la realidad. La ficción de una catástrofe, los desastres de objetos rotos y sillas amontonadas y también rotas, transmiten sensaciones que se confunden con la realidad de la tragedia de un país en crisis y las noticias sobre las guerras.
Porter y sus "Cuentos inconclusos": el mundo hecho añicos
La célebre artista argentina residente en Nueva York acaba de presentar su nueva (y desoladora) exposición en un año en el que tendrá mucha relevancia, y que incluye una muestra suya en el Museo de Bellas Artes
-
Presentaron el libro "Cordobés soy", una pincelada de la historia de Córdoba para niños
-
Una obra del sobrino de Freud se subastará en casi u$s20 millones
En los espacios inmaculados de la inmensa sala blanca y sobre una tarima, todo está hecho añicos. Hay un candelabro de cristal con algunas luces todavía encendidas, las agujas y algunas piezas de relojes desparramadas junto al Pato Donald derrumbado. Allí se advierte la presencia de unos personajes de tamaño mínimo, como la cabeza de una muñeca de cerámica con facciones japonesas o un musulmán mirando el retrato de un monje renacentista.
La instalación recuerda esa otra destrucción, la del “El hombre con el hacha” que rompió un piano de cola y centenares de objetos en una muestra que hace poco más de una década llegó al Malba y también a Ruth Benzacar. Consultada la artista sobre aquel personaje, contesta: “Destruyó todo a su paso, es una metáfora del tiempo, de la memoria, de lo que se construye, destruye y reconstruye durante la vida. Ahora ya está todo roto. ‘El hombre con el hacha’ ya estuvo, rompió todo y ahora le toca a ella. Ella tiene que barrer”. Y allí está tan pequeñita la barrendera, con su escobillón y una inmensa cantidad de loza o de platos rotos por delante. La cantidad supera largamente su capacidad.
El personaje pertenece a la serie denominada “Trabajos forzados”, cuando los emprendimientos de unos breves personajes de escasos centímetros se volvieron excesivos. Al mirar su empeño, Porter observa: “Uno puede darse cuenta de que nunca van a poder cumplir su propósito. Pero lo bueno del asunto es que ella misma está afanada en cumplirlo y sólo la ignorancia de la magnitud de lo que se propone hacer, le da la energía".
El arte de Porter reside en la selección de los personajes. Y allí mismo, en la tarima, aparece un hombre con un pico de apariencia destructiva que trae el recuerdo del título de la muestra. “Cuentos inconclusos” nos lleva de vuelta al principio de este texto, a la relación de las ficciones del arte con la violencia de la vida real que, lejos de concluir, se afianza.
Lúcida y sofisticada, la artista plantea con su “elenco” de muñequitos y juguetes, las circunstancias que atraviesa el hombre. En colaboración con la artista uruguaya Ana Tiscornia, presenta un video donde aparecen frases recortadas de libros como: “¿Qué será de mí?” o “Aunque pareciera extraño”. Con aparente inocencia se superponen múltiples significados, los personajes dialogan y deslumbran al espectador con su expresividad y la intensidad de los sentimientos que expresan.
La teórica española Estrella de Diego, observa: “La artista plantea propuestas estimulantes para un mundo y sobre un mundo que necesita ser narrado de nuevo. Por eso Porter lo quiebra, lo desordena, lo asalta incluso, haciendo a cada paso gala de una extraordinaria agudeza. En sus brillantes juegos narrativos, en ese mundo de aparentes menudencias, subyace sin tregua una línea subversiva que quiebra la mirada y la calma, que anuncia a cada paso cierta posibilidad luminosa de desobediencia en los espectadores también”.
Porter se radicó en Nueva York en 1964. Allí conoció a Luis Camnitzer y a José Guillermo Castillo y juntos fundaron el célebre New York Graphic Workshop. Al parecer, el nivel de autocrítica era “feroz”. Así llegaron a la conclusión de que el grabado estaba “demasiado encerrado en la técnica, olvidándose de las ideas o nuevas propuestas”. Y una marea de textos cuenta la historia de la revolución que gestaron los tres. A partir de entonces, los juegos conceptuales de la joven artista, cargados de humor e ironía, llegaron al MoMA y consolidaron su fama internacional.
Cuando volaron las Torres Gemelas, Porter vivía a menos de diez cuadras de allí y tuvo su experiencia personal con una catástrofe. Pronto se trasladó al Hudson Valley, a dos horas de Manhattan. Desde allí, con Ana Tiscornia, programa para 2024 un año excepcional. A la muestra de Benzacar se suman la colectiva de la Fundación Proa que llegó de Milán con Andrés Duprat y después de promediar el año, una gran exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes curada por el mexicano Humberto Moro. Entretanto, en España continúa con dos exhibiciones. Y para junio se prepara con una gran instalación en la Dia Art Foundation. Moro la invitó a la bellísima casa que el minimalista estadounidense, Dan Flavin, diseñó en los Hamptons, el paraíso junto al mar donde veranean los neoyorquinos poderosos.
- Temas
- Arte
- Argentina
- Nueva York
Dejá tu comentario