22 de mayo 2025 - 00:00

Diálogos de Wall Street: inflación, recesión o estanflación, ¿qué espera a EEUU?

¿Mejoró la situación? ¿Tanto como sugiere la Bolsa? ¿O es el fruto de una gran complacencia? ¿Qué nos espera, por delante? ¿O ya dimos vuelta la página y zafamos del brete?

La Bolsa no es infalible y Trump entendió que su agenda es impracticable. El análisis de Gordon Gekko.

La Bolsa no es infalible y Trump entendió que su agenda es impracticable. El análisis de Gordon Gekko.

Periodista: Jamie Dimon, el CEO de JPMorgan, advierte sobre el nivel “extraordinario” de complacencia de los mercados. “Cayeron 10%, se recuperaron 10%”. ¿Acá no pasó nada? Dimon cree que la gente se siente bien porque todavía no percibió el efecto de los aranceles (que quedaron vigentes). “Las chances de una estanflación, que es básicamente una recesión con inflación, son aproximadamente el doble de lo que el mercado cree”. ¿Usted qué piensa?

Gordon Gekko: Que la inflación va a subir. Si es por causa de los aranceles, nada más, será un efecto transitorio, muchísimo menos pronunciado que lo que provocó la pandemia. Si se desacomodan las expectativas de inflación será más duradero. Hay que absorber un arancel universal de 10%, aranceles en sectores clave que rondan 25%, un dólar más débil en el mundo, cambios forzados y distorsiones en las cadenas de valor, problemas de abastecimiento y muchísima incertidumbre. Es un cóctel digerible, pero pesado.

P.: Los consumidores descuentan ya una inflación de más de 7% a un año. Ni siquiera con el Covid llegaron a tanto. ¿No se desanclaron ya las expectativas, o es un problema de una mala medición?

G.G.: Hay que tomar nota: el consumidor se siente amenazado de una manera comparable con la pandemia. Cuando ahora el único virus es la Administración Trump. Y revela mucha menos confianza en el manejo de la inflación que cuando la inflación, a mediados de 2022, alcanzó 7%. Pero no en una proyección, sino en la realidad.

P.: O sea, confía menos en la Fed.

G.G.: No lo expresa así, pero la responsable de mantener la inflación a raya, efectivamente, es la Fed. Si la confianza en el banco central se lesiona en serio, la inflación puede ser más alta y ya no necesariamente un fenómeno transitorio. Las probabilidades de una estanflación aumentarían significativamente; ahí sí, como sugiere Dimon.

P.: ¿Pero todavía no es el caso? Aunque el consumidor ya se haya espantado.

G.G.: Correcto.

P.: El consumidor se equivoca, entonces.

G.G.: Usted me pregunta a mí, yo le digo que sí. Pero, es muy sencillo, se equivoca él, o me equivoco yo. Y los mercados, que son el mejor árbitro, aunque Dimon tenga razón en señalar su complacencia. Una cosa es clara: si las expectativas implícitas en los mercados se desacomodan se acabó la discusión. Pero no lo han hecho hasta el momento.

P.: ¿Habla de la Bolsa que coquetea cerca de los récords? ¿O de los bonos, que están más a la defensiva y son más críticos de la coyuntura?

G.G.: La Bolsa no ve problemas serios. No anticipa una recesión. La temió fugazmente. Pero, desde el 9 de abril, cuando Trump reculó olímpicamente de su propia cruzada de Liberación, la Bolsa la eliminó del radar. Vale recordar que hasta febrero tampoco veía un Trump decidido a ejecutar su agenda.

P.: Pensaba que el discurso era un bluff. Y no fue así.

G.G.: Tal cual. La Bolsa no es infalible. También es cierto que ahora Trump entendió que su agenda es impracticable.

P.: No sin causar una catástrofe.

G.G.: Así que Trump no nos engañó sobre sus intenciones, pero tampoco va a ejecutar su agenda. Por eso la Bolsa rebota como si fuera un muñeco tentempié. Estoy con Dimon en la idea de que no podemos tachar tan pronto el escenario de recesión. La economía se va a desacelerar fuerte, aunque sea capaz de evitar una contracción si Trump no se empecina.

P.: La inflación va a subir, aunque ni por asomo lo que piensa el consumidor. La recesión no es el escenario más probable, pero es un peligro importante, aunque la Bolsa la ignore. ¿Es así como lo piensa?

G.G.: Sí. Yo pongo el acento en que todo es más un accidente que una transformación profunda. Provocado por impericia, y que tendrá sus consecuencias adversas (que todavía faltan desplegar). Pero, no es una modificación del orden económico internacional. Ni para bien ni para mal. Es la misma arquitectura, dañada. Con la confianza pisoteada. Pero, basta con que Trump se asuste, y ponga la marcha atrás con China, para que nos mejore sustancialmente la visión. No existe un daño irreparable. El futuro, por ende, tampoco está escrito ni hipotecado.

P.: ¿Dónde queda la posibilidad de que se materialice una estanflación? ¿Solo sería la consecuencia de que se volatilicen las expectativas? No las del consumidor, que ya vimos que se dispararon. ¿Cuáles son las que cuentan? ¿Las de los bonos del Tesoro? Ver a la tasa de 30 años ir y venir por el nivel de 5% es verla pasear por lo que supo ser el filo de la navaja.

G.G.: Estanflación es recesión más inflación, pero es más que eso. Un encuentro casual o efímero de ambos no califica. Hace falta sumarle un mínimo de persistencia. Lo que es verdad es que Trump despachó un shock estanflacionario potente. El consumidor, sin ir más lejos, cuando uno ve la radiografía de su confianza, acusa el impacto pleno de una estanflación. No obstante, cuando uno mira el comportamiento de su gasto, o sus ingresos, estamos lejos, a gran distancia. Por fortuna, la herencia que dejó Biden no puede dilapidarse en un revoleo. Y las condiciones iniciales importan. El shock estanflacionario se propinó sobre una economía robusta. De ahí que el impacto se haya absorbido sin zozobrar. La data dura todavía muestra resiliencia. Convertir la situación actual en una estanflación requiere mucho esfuerzo, y persistencia. Trump aportó un gran envión inicial, pero ya no machaca. Bajó la intensidad. Por suerte. En materia de inflación, los bonos no acusan recibo de un cambio de régimen más allá de los vaivenes de corto plazo. Y el punto de partida es una gran credibilidad. Trump jugó con fuego con la idea de despedir a Powell de la Fed, pero dejó de hacerlo. No hubiera podido amén de que era inconveniente. La inflación va a subir, la recesión es probable. Eso sí. Resucitar la estanflación, ese fósil de los años ochenta, eso requería un Trump que no hubiera pestañeado en su propio juego de la gallina. Pero ya vimos cómo se asustó, y aflojó rápido.

P.: Los bonos se espantaron de vuelta con la mala licitación de 20 años. ¿Volvemos a las andadas?

G.G.: No hay estómago para financiar el paquete fiscal que empuja Trump en el Congreso. Es tan simple como eso. Mejor olvidarse o achicar su tamaño sustancialmente que insistir, provocar un revuelo en las tasas largas para después tener que archivarlo o achicarlo sustancialmente. Si Trump retrocedió con China, y con su iracundia e intención de despedir a Powell, también sabrá replegarse en este frente.

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