14 de mayo 2009 - 15:12
Compradores se interesan por colección de elementos de tortura
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Parte de los elementos y su subastador
Ettinger afirmó: "es muy difícil conocer cuál es el valor de una colección como ésta, porque podríamos decir que es la mejor y más completa que existe de este tipo en el mundo".
"En los años setenta, un académico escribió un artículo en el que entonces se valoraba en u$s 3 millones", dijo.
Señaló también que "como últimamente se ha hablado tanto en las noticias de las torturas que se practican hoy día, creímos que presentando esto al mundo ahora, se verá la brutalidad del hombre contra el hombre y que a lo mejor podemos aprender algo".
El anuncio de la venta de estos brutales objetos se produce en un momento en que la sociedad estadounidense vio surgir el debate sobre lo que era considerado como tortura por la anterior Administración del presidente George W. Bush en su lucha contra el terrorismo internacional, y cuya investigación ocupó titulares diarios en la prensa en los últimos días.
El presidente de EEUU, Barack Obama, prohibió las técnicas de tortura utilizadas durante la Administración de su predecesor.
"Aquí se ve que la tortura ha existido siempre", lamentó el presidente de la firma de subastas.
Ettinger se refirió también a la conveniencia de que todos esos objetos, que comenzaron a reunirse en Alemania en el siglo XVIII y después viajaron al Nuevo Continente, se mantengan en una misma colección que pueda interesar a un museo.
En muchos países de Europa hay museos dedicados a este morboso e inquietante tema, y muchos son los turistas o visitantes que se sienten atraídos por conocer esos instrumentos de castigo como potros de estiramiento, aplastacabezas, máscaras de silencio para hacer callar a los blasfemos o herejes o cinturones de castidad.
Esta histórica colección en manos de Guernsey's, y que no está expuesta al público, contiene desde las llamadas "máscaras infamantes" que impedían hablar a los blasfemos, a la espada de un verdugo o una mesa de tortura, pasando por otros diabólicos instrumentos diseñados para causar dolor.
La colección ahora en venta en Nueva York cruzó el Atlántico en el siglo XIX, pues a sus originales propietarios alemanes se la compraron en Inglaterra, en donde, a su vez, se vendió a un coleccionista privado en Estados Unidos, que la conservó desde entonces.
La última vez que se vieron en público los objetos de esta sorprendente y morbosa colección fue en 1893, en Nueva York y en Chicago, durante la Exposición Universal, apareciendo en las páginas de los diarios de la época por la cantidad de visitantes que querían conocer como eran esos instrumentos de dolor.
"The New York Times" reseñó que fueron miles las personas que querían ver esas "terribles reliquias de una época de semi-barbarie", y de los que algunos, como una caja de madera a modo de féretro con clavos en su interior desaparecieron en los últimos años, probablemente en el incendio que hubo durante la Expo de Chicago.
"Esta colección ha suscitado un enorme interés público entonces y ahora", señaló Ettinger, que indicó que, precisamente, su último propietario fue un superviviente del Holocausto, el noruego Arne Coward, que durante la Segunda Guerra Mundial ayudó a muchos judíos a escapar del horror nazi y del que él mismo fue víctima.
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