Podría pensarse que ya todo el mundo conoce la historia de los muchachos uruguayos que sobrevivieron 72 días en plena cordillera, hace de esto medio siglo. También podría pensarse que con la película de Frank Marshall, “¡Viven!”, ya era suficiente, y no hacía falta contar otra vez lo mismo. ¿Qué cosa nueva podría contar “La sociedad de la nieve”? Cierto, los hechos son los mismos. Es la mirada, lo que cambia, lo que enriquece los hechos, lo que hace trascender la anécdota, supera lo escabroso y provoca una mejor comprensión de aquella impresionante experiencia.
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La tragedia de los Andes, con una mirada más humanista

El autor de esta nueva película es José Antonio Bayona, el de “El orfanato”, “Lo imposible”, “Un monstruo viene a verme”, todas historias de criaturas inesperadamente enfrentadas a cosas terribles, sobrehumanas, que los harán crecer a la fuerza. En este caso, lo terrible y sobrehumano es la inmensidad y la indiferencia de las montañas, el frío intenso de la noche, el hambre y la sed insoportables, la angustia de saberse solos en un lugar desconocido, y, más grave todavía, el dolor ante la muerte de los seres queridos y la turbadora, inevitable obligación de tener que comerlos para seguir viviendo. A diferencia de versiones anteriores, aquí se impone la elipsis, el pudor, no vemos nada que pueda darnos asco. En cambio, se va repitiendo una frase, que dicen los agonizantes, o los que han perdido toda esperanza, pero, en la resignación, no desesperan. Algo así como “Si muero, los autorizo a que coman mi cuerpo”. Y no es una película religiosa. O, en verdad, no se presenta como tal, pero alcanza un costado, si se quiere, espiritual, por encima del espanto y de la muerte.
Pudo ser una típica película de aventuras, poniendo en primer plano a los más decididos. Pero no hay héroes ni líderes en primer plano. Todos van ocupando similar dimensión, los decididos y los apagados, y todos van afirmando una particular unidad. Los que quedan vivos, y los que mueren para que otros vivan. Eso, hace que “La sociedad de la nieve” sea una obra distinta, y una versión más profunda que las anteriores.
Luego, por supuesto, está el atractivo de la historia bien contada y bien actuada, sin defectos ni golpes bajos, con emoción limpia y con recursos magistrales. La secuencia del rescate, desde el encuentro con el baqueano hasta el final, es casi pura felicidad. Saber que varias partes fueron filmadas en el mismísimo Valle de las Lágrimas y en la margen del río El Barroso, donde acontecieron aquellos hechos, estremece de un modo particular. Mucho antes, la secuencia del avión destrozándose contra las laderas de piedra, nieve y niebla no solo impresiona, sino que es claramente superior a la secuencia del film norteamericano. Corresponde mencionar al encargado de efectos especiales, el experto Felix Bergés (con ese final), que ya está en la shortlist de los candidatos al próximo Oscar, lo mismo que sus colegas de la banda sonora y maquillaje, y la propia película, que encabeza el rubro Mejor Film Internacional, ex Foreign Language.
En este momento la película ya acumula siete galardones internacionales (director, efectos, música, maquillaje y tres Premios del Público en otros tantos festivales) y 44 nominaciones, incluyendo trece para los Goya y los tres de la mencionada shortlist. Puede ser más, cuando se anuncien las candidaturas definitivas.
“La sociedad de la nieve” (España-Uruguay, 2023). Dir.: J. A. Bayona. Int.: E. Vogrincic, A. Pardella, M. Recalt, E. Bigliardi.
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