EE.UU. buscó demorar ejecución de Saddam
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Mientras tanto, los partidarios de Saddam proseguían ayer rindiéndole homenaje ante su tumba, en su pueblo natal cerca de Tikrit, mientras el resto de Irak vivía una jornada de calma relativa durante el Aid Al Adha, la fiesta del sacrificio.
«Saddam no murió; aún vive en nuestros corazones», gritaban los varios centenares de manifestantes que se congregaron en Al-Dur, cerca de Tikrit, al norte de Bagdad. A kilómetros de allí, en un escondite subterráneo, había sido capturado Saddam por el ejército estadounidense, el 13 de diciembre de 2003.
Afirmando ser miembros del disuelto partido Baaz, los manifestantes -entre los que había algunos armados- enarbolaron inmensos retratos del «mártir y héroe Saddam Hussein».
La manifestación, sin embargo, se desarrolló sin incidentes y sin la presencia de ningún miembro de las fuerzas de seguridad iraquíes o del ejército estadounidense.
Mientras tanto, en Tikrit, centro de la tribu a la que pertenecía el presidente derrocado, los Albu Nasser, permanecían instaladas decenas de carpas de duelo, donde centenares de partidarios de Saddam le rendían un último homenaje, bebiendo café negro y escuchando versos del Corán.
Los accesos a la ciudad permanecían bajo la total vigilancia de las autoridades, para limitar así la afluencia de «peregrinos» a la tumba del ex dictador, a 4 km al sur de Tikrit, en su pueblo natal de Awja.
Saddam Hussein fue enterrado en una propiedad de su familia, al lado de sus hijos, Udai y Ussai, a quienes el ejército estadounidense mató el 22 de julio de 2003 en Mossul.
El ex dictador, de 69 años, fue ahorcado el sábado, al alba, tras ser condenado a muerte por haber ordenado la ejecución de 148 campesinos chiitas de Dujail tras un atentado cometido en su contra, en 1982, en esta localidad al norte de Bagdad.
Su muerte, sin embargo, no paralizó el proceso por las campañas militares de Anfal, en el Kurdistán, en 1987 y 1988, durante las que fueron asesinados 180.000 kurdos, según la acusación.
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