Este hombre fue el culpable de uno de los mayores fraudes que se hayan visto.
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Las entidades financieras mueven miles de millones de dólares en distintos tipos de operaciones. Quienes las llevan a cabo intentan aprovechar al máximo las mismas, ya sea para crecer dentro de la empresa o intentar ganar una buena bonificación al generar beneficios para ella.
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El caso de Kweku Adoboli puso en evidencia cómo la ambición puede ser un problema para ambas partes. Por un lado, un empleado desesperado por conseguir éxito que utiliza estrategias poco éticas, mientras que, por el otro, la entidad bancaria sufre grandes pérdidas ante el fraude realizado bajo su nombre.
Este empleado estuvo al borde de llevar a su empresa a la ruina por cometer fraude.
Bloomberg
La historia de Kweku Adoboli
Kweku Adoboli nació en Tema, Ghana, y se trasladó a Londres, Reino Unido, donde desarrolló su carrera profesional. Ingresó a UBS, un banco suizo de alcance internacional con oficinas en Londres, y trabajó en la división de derivados y fondos cotizados. Ocupó posiciones con autoridad para realizar operaciones de alto volumen y responsabilidad.
Entre 2008 y 2011, ejecutó transacciones no autorizadas fuera de los registros oficiales del banco, acumulando pérdidas de más de 2 mil millones de dólares. Usaba cuentas ocultas para disimular ganancias y pérdidas y trataba de cubrir posiciones previas que habían salido mal.
En septiembre de 2011, el equipo de control identificó irregularidades en los balances diarios. La revisión interna confirmó que las operaciones de Adoboli habían provocado pérdidas millonarias. Como consecuencia, varios directivos renunciaron y la entidad reforzó sus controles internos. Tras el descubrimiento, fue arrestado y procesado por fraude y falsificación de registros internos.
La defensa de Adoboli
Durante el juicio, Adoboli reconoció las operaciones, pero afirmó que no buscaba perjudicar a la institución. Sostuvo que sus movimientos intentaban cubrir pérdidas anteriores y que existía presión constante para lograr resultados altos. Su defensa destacó fallas en la supervisión y conocimiento previo de algunos superiores sobre ciertas transacciones fuera de registro.
El tribunal lo declaró culpable de dos cargos de fraude y lo absolvió de otros relacionados con contabilidad falsa. En noviembre de 2012 fue condenado a siete años de prisión, parte de los cuales cumplió antes de ser liberado por buen comportamiento. El caso provocó la reestructuración de la cúpula directiva de UBS y la implementación de auditorías y controles más estrictos.
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