30 de abril 2019 - 00:05

El "precio esencial" para el dólar no está garantizado hasta octubre

La autoridad monetaria anunció su sexto esquema de intervención cambiaria. Es una "muestra de la incapacidad" para doblegar al dólar.

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El reciente anuncio del Banco Central deja de lado las bandas de flotación para volver a un régimen de intervención discrecional. En menos de un año, la autoridad monetaria ensaya el sexto esquema de intervención cambiaria.

Antes del acuerdo con el FMI regía un esquema de intervención como el recientemente anunciado, le siguió una intervención firme a un determinado precio (USD5.000 millones a $25 en el MAE), luego vino la libre flotación, la flotación entre bandas, el congelamiento de las bandas y, ¿finalmente?, el regreso a la intervención discrecional.

Las idas y vueltas en materia de política cambiaria son una muestra de la incapacidad oficial para doblegar el dólar pero también, las tensiones que cada régimen cambiario despierta. Más específicamente, el desmanejo de la política cambiaria refleja la tensión entre las aspiraciones políticas del gobierno, la huída de Argentina de algunos sectores económicos y el objetivo del FMI de priorizar el pago de la deuda.

Las chances oficiales de lograr la reelección de Mauricio Macri, requieren un dólar relativamente planchado hasta octubre. Sólo de esa manera, los anuncios de precios esenciales y créditos con fondos de la ANSES, pueden llegar a tener algún efecto en la coyuntura económica electoral tal como señalamos en una nota anterior.

Es que la devaluación de, por lo menos, un 20% implícita en las extintas bandas congeladas, tiraba por la borda el acuerdo de precios y la consiguiente inflación, licuaba el efecto en el consumo de los créditos a jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.

Pero para ello, debía superar la oposición del FMI a la venta de reservas para mantener el valor del dólar. El organismo multilateral, como representante de los intereses de los acreedores externos, busca preservar el uso de las reservas para el pago de la deuda externa.

Para ello, quería evitar que sus dólares financien una breve recuperación económica electoral (con su consecuente déficit comercial, de turismo, y de demanda minorista de billetes). Pero, sobre todo, intenta oponerse a que sus dólares sean utilizados masivamente para financiar la fuga de capitales de los grupos económicos locales en el ocaso del régimen político de Macri.

La experiencia del blindaje, donde los fondos del FMI se evaporaron financiando la fuga de capitales en un vano intento de sostener el 1 a 1, era un antecedente de dicha posibilidad. También las subastas de (ex presidente del BCRA, Luis) Caputo que se comieron un porcentaje relevante de los primeros u$s 15.000 millones entregados por el Fondo.

¿Qué llevo al FMI a aceptar que sus dólares se usen para financiar la fuga en un desesperado intento de lograr una primavera económica electoral? Difícil saberlo. Los intereses geopolíticos de los EEUU intentando mantener gobiernos alineados puede ser una razón. Pero, a su vez, la exposición financiera del organismo que concentró el 61% de su cartera de crédito en Argentina, lo pone en una posición de debilidad.

La supuesta recomendación de Durán Barba en la última reunión de gabinete (“cáguense en el Fondo y usen la guita”), fue justificada al señalar que el FMI se vería obligado a avalar a intervención, so pena de quedar expuesto de haber entregado un crédito de proporciones históricas a un gobierno que, una vez que recibió la “guita”, desconocía abiertamente las recomendaciones del organismo.

Más allá de las razones que llevaron al FMI a aceptar el uso discrecional de sus fondos, todavía no está garantizado que el BCRA logre un precio esencial del dólar hasta octubre. El éxito del nuevo régimen cambiario para planchar el dólar, dependerá en gran medida de cómo utilice su capacidad de intervención. La improvisación característica del “mejor equipo de los últimos 50 años”, permite dudar del eficaz uso que le dé a la nueva herramienta de intervención.

(*) Director de Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO)

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