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¿ Cuál es la solución a esta enorme caída financiera de la Argentina?
Pero en lugar de dedicarse a reactivar una economía en recesión, de achicar el déficit, el gobierno, impulsado por su ministro Cavallo, se adentró con gran inconsciencia desde hace un mes en tocar variables que, dentro de lo relativo del conjunto, estaban sanas. Por ejemplo, una década de la "convertibilidad" que hizo que un peso valga un dólar. La moneda argentina fue así totalmente estable en una década, algo notable en el plano internacional. La misma "convertibilidad" estaba apoyada en buenas reservas en dólares que llegaron hasta los u$s 30.000 millones, más que Brasil, por ejemplo, con un quinto de su población.
Por razones que hoy se creen políticas -oponerse al ex presidente Carlos Menem que insiste en dolarizar la economía argentina-, Cavallo se empecinó en hablar de modificar la "convertibilidad" con una ley para un futuro indefinido, en que el dólar se ponga uno a uno con el euro (el viernes en 0,90). No se sabe si la aprobará el Congreso, pero Cavallo -ya con la sociedad argentina en desconfianza- ubicó títulos públicos y sacó obligatoriamente 750 millones de dólares de las cajas privadas de la jubilaciones de los ciudadanos. Estas cajas privadas no pueden por ley tener más de 50% en títulos. Pero fueron obligadas a desbordarlo.
Le sacó otros 500 millones de dólares para pagar vencimientos de deuda pública al Banco Central y sus, hasta ahora, intocables reservas. Además acordó con el riguroso presidente del Banco Central desde hace 6 años, el economista Pedro Pou, que le rebajara dos puntos en los dineros inmovilizados, o encajes, que deben resguardar los bancos, hoy bastante sólidos en la Argentina por la rigurosidad de Pou.
Esta disminución de dos puntos le liberaban al mercado 3000 millones de dólares con el fin de facilitar créditos para sacar al país de la recesión.
Cavallo recaudaba por el "impuesto al cheque" 15 millones de dólares extras por día para salvar la brecha y entrar en el déficit previsto con el Fondo Monetario. Las cosas iban bien. Además el Congreso le votó "poderes especiales" por un año al Gobierno para que pueda salvar la emergencia sin la demora que implica hacer sancionar leyes por el Parlamento. Claro, en aspectos muy acotados de la legislación vigente.
Pero el flamante ministro -que lleva recién un mes en el cargo- entró en esos temas que podía haber evitado, que no hacían a la necesidad del momento y que tenían justificación muy pobre. Por caso es cierto que la "convertibilidad" sobrevaluó al peso argentino en no menos de 20% y quitándole competitividad a sus exportaciones. Pero un nuevo respaldo a la "convertibilidad" agregando el euro -cuando se equipare uno a uno el dólar- no soluciona ese problema para nada. Si el euro iguala al dólar en cotización no sucede nada. Pero si lo sobrepasa la situación de los exportadores argentinos sería peor que ahora, porque no estarían atados sólo al dólar cuando este iniciara un hipotético -y por ahora indefinido- retroceso ante el euro. No estarían atados, sino más perjudicados después de haber sufrido 10 años el calvario del peso fuerte por ese acompañamiento fiel a la divisa norteamericana.
Claro, la contracara de la nueva convertibilidad euro-dólar es que reforzaría el peso argentino contra el mismo dólar -si se diera ese juego de cotizaciones- y aliviaría a millones de argentinos hoy endeudados, hipotecaria, prendaria o empresarialmente, en dólares, divisa que denomina el 70% de la economía argentina. Esos millones de pequeños endeudados son muchos más votantes que los exportadores argentinos que podrían llegar a estar peor con un euro que se empine en cotización.
Pero los mismos deudores chicos se asustaron y comenzaron desde hace tiempo a sacar depósitos en pesos de los bancos, pasarlos a dólar por la convertibilidad y sacarlos del país o llevarlos "al colchón". Esto es grave.
El movimiento de los deudores grandes es en efecto peor: hacen crecer con sus ventas de títulos al riesgo-país. Esto encarece el crédito para una Argentina que tiene una deuda pública de unos 130.000 millones de dólares. 25.000 millones de dólares de aquel total corresponden a vencimientos e intereses por año. La última licitación de letras del gobierno significó que le cobraran los prestadores a un interés del 12% que enojó a Cavallo. ¿ A cuanto tendrá que pagar los 800 millones que necesitará licitar esta semana cuando encabeza el riesgo país en el mundo desde el viernes?
Enojado con el interés de los mercados, el ministro Cavallo concretó el miércoles pasado las últimas medidas que lanzaron al país a la caída libre al vacío. Le hizo firmar al presidente De la Rúa un decreto modificando la Ley del Banco Central y de inmediato dispuso dos medidas: los encajes bancarios podrán cubrirse en títulos públicos del propio gobierno. Con esto quiere llevarse los dólares que dan fortaleza al sistema financiero argentino para no tener que recurrir tanto a las licitaciones de letras.
La otra apuesta de Cavallo es grave y no es posible que la resuelva un hombre: sacar a la Argentina del área del dólar y de la influencia del Fondo Monetario y llevarla a cobijarse en el Mercado Común Europeo y su euro. Es una decisión que demanda una amplia discusión pública.
Estas medidas alarmaron a los mercados financieros y se reflejó en las caídas de jueves y viernes. Además le puso en contra a los legisladores peronistas y al mismo ex presidente Carlos Menem, que en principio apoyó su designación. Y han dicho que votarán en contra de la modificación a la ley de convertibilidad y que apenas si ayudarán a dar quórum en la primera Cámara que tratará el proyecto, la de Diputados. Pero se estima seguro ya que no aprobaran la "variante euro" en senadores.
Además puso en la oposición a los justicialistas el decreto modificando la Carta Orgánica del Banco Central cuando de ninguna manera los "poderes especiales" otorgados al gobierno y a Cavallo respaldaban una medida así.
¿Para qué mantener un proyecto de variante a la ley de convertibilidad que alteró los mercados y que ya tiene pocas posibilidades de ser sancionado en el Congreso?
El presidente De la Rúa ha perdido mucho prestigio tras apoyar abiertamente los tres planes tan distintos de sus ministros de Economía .
Pero la solución está en que no modifique, al menos por ahora, la convertibilidad; que siga manteniendo la cobranza del impuesto al cheque como recaudación de emergencia; que ratifique públicamente a Pedro Pou y le aleje los ataques políticos de la izquierda argentina "por liberal"; que no toque los encajes bancarios, salvo bien estudiados movimientos acordados entre Cavallo y Pou; que no mantenga encajes con títulos sino con dólares, como hasta ahora, porque la credibilidad en una crisis es fundamental para recuperar a la Argentina; que no apoye la ruptura con el Fondo Monetario que alienta Cavallo, como intentó hacerlo en 1995.
Con la ratificación a Pedro Pou en el Banco Central, un hombre respetado por todos los banqueros, como contrapartida de análisis a las propuestas de Cavallo, y dejando de lado las últimas medidas fuera de las realmente efectivas, se puede conjurar la crisis en su faz más aguda de estos días.
Pero no le es fácil a un presidente como De la Rúa hacerlo. Sus sucesivos fracasos en lo económico y en las designaciones de ministros del área, lo hace encerrarse lejos de los temas numéricos que son los fundamentales. No tiene el carácter y la formación de Carlos Menem, que inició a Cavallo como ministro, para conceder unas y rechazar otras medidas que le propone.
También existe el temor en De la Rúa de que Cavallo dé un portazo y se vaya si el mismo Presidente lo contradice. El actual ministro sabe la dependencia de la Alianza sobre él. Pero para muchos exagera, lo cual lo lleva al autoritarismo. Cavallo habría ya concretado su plataforma para aspirar a ser presidente en el año 2003.
A su locuacidad le será fácil agregar que se opusieron a la variante de la ley de convertibilidad que él propuso para no beneficiar a los pequeños tomadores de créditos hipotecarios y de renovación de automóviles en dólares. O que no le permitieron reducir los encajes bancarios y disponer de dólares para beneficiar a los grandes inversores internacionales con licitaciones en letras a costo más alto. También puede decir que le trabaron sacar al país de la recesión con lo cual podría haber mejorado el elevado índice de desempleo -de 15%- que tiene la Argentina.
Además atraería a la izquierda con su postura contra el Fondo Monetario y pro Europa -hoy con muchos gobiernos socialistas - en contra de Estados Unidos. Quienes no entienden esto, para Cavallo son "miopes".
Qué costos habría que pagar por estos óptimos intentos de Cavallo, no está al alcance de la comprensión de todos, especialmente de los mismos que hoy deben ser los mayores asustados.
De la Rúa debe mantener a un ministro inteligente como Cavallo pero haciendo lo más obvio: que confronte sus ideas y propuestas y sobre todo antes de ejecutarlas. Es cierto que las conversaciones públicas previas sobre una variante alarman a la gente y ya afectan a los mercados. Pero mucho más duro es el efecto con las sorpresas puestas en marcha sin suficiente meditación y medición de sus repercusiones.
Lo sucedido este jueves y viernes en Argentina lo demuestran.


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