12 de enero 2007 - 00:00

''La Argentina quitó obstáculos que impedían redescubrirla''

La Argentina quitó obstáculos que impedían redescubrirla
En los últimos años tuvo lugar un redescubrimiento de la Argentina», considera Rolf Schumacher, embajador de la República Federal Alemana en nuestro país. Para él, que ha estado con anterioridad en Irán, Tailandia, Bélgica, Argelia y Marruecos, la Argentina, según confiesa, es un hermoso descubrimiento: «Es lindísima, es un país muy acogedor, me encanta estar acá y, como otros colegas, no quisiera irme».
Rolf Schumacher considera que «las condiciones han cambiado de un modo que hace que a nivel internacional se quiera descubrir este país. Hasta hace un tiempo se sumaban los obstáculos. El primero la lejanía, la distancia entre América del Sur y Europa. El segundo, en los años 90, el tipo de cambio. La Argentina en esos años era prohibitiva por lo cara. Por eso ustedes podían salir, pero los extranjeros no podían venir. Ahora es accesible en muchos sentidos, también financieramente. Y los turistas encuentran que no es un país latinoamericano como, digamos, Perú o Venezuela, es mucho más europeo. Es una verdadera revelación para mucha gente de Alemania que viene acá».

Bruce Chatwin tiene la culpa

Según Rolf Schumacher, uno de los culpables del interés por la Argentina fue el escritor inglés Bruce Chatwin: «En los últimos 30 años hubo un cambio en la apreciación de distintos paisajes de la Argentina. La Patagonia estaba considerada como el último confín de la Tierra, una estepa, un desierto aburrido e inhóspito. Después del libro 'En la Patagonia', que en los años 70 publicó Bruce Chatwin, creó un mito no sólo de la Argentina sino de su profundo sur. Y hoy todo el mundo quiere conocer este confín del mundo, Patagonia. La región olvidada fue revalorizada».

Rolf Schumacher nació en Duisburg, cerca de Düseldorff, la capital de la Renania. Viviendo en una ciudad minera, con un padre obrero, se esperaba que él fuera mecánico. Pero al hoy Dr. Schumacher le fue bien en los estudios y primero se recibió de diseñador industrial y trabajó en Bélgica en esa profesión, pero después de darse cuenta que no era lo que realmente le interesaba siguió la diplomacia y entró al Servicio Exterior. Explica: «Siempre me interesó todo lo extranjero, viajar, conocer. Y esta profesión da eso, además de los desafíos de los cambios de paisajes, de culturas, de idiomas y... -agrega con humor- de directivos, de cargos, uno puede pasar de agregado cultural a agregado comercial y de ahí a embajador. Es un trabajo siempre cambiante. No siempre es divertido, pero nunca es aburrido».

Berlín hoy es imperdible

A los viajeros argentinos les recomienda no dejar de visitar Berlín. «No siendo berlinés sino de la Renania, hoy Berlín es la ciudad que un viajero no puede dejar de visitar, es la más interesante. Es el punto de fusión de las dos Alemania, de dos sistemas políticos y económicos. Allí se pueden ver las dificultades que la reunificación está creando. Es cierto que una transformación así no se hace en unos años, es el trabajo de una generación y tal vez más. Allí se ve lo difícil que es fusionar dos países que fueron diferentes durante 40 años. Además, durante estos 17 años se ha invertido y mucho, hoy tiene la deuda más alta de los estados federales en Alemania. Hasta hace un tiempo, Berlín no era un destino turístico, hoy es casi un must. Allí están todos los estilos de la arquitectura, del pasado y del presente. El Reichstag es hoy el edificio histórico cultural más visitado. Pero, esencialmente sería difícil entender a Alemania sin recorrer Berlín. Y no sólo por razones políticas o económicas, sino fundamentalmente culturales. En este sentido es increíble la atracción que hoy Berlín ejerce sobre los jóvenes.»

Entrevista de Máximo Soto

«Este año estaremos de fiesta en fiesta»

Periodista: ¿Es cierto que este año ustedes van a festejar el siglo y medio de relaciones de amistad entre Alemania y la Argentina?

Rolf Schumacher: Celebraremos que en 1857 se firmó un tratado de amistad, navegación y comercio entre lo que en aquel tiempo eran la Argentina y Alemania, cuando los dos países como los conocemos hoy en día no existían. Había en Alemania una Unión Aduanera compuesta por unos estados alemanes en el norte de Alemania, incluyendo a Prusia y a algunos pequeños estados, y aquí estaba la Confederación Argentina, con la capital en Paraná, y sin la provincia de Buenos Aires, pero fue la primera vez que se firmó un tratado entre entidades alemanas y argentinas más grandes que una ciudad, porque antes había, por ejemplo, un cónsul de la ciudad de Berna en Buenos Aires. Ese tratado es el primero de importancia nacional entre nuestros países, y el punto de partida de la relación bilateral. La nuestra ha sido y es una relación tan estrecha, tan intensa, que merece ser festejada.

P.: ¿Qué eventos han preparado?

R.S.: Muchos. Por ejemplo, una semana cultural en Salta. Como los argentinos piensan que Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires, nosotros vamos a atender a otros lugares, por ejemplo a la provincia de Salta. Claro también vamos a tener eventos en Buenos Aires. Un punto importante de las celebraciones será una investigación sobre las huellas que científicos, instituciones y empresas alemanas dejaron en el país. Por caso, los alemanes tuvimos mucho que ver con íconos de este país.

P.: ¿Con emblemas de la Argentina?

R.S.: El Obelisco y la Bombonera, el estadio de Boca Juniors, fueron construidos, en tiempo récord, por empresas alemanas. El instituto Otto Krause, que ofreció y ofrece la educación técnica a generaciones de argentinos, es un emblema de la relación entre nuestros países. Aquí, de igual modo, hay muchas otras cosas por las que los argentinos transitan si saber que están vinculadas con Alemania.

P.: Tenemos lugares, sobre todo en Córdoba y en la Patagonia, donde la impronta alemana está muy marcada y, en algunos casos, casi parecen ciudades alemanas.

R.S.: Eso todavía existe, pero afortunadamente el proceso de integración nacional ha hecho que la tercera generación de los inmigrantes ya es totalmente argentina, y se acuerda vagamente de que su bisabuelo era alemán. Eso es bueno, pero hace que se olviden las huellas, lo que realizaron aquellos inmigrantes, visitantes y emprendedores alemanes. Por eso estamos encarando el proyecto «Transmisiones» con la universidad, con científicos argentinos y alemanes que buscan esas raíces no en los apellidos, no en las personas sino en los símbolos, en los edificios, que son una demostración de la colaboración entre nuestros países. En 2007 vamos a estar de celebración en celebración, porque hay más.

P.: Los magníficos 40 años del Goethe Institut en nuestro país.

R.S.: Y los 140 años del Hospital Alemán. Vamos a estar de festejo en festejo. La parte cultural la llevará adelante el Instituto Goethe, independientemente de la embajada. Esa independencia es buena, para que esa entidad no corra el riesgo de ser politizada y que pueda ser un establecimiento crítico con respecto a lo que se hace en Alemania.

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