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Ya no se busca alojamiento, sino vivir una experiencia
Periodista: ¿Cómo comenzó su relación con la hotelería?
Julio Ducdoc: Es un lazo que fui creando desde chico, por medio de mi familia que se desempeñaba en el rubro. Después estudié Ciencias Económicas, pero en vez de trabajar como contador me dediqué a la generación de negocios, como administrador. De allí llegué hasta donde estoy hoy. Uno descubre que todas las fantasías que se tejen sobre la hotelería terminan siendo verdad.
P.: ¿Por qué?
J.D.: Es una actividad que te permite viajar, conocer gente de todo el mundo. Siempre es divertido trabajar con personas que se dedican a vender algo tan lindo y divertido como es el sector turismo. Se genera una comunidad internacional. La hotelería te convierte en un ciudadano del mundo, que hace identificarte con colegas tuyos de todas partes, que viven las mismas cosas. Es una de las pocas actividades que no se detiene nunca, las 24 horas, los 365 días al año.
P.: ¿Qué rescata de los hoteles que visitó?
J.D.: En la hotelería juega la innovación, el desafío de hacerlo distinto. Cambió el concepto. El huésped ya no pide una cama, sino una experiencia. No viaja para experimentar lo mismo que todos los días, sino que busca sorprenderse. Y desde ese lado, a mí me gratificó el hotel Península de Hong Kong. Todos los días se cambiaba la alfombra de los ascensores ya que en ella estaba impresa la fecha. En cada piso había un conserje que estaba atento a traer el diario o un paquete de cigarrillos, en caso de necesitarlo. No hacía falta llamar por teléfono y esperar. En un hotel de cadena en Panamá vi plasmas que reproducían las llamas como un hogar a leña.
P.: ¿Por qué apostaron al mercado brasileño?
J.D.: El argentino es el primer turista demandante de Buzios y yo soy un enamorado de esa isla. La descubrí hace tiempo, cuando recién comenzaba a surgir. Es una pequeña aldea sofisticada, con gastronomía de muy alto nivel, con mucho estilo, en la que se cuida mucho el tema arquitectónico y la ecología. Se ha logrado mantener sin construcciones altas. Es un destino que ha crecido mucho, sobre todo en los últimos años. Había una enorme variedad de posadas, pero había huecos y demandas en el mercado que estaban insatisfechas.
P.: Entre ellas...
J.D.: En general las posadas no tienen una gran área verde, algo que es importante. También desarrollamos un programa de recreación único, muy cuidado, con actividades que tienen que ver con Brasil. Se enseña a bailar desde capoeira hasta samba, aprovechando las variantes de la cultura brasileña. La idea es sacar el foco de los «mieleros» que sigue siendo el fuerte de Buzios, ya que es un destino mucho más accesible pero a la vez tan paradisíaco como lo puede ser el Caribe. Así estamos abiertos a recibir a grupos de solteros y también familias. En nuestro caso no queremos vender alojamiento, sino experiencias a nuestros pasajeros.
P.: Usted se manifestó «enamorado de Brasil». ¿Cuáles son sus razones?
J.D.: Comencé a ir a ese país cuando no era tan común. El espíritu brasileño es muy distinto del de los argentinos, por eso creo que siempre es un baño de alegría escaparse a Brasil. Como país estamos asistiendo a su gran despegue económico. Hay una masa consumidora, y en la costa argentina se han disparado tan alto los precios que el público volvió masivamente al país vecino. También está muy articulada la ruta con los pasajeros asiáticos. A los norteamericanos les llama la atención ese exotismo que tiene Brasil, desde su música y su fruta, el estilo de playa. Creo que es un destino que hay que conocer para desestructurarse.
Entrevista de Andrea Fernández
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