10 de noviembre 2017 - 22:35

China se prepara para el rol de superpotencia. ¿O acaso ya lo es?

• AL DESDIBUJARSE EEUU, SU PODER CRECE NATURALMENTE
El cambio de época quedó escenificado en la visita del presidente norteamericano. La democratización, una cuenta pendiente.

ENCUENTRO DE DOS MUNDOS. Una bandera estadounidense, colocada para recibir a Donald Trump, flamea frente a un retrato de Mao en Tiananmen.
ENCUENTRO DE DOS MUNDOS. Una bandera estadounidense, colocada para recibir a Donald Trump, flamea frente a un retrato de Mao en Tiananmen.
Un gran mapamundi con China posicionada arriba y a la izquierda recibe a los visitantes en el Parque Tiantan Gongyuan, en el sureste de Pekín. No es una representación caprichosa del atlas, sino un posicionamiento político que destaca a la región por encima de los países hegemónicos como Estados Unidos. Una imagen que describe a la perfección el rumbo del mundo que emerge.

La reciente confirmación de Xi Jinping en el XIX Congreso del Partido Comunista (PCCh) como "núcleo" y el posicionamiento de su pensamiento a la par del de Mao Zedong son las mejores muestras de ese planisferio al "revés".

El "emperador", como lo llaman algunos analistas en la prensa especializada, se propuso una agenda de reformas en etapas que debe concluir en 2050 con una China como potencia internacional, si es que ya no lo es.

A lo largo de los últimos ocho años se mantuvo como el mayor exportador del mundo (13,2% del valor total), es el principal tenedor de deuda estadounidense (u$s1,14 billones) y es líder en investigación y producción de energías renovables. De acuerdo con un informe reciente de la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China, la inversión emitida desde allí creció de prácticamente cero en 2001 a 113.662 millones de dólares en 2016, de los cuales 10.587 fueron llegaron a la Argentina.

"Vamos a hacer de nuestro país una nación democrática y moderna. Con ese objetivo emplearemos trabajos de construcción cultural, política y económica, al tiempo que defenderemos la apertura y la tolerancia en el mundo", declaró Jiang Jianguo, viceministro del Departamento de Publicidad del PCCh, en el Foro de Medios de Comunicación China-América Latina, que se celebró en Pekín a fines de octubre y del que participó Ámbito Financiero.

Se trata de una transformación que comenzó hace un lustro pero que se precipitó con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca gracias a su diplomacia desdibujada y antojadiza. Casi al unísono de la asunción del republicano en enero de este año, Xi se posicionó como un férreo defensor de la globalización y sus reglas, así como garante de los acuerdos de París que limitan las emisiones de gases contaminantes y que el republicano amenaza con demoler.

"No sé si Occidente está ya en condiciones de 'permitirle' o no la hegemonía a China. El caso es que su poderío es creciente mientras que el de Occidente pierde peso no solo en la economía sino incluso en lo que blandía como uno de sus principales atractivos, la calidad de las democracias, que hoy también cotizan a la baja", explicó Xulio Ríos, ensayista español especializado en política internacional y Director del Observatorio de la Política China, a este diario.

Del cambio en la balanza se hicieron eco los medios estadounidenses en la víspera de la visita de Donald Trump al gigante asiático. La revista Time tituló su última portada en inglés y chino con "China ganó", y acompañó con un texto del analista Ian Bremmer en el que sostiene que "si tuviera que apostar a un país que está mejor posicionado para extender su influencia entre socios y rivales por igual, no sería prudente señalar a Estados Unidos. El dinero inteligente probablemente estaría en China", afirmó.

Político, en tanto, afirmó que con su visita oficial, Trump reconoció el poderío de Xi. "La política de Estados Unidos hacia China sigue sin estar formulada y coordinada. Sin una política coherente, y mucho menos una estrategia para aplicarla, los funcionarios de la administración Trump han tenido dificultades para explicar por qué el presidente" fue a Pekín. "No es así para China. Xi viene de su coronación en el Congreso del Partido Comunista. Y la visita de Trump solo lo ayuda".

En ese planisferio "al revés", China aparece como el principal árbitro de la política internacional en momentos de fragilidad y quiebre inminente, aunque puertas adentro coarte las libertades civiles.

La disidencia afirma que la persecución alcanzó niveles similares a los que se vivieron durante la represión de Tiananmen, mientras que las redes sociales y medios de comunicación extranjeros permanecen vetados para la mayoría de los ciudadanos.

"Creo que las políticas de Occidente en los últimos tiempos han sido enormemente erráticas en más de un aspecto y estamos pagando un alto precio por ello. China optó por seguir una vía propia que excluye una homologación política con Occidente y este ya no dispone de palancas de coacción efectivas para condicionar con ellas el rumbo político del gigante asiático. En ese sentido, creo que muchos aceptan con resignación que aquella teoría que apuntaba a una democratización progresiva a medida que mejorara el nivel de desarrollo pasaba por alto la perseverancia ideológica de los líderes chinos. Ellos son más fuertes y no admiten lecciones. Y nosotros hemos perdido autoridad para darlas", concluyó Ríos.

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