6 de marzo 2003 - 00:00

Granos: es utópico hablar de una cosecha de 100 millones

Granos: es utópico hablar de una cosecha de 100 millones
Vaticinios sobre una producción argentina de granos de 100 millones de toneladas se escucharon durante las últimas semanas en el país. Y aunque son mayoría los que opinan que se podría alcanzar ese volumen en corto tiempo, la Argentina no lograría ese objetivo, al menos en los próximos 5 años.

Muchos operadores y analistas se dejan llevar por un optimismo extremo, sin analizar las verdaderas posibilidades que existen para que los productores logren el fuerte aumento en la producción.

Al desgranar las diferentes variables que influyen en las chances de aumentar fuertemente la producción de granos, debemos comenzar por ver el área que se destina para este fin. Desde el período 1996/'97 hasta la fecha, el promedio fue de 27 millones de hectáreas sembradas por año.

Al comparar las producciones de dichos períodos, vemos cómo los volúmenes no son constantes, varían año tras año por diversos motivos. Desde el ciclo 1996/'97 hasta el posterior, nos encontramos con un salto de producción importante, con un aumento de 13 millones de toneladas.

Aquí se debe considerar que, en ese año, el clima jugó un factor preponderante, dando el caudal de lluvias necesario y suficiente como para que la evolución de los cultivos fuera prácticamente perfecta, donde el maíz fue el más beneficiado, llegando a cifras de producción sorprendentes de casi 20 millones de toneladas, récord en la historia maicera nacional. Lógicamente, el aumento constante de los guarismos de producción que se dieron en los tres últimos ciclos, además del clima, influyó la mayor utilización de tecnología e insumos, haciendo de los productores agropecuarios, empresarios eficientes y exitosos.

• Tecnología

Pero, considerando un mismo escenario, se nota que el aumento de producción de algunos cultivos va en detrimento de otros. Tomando los cuatro principales -girasol, trigo, maíz y soja-, vemos cómo, en los años en que aumenta alguno de ellos, disminuye otro, y siempre tomando en cuenta las áreas sembradas.

Pero, si el escenario cambia, como ocurrió a partir del 20 de diciembre de 2001, la situación se hace harto complicada.

Quedó en evidencia este año -ejemplo máximo, el trigo- que los chacareros utilizaron escasa tecnología, gastaron menos insumos y usaron semillas no del todo adecuadas. Algo similar pasó con el girasol, el maíz, el arroz, el algodón y otras producciones regionales.

Pero muchos se dejan engañar por la expansión que tiene la soja, creyendo que esta oleaginosa va a ser la suplente ideal de todos los demás granos.

Pero pocos prestan atención a los técnicos que indican los males que ocasionan la tendencia al «monocultivo», como es la desertificación, agotamiento de la tierra, aparición de plagas antes erradicadas, etcétera.


• Cambios

También habría que considerar la constante falta de políticas agropecuarias a largo plazo, los continuos cambios económicos, las retenciones a las exportaciones -con más posibilidades de ser aumentadas que disminuidas-, la presión impositiva, la gran cantidad de hectáreas productivas inundadas y un sinfín de impedimentos que hacen de la producción agropecuaria argentina un camino complicado y demasiado riesgoso.

También habría que tomar en cuenta lo que viene ocurriendo con los productores.
De 250 mil productores que existían hace 10 años, según datos extraoficiales, hoy hay solamente 120 mil hombres de campo activos. Muchos dirán que la cantidad de hectáreas no varió y que ahora están en manos de empresas fuertes, haciendo probable que los volúmenes continúen constantes.

Esto puede ser, pero
resulta improbable un fuerte aumento de los guarismos de producción, ya que esas empresas invierten en campos, buscando obtener ganancias acordes con lo invertido. Y, con el panorama descrito anteriormente, difícilmente los inversores apuesten mayor cantidad de dinero en la producción agropecuaria argentina.

Es lindo dar buenas noticias, ser positivos y crear un panorama ideal, pero es más importante tratar los temas con la seriedad y responsabilidad que el actual momento requiere. Generalmente, las barreras de humo se disipan con el viento y, en la actualidad, la brisa comienza a soplar más fuerte.

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