1 de junio 2007 - 00:00

Intervención en mercados provocó grandes pérdidas

Intervención en mercados provocó grandes pérdidas
Con su intervención en los mercados de la hacienda en pie, el gobierno nacional provocó una pérdida de $ 4.300 millones en el sector de cría y sólo compensa 4%.

Cuando anunciaron la puesta en vigencia de un sistema de compensaciones para los pequeños productores ganaderos, varias personas allegadas -que no viven en el campo ni conocen su realidad-me decían: «¡Qué bárbaro! Con lo bien que están ahora los del campo, también reciben subsidios».

Siempre hemos enfatizado en que el productor agropecuario no necesita de «regalos» si no -simplemente-recibir lo que le corresponde. No nos atrae integrar el universo del «clientelismo» en el que predomina -indudablemente-la falta de equidad porque sólo una parte de los productores está en condiciones de acceder, se presta a manejos pocos transparentes y, por sobre todo, nunca son suficientes para compensar lo que perdió el productor como consecuencia de la intervención del gobierno en los mercados de la hacienda en pie.

Este trabajo tiene por objetivo aclarar a la opinión pública -en especial a quienes no conocen al sector rural-los efectos causados por la intromisión del gobierno en el mercado de las carnes: pérdidas para el pequeño y mediano criador ganadero, para todo el interior y, en definitiva, para el consumidor; por lo tanto, los subsidios se asemejan nada más que a una aspirina utilizada para aliviar la agonía de un enfermo, en este caso, nuestro sector.

Tomamos como base a un productor promedio, con 200 vacas madres en producción -lo que supone que en un momento dado posee una existencia de 300 cabezas-con 70% de destete y con una reposición de 20% anual de su rodeo; es decir, una venta de 100 terneros por año entre machos y hembras.

Optamos por esta cantidad de vientres ya que la compensación está dirigida a este grupo de productores, que representa 89,5% del total. (Cuadro 1)

Evaluamos los ingresos obtenidos en el año 2005, cuando existía transparencia en los mercados de hacienda en pie y los comparamos con los de los años 2006 y 2007, durante los cuales se produjo la distorsión de los mercados por la intervención del gobierno. Primero calculamos los ingresos por la venta de terneros (Cuadro 2) y luego los ingresos por la venta de la vaca de rechazo (Cuadro 3), obteniendo de esta manera la pérdida final.

Si sumamos la pérdida de ingresos por venta de terneros y vacas de rechazo durante los años 2006 y 2007, llegamos a $ 44.600. Suponiendo que el productor cobra el «subsidio» del gobierno, la pérdida final sería de $ 38.600. (Cuadro 4); es decir, unos $ 1.608 de déficit mensual en estos dos años.

La suma de los ingresos por la ventade terneros y vacas de rechazo en los años 2006 y 2007 (cuadros 2 y 3) es de $ 87.000, por lo que la pérdida representa 52% con relación a 2005.

  • Totales

    Teniendo en cuenta la pérdida de ingresos en los años 2006 y 2007 por venta de terneros y de vacas de rechazo y multiplicándola por la cantidad de animales de estas categorías que se venden en el país, obtenemos las pérdidas totales del sector en estos dos años por la intervención del Estado en los mercados (cuadros 5 y 6).

    Si sumamos las pérdidas de ingresos en el sector de cría de la Argentina y las comparamos con el subsidio que el gobierno va a otorgar, por 170 millones de pesos, éste compensa tan sólo 4% de las pérdidas provocadas por su intervención en los mercados de hacienda en pie (Cuadro 7).

    ¿Quién se hace cargo de las pérdidas? La intervención de los mercados de hacienda en pie por parte del gobierno fue nefasta para el sector de la cría, pues se dejaron de percibir, aproximadamente, cuatro mil trescientos millones de pesos en estos años. En definitiva, fue el interior del país el que dejó de recibir este dinero, ya que el productor compra -generalmente-todo en el pueblo donde vive.

    No queremos subsidios, queremos lo que nos corresponde. El gobierno devuelve al sector 170 millones de pesos -suponiendo 100% de pedido de subsidio-sólo 4% de lo que se dejó de percibir como consecuencia de la errática política ganadera, lo que demuestra sobradamente que no se llegan a compensar para nada las pérdidas ocasionadas.

    Esta es la repuesta a aquellos que se preguntan: «¿Y todavía subsidian al campo?».

    Nos estamos quedando con menos vacas. La participación de 47% de hembras de la faena es parte de las consecuencias de la puesta en vigencia de malas decisiones; a partir de 43% de participación hay una clara liquidación. La primera reacción del productor ante la merma de sus ingresos de $ 5.483 por mes en 2005 a $ 3.383 por mes en 2006 y $ 3.816 por mes en 2007 (cuadros 2 y 3) -52% menos de ingresos, a lo cual hay que sumarle un aumento de 30% en sus costos de producción en estos dos años-es la de implementar privaciones personales, como no tener obra social, no mandar sus hijos a estudiar o no calefaccionar su casa. La segunda es la de disminuir los costos --menor sanidad, alimentación o genética-, lo que se traduce en una menor producción de terneros. Y, por último, al no tener otra posibilidad de ingresos de dinero, se descapitaliza, comienza a vender parte de su rodeo, primero las vacas más gordas luego los toros, terminando en un círculo vicioso.

    ¿Qué hubiera pasado si el gobierno no hubiera intervenido? Si se hubieran dejado las cosas como estaban en 2005 -sin aumento de las retenciones, sin el peso mínimo de faena, sin precios de referencias, sin acuerdos de imposible cumplimiento, sin cerrar las exportaciones, sin la cuotificación de las exportaciones, sin la emisión de ROE, etc., la situación de los buenos precios de 2005 hubiera incentivado a la mayor retención de vientres, al año un incremento en la oferta de terneros y, por ende, de carne, única herramienta válida para contrarrestar la mayor demanda.

    La hipótesis sobre que «si la hacienda en pie está barata, el precio de la carne en el mostrador tendría que estar barata» es falsa, ya que los bajos valores de la hacienda en pie -por la intervención del gobierno-no mejoraron para nada el precio al consumidor, cuyos valores se acomodaron a los de 2005 y nunca bajaron. Todo lo contrario, a posteriori e injustificadamente, hubo aumentos.

    ¿Si el consumidor tampoco se benefició con esta reducción, dónde quedó esa gran masa de dinero?

    (*)
    Vicepresidente de CRA.
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