27 de diciembre 2023 - 00:00

“Catorce”: una muestra libre, unida por la originalidad

felipe lorea. “Una excusa en la búsqueda plástica de lo esencial”.
felipe lorea. “Una excusa en la búsqueda plástica de lo esencial”.

La galería Cecilia Caballero exhibe la muestra “Catorce” organizada por Fabián Burgos (1962), artista que se resiste a asumir el papel de curador. No es la primera vez que Burgos presenta una muestra y destreza no le falta, pero no le interesa arrogarse el título de curador, oficio que abandonan los artistas y hoy se estudia en las universidades de arte. Eludiendo acaso expresar el criterio curatorial, Burgos tituló “Catorce” una muestra que según observa: “No es una exposición de teoría sino de un grupo de individualidades unidas por el talento y la originalidad”.

De este modo, ajenos a las presiones comunes en la escena artística y también a las limitaciones habituales en los centros culturales establecidos, museos o colecciones, Burgos y sus artistas producen un arte sin ataduras y transmiten la grata sensación de que respiran libremente. “’Catorce’ es un buen título, afín con la idea de la selección. ‘Catorce’ enumera individualidades al mismo tiempo que agrupa. Esta aparente contradicción refuerza los mundos tan diferentes de cada uno”, insiste Burgos.

Y en verdad, el grupo es heterogéneo, sus miembros difieren en edad, trabajan en diversas disciplinas y provienen de diferentes lugares. Algunos estuvieron en el taller de Burgos o son autodidactas, otros, circularon por distintos espacios de exhibición o en arteBA. “Pero todos poseen una singularidad, una capacidad inusual que realmente me atrajo: trabajan encerrados en una burbuja, ajenos al mundo exterior”, aclara Burgos. Y para ejemplificar el grado de aislamiento, cita la frase del personaje que interpreta Ingrid Bergman en la película “Casablanca”, cuando dice: “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”. No es de extrañar entonces la diversidad estilística que advierte el espectador.

El mejor ejemplo son unas pinturas cuyo estilo se diferencia de las tendencias dominantes en los circuitos de ferias o bienales. Los paisajes de Felipe Lorea, a simple vista, se asemejan a los de un pintor dominguero. Pero con su ojo avezado Burgos encuentra la contemporaneidad, descubre espacios del cuadro con resolución abstracta o la tela en blanco. Entretanto, Lorea señala que sus pinturas son “una excusa en la búsqueda plástica de lo esencial. Mediante la materia, el gesto, el color y la forma voy tratando de acercarme a eso que está más allá de la imagen”. El espectador de la obra debe indagar qué hay detrás de esa “excusa”. En un territorio inasible se mueve con virtuosismo el inclasificable Manuel Moreno, sus formas extrañas son paisajes inexistentes de fábulas interiores.

Ruy Krieger, por su parte, inició su carrera en el teatro, realizó la película «Pastillas» y el corto «Telgopor», fue actor de reparto y director de los programas de «El Club del Arte» con Daniel Abate y Gabriel Werthein; publicó su novela «El amor es miedo» y llegó a la pintura. En la muestra presenta unos cuadros que ostentan una gestualidad semejante al expresionismo de Willem de Kooning y, al igual que él, se mueve entre la figuración y la abstracción. Las mujeres aparecen como tema de esas pinturas de colores radiantes.

Eduardo Arauz presenta una serie de fotografías que, al acercarse para mirarlas en detalle, revelan que unas formas rectangulares y abstractas, al igual que un círculo, son en realidad fichas de las mesas de juego de los casinos. “La textura, el color y especialmente el degradé se presentan distintos desde la distancia”, subraya el artista que lleva a sus fotos la lección impresionista. Walter Alvarez cuenta que dibuja desde hace años, y allí está la casa de su infancia en Villa Tesei, Morón. “Dibujo situaciones y sucesos de otros tiempos, generalmente del conurbano bonaerense”, concluye.

Con unas simples servilletas de papel, Juane Ordriozola le abre paso a su obsesión por lo limitado y la producción ilimitada. Así, con un material accesible dobla las servilletas, las pinta con gotas de colores y al desdoblarlas como el test de Rorschach aparece el duplicado, y se convierten en obras. En “Catorce” renueva la obsesión, las servilletas están enmarcadas por distintos marqueros. Lo siniestro asoma en la cabeza decapitada y fotografiada por Juan Flesca, en los juegos con una ventana que podría convertirse en guillotina de su propia madre, o en la mutilación de una pierna. Gustavo Christiansen con sus carpetas de dibujo perforadas por una quemadura, aspira a “atrapar un acontecimiento en estado puro”. Manuel Moreno resulta inclasificable, salvo por su virtuosismo y un sensitivo manejo del lápiz. Paola Calcerano produce un pregnante arte textil, pero no utiliza hilo sino pintura de intenso color azul. Irina Kirchuk, Federico Abalo, Marcelo Zanelli, Emilia Tessi y Catalina Perz Andrade, completan el conjunto.

Fabián Burgos elude conclusiones curatoriales y deja una interesante cuestión librada a la interpretación. Además de la originalidad y el atractivo visual, ¿cuál es el hilo que le brinda sentido a la exposición en su conjunto? ¿qué idea subyace en las obras? Según se mire, el concepto que deja “Catorce”, es el deseo de reafirmar la vida, aún en medio de la soledad y, en ocasiones, la adversidad.

Dejá tu comentario