Cayó Kirchner en la red de la inflación: pide ideas y boicot a los que aumentan
Se advierte algo más que temor en el oficialismo por el nivel del costo de vida. Como gobiernos anteriores, ya cayó en la maraña discursiva sobre lo que aumenta o no. Más nervios cuando es inminente el desenlace electoral y estos episodios conspiran contra lo que parecía un triunfo descontado. De ahí la confusión, ya que a la afirmación de que los precios no habían trepado, y la tenaz defensa de los números del INDEC de Guillermo Moreno -poco seria propuesta del matrimonio oficial-, ayer el Presidente ensayó un cambio e incorporó nuevas aprehensiones sobre un comportamiento económico que no domina. Por un lado, denunció a la oposición por falta de ideas al respecto («sólo aparecen con dos tomates y una papa en la mano»), al mismo tiempo que reclamaba un boicot generalizado a los que aumentan los precios. Si no alcanzó el control estatal, que aparezca el popular. En verdad, a los problemas técnicos ya advertidos por impericia contumaz de la conducción económica -este diario se hartó de publicar artículos en ese sentido-, ahora se han añadido otras dos cuestiones aportadas por el propio oficialismo para alentar suba de precios: 1) la sensación, anunciada por otra parte, de la inminencia de un pacto social luego de los comicios (lo que equivaldría a un congelamiento y, en consecuencia, todos pugnan para posicionarse en precios e hibernar desde el mejor lugar posible), y 2) como se ha manifestado la influencia del sector «productivista» (léase UIA y afines) en la cercanía de la continuidad de un futuro gobierno, muchos temen que se imponga un criterio devaluacionista pues esas organizaciones viven planteando que todo está igual al uno a uno. De ahí, entonces, que haya demanda de dólares y corrección hacia arriba de precios porque nadie desea ser sorprendido in fraganti por una medida oficial. Ese es el clima que se observa en parte en los mercados, fundamentalmente porque no ha sido preciso el gobierno en sus manifestaciones y, si lo fue, escasa credibilidad despertó. Más cuando se reclaman ideas a la oposición y un boicot a la gente de imposible aplicación.
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La mayoría de los empresarios restantes hablaban por sus celulares y miraban insistentemente la hora, deseando salir de la Casa de Gobierno para al menos tomar un café, ya que sólo les sirvieron un vaso de agua, más barato por cierto.
«Los productos que bajarán sus precios serán determinados por los supermercados en función del acuerdo que logren con las empresas proveedoras, el listado es voluntario y no implica todos los productos, el compromiso es que sean artículos de consumo masivo», dijo a Ambito Financiero Juan Vasco Martínez, de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU).
En tanto, en las industrias alimentarias los ánimos son otros. «Será difícil que los supermercadistas obtengan descuento por parte de sectores como lácteos, fideos secos, enlatados, bebidas o carnes», comentaba un empresario.
Los industriales coinciden con la postura de Pascual Mastellone, quien dijo antes de ayer que «esta vez no podía acompañar el pedido de bajar los precios» y agregó, «por la información que tengo sé que muchas empresas están con lo justo y van a decir que no». Un importante ejecutivo de productos de alimentos de consumo masivo sostuvo que «este acuerdo quedará limitado a la presión y las ofertas que los supermercados les brinden a las empresas, pero en la práctica no creo que se logre mucho».
Y la razón es que, en sentido contrario, más de una empresa le venía solicitando al secretario de Comercio Guillermo Moreno un ajuste en los precios de 2% a 2,5%. «Moreno conoce la situación de las empresas, por eso, si bien llamó para convocarnos, no insistió demasiado», comentó otro empresario del sector. La baja de precios de 5% «va a quedar librada a la articulación que se haga también con la industria proveedora, pues tanto el presidente Kirchner como Moreno han refrendado que en esto se aplicará la teoría del esfuerzo compartido», se defendió Vasco Martínez.
Es de suponer que los supermercados y las empresas que bajen sus precios lo harán en aquellos productos que tienen menos salida, comentan en el sector industrial. En los acuerdos anteriores los supermercados llamaban a sus proveedores y les decían « partamos la diferencia, bajo 7,5% y vos otro tanto, así llegamos a 15% que quiere el gobierno». Ayer, algunos empresarios recibieron llamados similares, lo que cambió fue el porcentaje: 2,5%. Las respuestas fueron de este tenor: «Imposiblebajar los precios si estamos peleando por un aumento».
Kirchner se sintió tranquilo respecto de la oposición que enfrenta Cristina. Así, sin dar nombres, aunque quedó claro que se refería a Roberto Lavagna, dijo que «cuando veo quiénes se oponen, a uno lo veo con un tomate y dos papas, a mí me gustaría que esos dirigentes tengan ideas, no la de enfriar la economía». Finalmente volvió a reclamarle a la oposición que tenga ideas y dijo: «Si estos dirigentes nos gobiernan qué van a hacer, van a andar así con una papa y dos tomates, dan pena».
Luego del acto en la Sala de Situación, los supermercadistas se fueron velozmente para evitar todo tipo de contacto con la prensa. Horst Paulmann, de Cencosud, no tuvo suerte y se encontró encerrado entre el periodismo que buscaba alguna definición del acuerdo alcanzado con el gobierno. Nervioso, eludió dar precisiones y rescató las palabras de Kirchner: «El Presidente tiene todo la razón, estamos haciendo todo el esfuerzo para tratar de que los precios estén lo más bajos posibles, es un esfuerzo de todos». Se fue con un pedido especial de Kirchner: instalar un supermercado en Santa Cruz.
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