22 de abril 2022 - 00:00

Contacto en Washington con el Club de París: ya se trabaja para acordar un nuevo plan de pago

La intención de Guzmán es que parte del dinero del blanqueo se pueda usar para liquidar esta deuda, además de la del FMI. El pasivo con los países miembro del grupo es de unos u$s2.000 millones.

Martín Guzmán
Martín Guzmán

Martín Guzmán tomó contacto ayer con los enviados del Club de París a la reunión de primavera conjunta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), con lo que las partes retomaron la relación para comenzar a cerrar las negociaciones por un plan de pagos para saldar los aproximadamente u$s2.000 millones que se le debe a ese organismo. En el encuentro de Washington la delegación argentina les dio a los acreedores una novedad: la idea del país es utilizar todo o parte del “Fondo Nacional para la Cancelación de la deuda con el FMI”, para liquidar la deuda con los países miembros del bloque. Para esto se buscará que el Congreso Nacional habilite la alternativa de utilizar los dólares potencialmente blanqueados, no sólo para atender desde 2026 los pagos con el Fondo; sino, mucho más acá en el tiempo, para liquidar este pasivo que debe ser renegociado antes del próximo 30 de junio.

Esa fue la fecha límite que Martín Guzmán pactó el 23 de marzo pasado, cuando se encontró en Francia con el presidente de la entidad, Emmanuel Moulin, extendiendo el “puente de tiempo” que vencía el 31 de marzo, y comprometiéndose Argentina a discutir un nuevo plan de pagos que cierre definitivamente el pasivo. O, en su defecto, un compromiso de pago al contado pero cuando el gobierno disponga del dinero que surja de la aplicación del blanqueo que el martes pasado tuvo dictamen en el Senado y que la próxima semana podría tratarse en el recinto.

Mirando más números y porcentajes que cuestiones políticas, conviene más cerrar la deuda con el Club de París que con el FMI. Como además la posibilidad con la que se esperanza el oficialismo del Senado es que se declaren posiciones financieras fuera de la Argentina por unos u$s70.000 millones, esto determinaría ingresos declarados por unos u$s20.000 millones máximo. Este dinero no alcanzaría para cerrar la deuda con el FMI, pero sí para liquidar definitivamente la historia de pasivos con el Club de París.

Para que esto se pueda concretar, se debería modificar parte del texto que tiene dictamen en el Senado, y que hasta ahora no tiene asignación específica en el texto que será debatido en la Cámara Alta.

Según lo comprometido por Guzmán en su encuentro con Moulin, debería haber un acuerdo con el Club de París antes del 30 de junio; con lo que seguramente no tendrá aprobado el blanqueo que ayer comenzó a transitar en el Senado. Mucho menos el dinero recaudado. Pero con la habilitación potencial para poder usar los beneficios del llamado para cumplir también con los compromisos ante el club de París, podría acelerar el llamado a liquidar la cuenta, mucho antes que termine el plan de pagos que se negocie en los próximos meses. Y, así, ahorrarse bastante dinero ante el interés de 9% anual que seguramente le cobrará la entidad a la Argentina.

Dentro del Club, el primer acreedor es Alemania con un 37,37%, dinero generado de manera mixta; con créditos directos para empresas privadas (en los 90), sumado a viejas líneas del gobierno alemán a la Argentina de décadas anteriores. En el listado luego aparece Holanda con un 7,98% de la deuda. Se trata de otro caso complicado, donde por cuestiones culturales no existe mucha flexibilidad para países que no cumplen con sus pagos. Los Países Bajos votan tradicionalmente en el board del FMI en contra de los acuerdos que propone Argentina.

El cuarto acreedor del país es España, con un 6,68% de la deuda. Es el rezago generado por el crédito que en 2001 giró el gobierno de José María Aznar, para ayudar a sostener la convertibilidad y los giros de dividendos de las compañías españolas radicadas en el país. El total de ese crédito fue de unos u$s1.100 millones, Argentina los declaró en default en diciembre del 2001 con el resto de la deuda externa argentina y durante la primera etapa de gestión de Néstor Kirchner hubo un intento de negociarla por fuera del Club de París, en mejores condiciones que el resto de los acreedores. La presión del resto de los socios de la Unión Europea hizo que el pasivo se sume a la demanda general del Club de París.

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