El dinero desorientado aporta a oferta pero perdemos inversión
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En 1992 recibíamos 25% del total de los capitales que venía a una veintena de países latinoamericanos, mientras el que nos seguía en el ranking, México, recibía 24% y Brasil apenas 11%. En 1999 --siete años después- Brasil recibía ya 27%, pero éramos todavía segundos con 22% y México (a cinco años del terrible «tequila») caía a apenas 12%.
En 2001 (año de nuestro estallido) nos superaron en beneficio todos los grandes de la región, hasta Chile, porque caímos a 2%. Era comprensible. En 2004 -datos de la Fundación Capital-pasamos a ser cómodos cuartos, detrás de México con 26%, del total de capitales; de Brasil con 23% y de Chile (menos de un tercio de los habitantes que la Argentina y menor en riquezas naturales) que recibió 9%. La Argentina apenas 6%, con el agravante de que la gran mayoría de esa escasa inversión de afuera (significó en 12 meses unos u$s 1.500 millones) fue de reposición para mantener pero no acrecentar las estructuras fabriles, para negocios inmobiliarios o de adquisición de campos. En este pasado 2004 ingresaron u$s 1.500 millones y se fueron del país casi u$s 3.000 millones. Desinversión evidente.
La liquidez bancaria local, a su vez, también favorece a la oferta de canje para salir del default entre nuestros bonistas, es cierto, pero detrás está que no hay pedidos de crédito para nuevas producciones. Si no hay tales pedidos tomar dinero del público en plaza fijo no atrae a los bancos y por eso hay tasas bajas que desconciertan a ahorristas y bonistas a la par de los internacionales. Pero a todo esto llamarlo «buen momento local»...
•Sin futuro
Sin inversiones un país puede canjear deuda, salir del default, tener un aceptable presente (más en un año electoral donde desbordará el clientelismo). Pero no tiene futuro. No puede salir de los planes Jefas y Jefes... Tampoco del alto desempleo (hoy 19 por ciento) por más que alentemos que vaya gente a la estrechez de la jubilación. La construcción activa una economía como hoy sucede en el país, también es cierto, pero se acota en el tiempo esperando una demanda acorde y no es solución de fondo.
El informe del Institute-of Internacional Finance (que ni «Clarín» ni «Página/12» le dieron la relevancia que tenía y que sí le dio ayer Ambito Financiero) señala que en este 2005 unos 275.000 millones de dólares se moverán internacionalmente. La mayoría a Asia con naciones como China e India, como está analizado, que compartirán el podio mundial de naciones desarrolladas -y se explica por esta inyección de dinero año tras año-con Estados Unidos dentro de 20 años. Luego irán a Europa, sobre todo del Este, y vendrán 40.000 millones a Latinoamérica. Si se mantiene el ranking del año pasado de distribución con nuestro esmirriado 6% recibiríamos apenas u$s 2.400 millones, pero Brasil más de u$s 10.000 millones y seguirá sacándonos ventaja.
Si se mira el sindicalismo nacional -que en esto coincide con el progresismo local-pasaría a ser bueno que no vengan capitales extranjeros o que se lo limite a que «venga capital no especulativo», como si los hubiera. Es un pensamiento cavernario en Economía que sólo se da en los pocos países marxistas subsistentes, como Corea del Norte y Cuba. No en el nuevo socialcapitalismo chino, por caso que es la producción que más crece.
Las cifras del movimiento de capitales internacionales que hoy nos ubican en el 4º lugar en Latinoamérica como destino de inversiones -sólo por arriba de Colombia, en guerrilla constante, o Venezuela con 70% de índice de pobreza y, de las naciones más chicas-en un aspecto da alguna razón a sindicalistas y progresistas: la inversión cuando éramos primeros en atracción de Latinoamérica (1992 y años subsiguientes) en alto porcentual fue para comprar las empresas públicas, cambiando en monopolio privado lo que era monopolio estatal.
No era lo mejor pero la privatización era indispensable aunque pudo haberse hecho con mucho más prolijidad y beneficio. En la primera concretada pasó a privados el «Canal 13» oficial que se vendió en escasos 5 millones de dólares.
En la privatización grande de los teléfonos podría ser comprensible el bajo precio (5.000 millones de dólares y años de monopolio asegurado por licitación a Telecom y Telefónica). Nos desconfiaban externamente en ese momento inicial de los '90. Pero en telefonía al primer año los privados ya ganaron millones de dólares con sólo cobrar bien las facturas. En luz igual a partir de no mantener «colgados» gratuitos del sistema, algo que un Estado «a la manera argentina» no podía hacer. El modo de ser argentino -el tipo de sindicalismo corrupto que tenemos, la venalidad en funcionarios públicos y el clientelismo-hizo siempre imposible frenar el «empleo político» en aquellas empresas públicas que eran expoliadas con abundante burocracia y mínima eficiencia. Los sindicatos las saquearon, los políticos las descapitalizaron al consumirles casi todos sus ingresos en pagos de sueldos hasta hacerlas obsoletas en tecnología. Que se haya privatizado mal -sobre todo después de la inicial de teléfonos-no generando competencia y con precios de liquidación no significa que no haya que haberlo hecho ante ese mal insalvable que las carcomía y las hacía pesar fuerte en las arcas del Estado. La YPF estatal era la única empresa petrolera del mundo que daba pérdidas, por ejemplo.
Hay que admitir también que habiendo privatizado tanto es exiguo que, aunque ocupáramos el primer lugar en 1992, hayamos tenido sólo 14 por ciento más de inversión externa que Brasil ese año y sólo 1 por ciento más que México, que no hicieron una operación gigantesca así con su estatismo. En buena medida el gobierno Kirchner hizo pagar ahora a las estatizadas con congelamientos parte de lo que no pagaron en los '90. Pero es difícil enfrentarlas con congelamientos tarifariosporque no invierten, no renuevan equipos, no exploran y en el caso del problema energético esto es grave porque vivimos con cortes en verano porque no hace frío y en invierno porque no hace calor para ahorrar energía, como ya expresó este diario.
En los '90 entregamos mucho muy barato y, con 33 millones de habitantes entonces, justificamos recibir más capitales que los 250 millones de brasileños con gran potencialidad de mercado futuro que hoy comienza a concretarse y llevó al vecino país a ser el 12º en producción del mundo. Ayer Brasil logró emitir un título de deuda por 500 millones de euros a una tasa de apenas 7,55% anual a 10 años. Un reflejo de la confianza que despierta.
Pero hoy estamos del otro lado. Tenemos una carencia alarmante de inversión y es vergonzoso para la Argentina y para la confianza que pueda despertar este gobierno -poca en el exterior-que Chile reciba capitales 50% más que la Argentina por su correcta trayectoria en el manejo económico. Allí se juzga los excesos y robos de Pinochet, pero nadie cambiaría el buen camino de crecimiento que trazó su dictadura, aun cuando lo sucedieron gestiones socialistas. Pero socialismo serio. Aquí mezclamos progresismo y odio político a Carlos Menem con el modernismo, aunque con fallas, que puso en marcha, y debió ser perfeccionado como hicieron los chilenos.
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