27 de marzo 2008 - 00:00

Hazaña de Lousteau

Martín Lousteau
Martín Lousteau
Sea por la juventud, casi un género como diría la Presidente de la mujer, o por ciertas declaraciones inoportunas, Martín Lousteau en apenas 4 meses superó a Guillermo Moreno en el ranking de los funcionarios más descalificados del gobierno. Un récord imposible de vulnerar.

Sobre todo, a partir del conflicto agropecuario, en el cual explicó mal las retenciones móviles, el aumento de la confiscación y no supo siquiera distinguir -en su conferencia de prensa-a los productores medianos y chicos de los grandes. Entre los que trabajan la tierra en zonas marginales y aquellos que en Río Cuarto o Rojas le sacan más de 30 quintales de soja a una hectárea.

Ya venía en picada el ministro, pero sorprende la velocidad en que desplazó a Moreno, casi la bestia negra del régimen, a la hora de recibir insultos. Por si fuera poco, para conseguir el carnet kirchnerista repitió varias veces críticas a la gestión de Domingo Cavallo en los años 90, también se despachó contra Carlos Menem (cuando entonces no se sabía siquiera de su existencia como economista). Evita, en su afán por congraciarse con el ex mandatario Kirchner, pronunciarse contra el maldito Proceso de los 70: puede alegar distracción memoriosa para olvidar que su padre sirvió como alto funcionario de los militares. Habla tanto que se ha convertido casi en una estrella maradoniana, opina sobre todo y hasta objetó como fanático de Independiente al técnico Pedro Troglio. Quien, hace tres días, al despedirse, lo sacudió con esta frase:» Hasta tuve que escuchar al ministro Martín Lousteau hablando sobre mí, sobre cómo parar el equipo, mientras el país está como está».

Insistente, continuó ayer Lousteau su monserga fatigando radios y programas, criticando especialmente a los ricos del campo como si fuera Luis D'Elía y su origen haya sido una humilde cuna de Ciudad Oculta. De paso, atacó a Elisa Carrió y a sus colaboradores económicos (su principal, nadie lo ignora, es Alfonso Prat-Gay, para quien trabajó Lousteau en el Banco Central). Otra forma de olvidar el pasado. Es que empeñoso el ministro, con el norte de la supervivencia apuntando a Puerto Madero, también alertó a la población sobre el éxito de su tarea, no vaya a ser que alguno tome en serio el pedido de Eduardo Duhalde para que renuncie. Ni siquiera advierte que un reclamo de esa naturaleza sólo facilitará su ratificación. Si hasta alegó, en su defensa, que gracias a él -nunca lo menciona a Moreno, quizás porque sabe que lo sobrepasó en el ranking de los dislates- el asado no le cuesta a la población 20 pesos en la carnicería. Por suerte a él le hacen precio. Aun así, es exagerado su empeño como ministro para permanecer en la inmadurez.

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