30 de julio 2002 - 00:00

Malo: se cancelan 100.000 tarjetas de crédito por mes

Siguen apareciendo señales sobre la desaparición del crédito en la Argentina: unos 100.000 clientes por mes se están quedando sin su tarjeta. Las razones pasan por la pérdida de empleo o la imposibilidad de cumplir puntualmente con los pagos. Como cada uno de los clientes tiene por lo menos un adicional, el número de plásticos dados de baja en cinco meses ronda los dos millones. La mora, que históricamente se ubicaba en niveles cercanos a 8%, hoy trepa a 35%.

Cerca de 100.000 familias por mes dejan de tener tarjeta de crédito en la Argentina: de hecho, en los últimos cinco meses el número de cuentas de tarjetas de crédito en el país pasó de 5,5 millones a 5 millones, y la tendencia no sólo se mantendría sino que crecería en los próximos meses. Esta caída se da en el marco de un panorama dramático para el sector: las ventas con las tarjetas que aún operan se desplomaron 50% desde principios de año.

Así lo revelaron fuentes de ese mercado, que atribuyen la caída en el uso del medio de pago más difundido de la Argentina (después del efectivo) y la reducción de la base de clientes básicamente a tres causas:

• pérdida del empleo; temor a perderlo, o a ver reducidos los ingresos del grupo familiar, y

• falta de pago, morosidad
. Según Néstor Yoan, titular de ATACYC (la cámara que agrupa a las administradoras de medios de pago) «siempre hubo bajas, porque la gente mudaba de bancos, por la propia caída vegetativa de la población o por situaciones puntuales de los clientes. La novedad ahora es que no hay altas...».

Una «cuenta» de tarjeta de crédito es la que incluye al titular del plástico más todos los adicionales. Si se toma el total de las tarjetas de crédito en circulación, la caída es equivalente: «Había cerca de 12 millones de tarjetas en la calle; hoy quedan 10 millones y es difícil saber cuántas están verdaderamente activas», admite Yoan.

Y si bien los despidos o el miedo a sufrirlos juegan fuerte en este achicamiento del sistema, coinciden fuentes del mercado en que la principal razón de las bajas es la falta de pago y la morosidad.

La cifra «histórica» de atrasos (el cliente no paga ni siquiera el monto mínimo indicado en su resumen de cuenta) rondaba entre 7% y 8%. Y si bien en octubre del año pasado la crisis ya había hecho crecer ese indicador a
18%, en ocho meses se duplicó: hoy la mora está en 35%, un guarismo récord para el sistema. Las deudas incobrables también se comportan dentro de los mismos parámetros: los «clavos» siempre se ubicaron entre 1% y 1,5% de las ventas; hoy están en más de 3%, y en aumento.

• Sin riesgo

Por esta causa, los bancos y las empresas no bancarias que emiten tarjetas se muestran menos flexibles ante los incumplimientos de sus clientes. «Las administradoras y bancos tratan de renegociar con los usuarios, concertar planes de pagos en cuotas y aliviarles la carga de la deuda lo más posible. Pero hoy muchos prefieren dar de baja una cuenta a arriesgarse a un incobrable», reconoce una fuente bancaria.

En el mismo sentido, bancos que en algún tiempo no demasiado lejano tuvieron
«el sí fácil» al momento de otorgar tarjetas, hoy prácticamente no emiten un plástico, más allá de las obvias renovaciones. «Ni siquiera se hacen esfuerzos de marketing para retener a los clientes existentes», reconocen en una entidad de primera línea. «Pero lo grave es que la mora y la incrobrabilidad crecen con carteras que ya habían sido depuradas», coinciden tres banqueros.

Curiosamente, el Estado es uno de los principales afectados por esta retracción a usar el plástico: cuando las ventas con tarjeta ascendían a
$ 1.500 millones mensuales, las retenciones al comercio practicadas por las administradoras de medios de pago ascendían a $ 900 millones anuales. Hoy las ventas se ubican en $ 800 millones mensuales, y la recaudación por este medio araña los $ 900 millones anuales.

Según Yoan,
«le explicamos al gobierno que gravámenes como el mal llamado impuesto a los sellos que creó la provincia de Buenos Aires, y que grava con 0,6% cada débito que se hace en la cuenta-tarjeta, lo que hace es acentuar esta tendencia: la gente se retrae, no usa el plástico y al final del día la recaudación termina siendo menor». El argumento de las tarjetas es que el vendedor no tiene más remedio que declarar la venta con plástico; en cambio, las operaciones de contado son mucho más fáciles de «negrear».

• Proyectos

Yoan informa que la caída del consumo golpea más fuerte a las denominadas «tarjetas regionales» (provinciales, barriales) que por lo general tienen como clientes a los sectores de menores recursos. «Si el promedio en el sistema es de 50%, hay marcas chicas con caídas de facturación de hasta 70%.»

En este marco, hay cerca de 50 proyectos dando vueltas por el Congreso intentado reglamentar las comisiones que les cobran las entidades a los comercios, y otros aspectos de la relación clientetarjeta. Desde hace tiempo los vínculos entre emisores y gremiales que representan a los comerciantes (CAME, Cámara Argentina de Comercio) vienen complicadas por la «cuestión arancel», por lo que el jefe de gabinete, Alberto Atanasof, viene manteniendo reuniones conjuntas con ambos sectores. Pero hasta ahora, salvo un informe elaborado por ATACYC (dicen que tiene 42 páginas) que obra en poder del gobierno, poco es lo que se avanzó en este conflicto.

En sentido inverso, estaría encaminada la aprobación de un proyecto que ya tiene dictamen favorable en comisión, y que convierte en delitos pasibles de penas no excarcelables a los fraudes cometidos con estos instrumentos de pago.

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