Tal como podía imaginarse, la semana culminó en el mercado local sin que las fuerzas decidieran romper el fuego hacia ninguno de los flancos. Con el Dow en media rueda y con 1,4 por ciento de repunte, al Bovespa le tocó un leve rebote de 0,5% y al Merval casi nada: 0,06% de diferencia positiva. Tan previsible era lo que después sucedió, que no valía la molestia darse una vuelta por la Bolsa, o por las pantallas. Allí quedaban retratados sólo ciertos casos individuales, donde distinguían Colorín -con 8,3 por ciento de aumento-, Ledesma, líder tradicional y el más llamativo, con su casi 8% de ascenso (hay en estos momentos toda una psicosis acerca de papeles que vayan a irse de la cotización, o bien siendo comprados sus mayorías por inversores de afuera). Tercera se anotó Quickfood -la mal llamada «Paty»-, que se marcó con casi 5% de incremento, después Semino y Caputo, en zona superior a 4% de aumento.
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Lo mejor de la fecha se debe anotar en función del monto negociado que, sin llegar a las alturas de semanas previas, por lo menos sepa salir del banco de arena, el jueves sólo con $ 25 millones, para trepar a cifras más soportables y con $ 77 millones efectivos. Esto deparó 11% de segmento, para las acciones.
Indudable período para sufrirlo, las defensas ensayadas por cada mercado dieron los distintos matices. Para un Dow Jones que operó completo sólo tres ruedas, se anotó casi como neutro. El Bovespa acusó el mayor deterioro entre los referentes de la región, con 5,5% de caída. Y el Merval se pudo aguantar a un nivel intermedio, con 3% de rebaje en sus índices. Lo más perjudicial pasó, para nuestro recinto, por tener que ver de nuevo una lucha en torno de los 2.200 puntos, que estuvo a punto de perforarse en el intradiario del viernes (con 2.205 de mínima). Apenas encima de la cornisa quedaron las cosas, yéndose todos los operadores al fin de semana con la mente puesta en qué traerá consigo la rueda de hoy. Esperanza y temor, cotizando a la par. Y la Bolsa sufre.
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